Capitulo treinta y uno

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Dégel se despertó con un sobresalto, interrumpido por un ruido que provenía del exterior de su habitación. Se sentó en la cama, desorientado, y miró alrededor para tratar de ubicarse. La habitación estaba oscura y silenciosa, excepto por el ruido que lo había despertado.

Se levantó de la cama y se acercó a la ventana, mirando hacia fuera. La noche estaba avanzada, y las estrellas brillaban en el cielo. Se dio cuenta de que ya era muy tarde, y que probablemente Camus ya estaría durmiendo.

Pero a pesar de la hora, Dégel sintió un impulso repentino de buscar a Camus. Quería saber si estaba bien, y si había algo que lo estuviera preocupando. Se vistió rápidamente y salió de su habitación, dirigiéndose hacia la habitación de Camus.

Al llegar a la habitación de Camus, Dégel se dio cuenta de que no estaba allí. La cama estaba vacía, y la habitación estaba oscura y silenciosa. Dégel se sintió un poco confundido, y se preguntó dónde podría estar Camus.

Dégel comenzó a buscar a Camus en los alrededores del templo, pero no lo veía por ninguna parte. Miró afuera del templo, en la biblioteca, en la cocina, pero Camus no estaba en ninguno de esos lugares.

Se sintió un poco más ansioso, y comenzó a buscarlo un poco más lejos. Dégel se sintió un poco frustrado, comenzó a pensar en todas las posibles razones por las que Camus podría haber salido del templo sin decirle nada. ¿Habría ido a una misión secreta? ¿Habría tenido algún problema personal que no quería compartir con nadie?

Mientras pensaba en todas estas posibilidades, Dégel se dirigió hacia la puerta del templo de acuario decidido a seguir buscando a Camus en el pueblo. Pero justo cuando estaba a punto de salir, escuchó una voz detrás de él.

- ¿Dégel? ¿Qué pasa? Estás buscando a alguien, ¿verdad?

Dégel se volvió y vio a El Cid, su compañero de armas del templo que está abajo de el.

- ¿Sabes dónde está? - Cuestionó de inmediato.

- Me parece haberlo visto en escorpio junto a los demás... Tienen una noche de copas y...

Dégel se sintió un poco aliviado al saber que Camus estaba bien, pero también se sintió un poco preocupado al saber que había tomado sin saber si tomó demasiado o casi nada.
Rápidamente dejó a El Cid con las palabras y bajó corriendo hasta Escorpio dónde se encontró con Kardia quien también ya estaba en un estado de ebriedad muy notoria.

- Kardia... ¿Dónde está Camus? ¿Cómo está? - Le preguntó tomándolo con fuerza de su bufanda roja.

Kardia se rió y negó con la cabeza - Nada grave, Dégel. Solo que Camus se dejó llevar un poco por la fiesta y tomó un poco de más. Ahora está durmiendo en mi habitación.

Dégel se sintió un poco sorprendido. No era común que Camus se dejara llevar por la bebida o al menos ese dato no lo sabía - ¿Está bien? - Peguntó preocupado por el.

Kardia asintió - Sí, está bien. Solo un poco... ebrio. Pero no te preocupes, Dégel. Estoy seguro de que mañana se despertará con un dolor de cabeza, pero sin nada grave.

Dégel se sintió un poco aliviado, pero también se sintió un poco responsable por la situación. Debería haber estado allí para cuidar de Camus. - Voy a ir a buscarlo - Se adentró a escorpio.

Kardia se rió al ver a su amigo - No te preocupes, Dégel. Déjalo dormir. Mañana se despertará fresco y listo para seguir adelante.

Pero Dégel ya había tomado la decisión de ir a buscar a Camus. Quería asegurarse de que estaba bien y de que no hubiera problemas.

- No, Kardia. Debo ir a buscarlo. Mañana nos vamos a BlueGraad de nuevo, y necesito asegurarme de que Camus esté listo para partir.

