Estrategia +18

Irá Desatada (parte 2)

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Continuación...

Lilith caminó con paso firme hasta su oficina y cerró la puerta tras de sí con un leve golpe seco.

El ambiente dentro del despacho se sentía más frío de lo normal, o quizá era su propio enojo lo que teñía de hielo cada rincón. Su pecho subía y bajaba con agitación contenida, sus manos aún temblaban sutilmente por la rabia y la frustración.

No entendía por qué aquellos tres demonios la afectaban tanto. Ni por qué su cuerpo reaccionaba de formas que nunca antes había experimentado.

Su mirada, aquel reflejo rojizo que había visto por un instante en el cristal de la puerta, la inquietaba. Algo dentro de ella despertaba, algo que desconocía, y los hermanos parecían tener miedo de eso.

Tomó asiento y se obligó a concentrarse en su trabajo.

Organizó los papeles, revisó documentos, firmó algunos informes y cumplió con todas sus obligaciones sin permitirse pensar demasiado en lo sucedido. El tiempo pasó con una extraña sensación de vacío, como si algo dentro de ella se hubiera desconectado.

Ninguno de los tres la buscó de nuevo. No hubo miradas persistentes, ni roces accidentales, ni palabras dichas en un tono que le erizara la piel.

Era como si la hubieran dejado en paz.

Y eso, lejos de calmarla, la enfureció aún más.

Cuando finalmente terminó su jornada, se levantó con la misma frialdad con la que había trabajado.

Guardó sus cosas con movimientos mecánicos, revisó que todo estuviera en orden y, sin una sola mirada en dirección a las oficinas de los hermanos, salió del edificio sin despedirse.

El aire nocturno la envolvió al salir. Respiró hondo, tratando de aliviar la tensión de su pecho.

No tenía sentido seguir molesta. Se repetía eso una y otra vez mientras avanzaba por la calle en dirección a su hogar, pero la rabia seguía ahí, latiendo en su interior.

Al llegar a casa, dejó sus cosas a un lado y se dirigió directamente a la ducha. El agua caliente resbaló por su piel, relajando sus músculos, pero su mente seguía inquieta.

Cerró los ojos y dejó que el vapor la envolviera, tratando de despejar los pensamientos que la atormentaban.

Sin embargo, la imagen de los tres demonios no desapareció. Sus miradas, sus expresiones cuando su furia se desató, la forma en que parecían…

¿intimidados?

¿Por qué habrían de temerle ellos, seres que parecían dominarlo todo?

Apagó la regadera con un suspiro y salió envuelta en una toalla. Se secó el cabello y se vistió con ropa cómoda antes de dirigirse a la cocina. Preparó algo sencillo de comer, aunque el apetito brillaba por su ausencia.

Su mente seguía atrapada en los eventos del día.

Cuando finalmente se recostó en la cama, el cansancio la envolvió rápidamente. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño, sin imaginar que la noche le traería una nueva batalla.

Porque ellos intentaron entrar.

La sensación era inconfundible. Sus presencias se filtraban en los bordes de su subconsciente, intentando invadir sus sueños como tantas veces antes.

Sus voces eran susurros en la penumbra, sus sombras se deslizaban por los rincones de su mente, llamándola.

Pero esta vez, algo dentro de Lilith cambió.

Un muro invisible se levantó entre ellos y su mente. La conexión que antes les había permitido alcanzarla en la profundidad de sus sueños se cortó abruptamente.

Y, por primera vez, los demonios se quedaron fuera.

Lilith no sabía cómo lo había hecho, solo sintió la barrera alzarse con fuerza, como si su propia voluntad los rechazara.

Los sintió insistir. Empujar. Susurrar su nombre con voces que alguna vez le habían erizado la piel y ahora solo despertaban su enojo.

Pero no entraron.

Por primera vez desde que aquellos tres entraron en su vida, Lilith durmió sola.

Y ellos lo sintieron.

A la distancia, en la profundidad de la noche, los tres demonios sintieron la desconexión, el rechazo.

Y comprendieron que algo dentro de Lilith estaba despertando.

Algo que ya no podían controlar.

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FIN DEL CAPÍTULO.

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Corto pero importante 🌸🌸🌸