Kardia se sorprendió un poco por la urgencia de Dégel - ¡Ah, sí! Me había olvidado de eso... O al menos eso dijo. Bueno, en ese caso, pasa, en unos momentos regreso, debo llevar esto - Le muestra una botella de alcohol.

Dégel asintió y se dirigió hacia la puerta de la habitación de su amigo - Voy a traerlo. Gracias Kardia.

Kardia se despidió de Dégel con un gesto y se fue a seguir con sus compañeros, mientras que Dégel se fue hasta la habitación donde Camus estaba durmiendo.

Mientras caminaba, Dégel estaba un poco más relajado. Sabía que Camus estaba bien, y que mañana podrían partir hacia BlueGraad juntos. Pero también se sintió un poco más ansioso. Después de todo era su responsabilidad cuidar de Camus.

Dégel llegó a la habitación de Kardia y encontró a Camus profundamente dormido en la cama. Se acercó a él y lo miró con una mezcla de preocupación y ternura.

Justo en ese momento, Kardia apareció de nuevo detrás de él y le dijo con una sonrisa: -¿Por qué pierdes tan rápido la cabeza por Camus? No es común verte tan preocupado por alguien... Bueno si a veces la pierdes pero está vez es diferente.

Dégel se mostró un poco sorprendido por la pregunta de Kardia. No había pensado que su preocupación por Camus fuera tan evidente. Se encogió de hombros y trató de restar importancia a la situación - No es nada, Kardia. Solo quiero asegurarme de que esté bien.

Pero Kardia no se dejó engañar - No te preocupes, Dégel. Camus es un tipo mucho más duro que tú... Puede cuidarse de sí mismo. Lo que me pregunto es... ¿Qué sucede entre ustedes dos?

Dégel no pudo evitar sentirse un poco incómodo con la pregunta de Kardia. No sabía cómo responder, y no quería revelar demasiado sobre sus sentimientos hacia Camus. Se limitó a encogerse de hombros y a cambiar de tema. -Voy a dejar que Camus duerma bien. Mañana tenemos que partir hacia BlueGraad.

Kardia se acercó un poco más a Dégel, con una mirada seria en sus ojos - Dégel, dime la verdad. ¿Qué hay entre tú y Camus? No me vengas con evasivas. Quiero saber la verdad.

Dégel se sintió un poco incómodo con la pregunta. No quería admitir sus sentimientos hacia Camus, ni siquiera ante sí mismo. Se encogió de hombros y trató de cambiar de tema de nuevo - No hay nada que decir, Kardia. Solo somos amigos y compañeros de armas.

Kardia lo miró con escepticismo - No te creo, Dégel. Hay algo más entre ustedes dos. Algo que no quieres admitir.

Dégel se sintió un poco irritado por la insistencia de Kardia. No quería hablar sobre sus sentimientos, y no quería que Kardia se metiera en sus asuntos personales -Kardia, déjalo... No hay nada que hablar.

Kardia se encogió de hombros y se alejó un poco - Está bien, Dégel. Pero recuerda que soy tu amigo, y que estoy aquí para ayudarte. Si necesitas hablar sobre algo, no dudes en venir a mí.

Dégel se sintió un poco aliviado al ver que Kardia no iba a seguir presionando. Se limitó a asentir y a darle las gracias a Kardia por su preocupación.

Dégel cuidadosamente llevó a Camus hasta Acuario, lo llevo a la habitación, se acercó a la cama y lo acostó en ella. Se aseguró de que estuviera cómodo y luego se sentó en una silla junto a la cama, mirándolo dormir.

Mientras observaba el rostro relajado de Camus, Dégel no pudo evitar pensar en lo que sentía por él. Había tratado de negarlo, de convencerse a sí mismo de que solo era una amistad, pero ahora, mientras miraba a Camus dormir, no podía evitar admitir la verdad.

Sentía algo más por Camus. Algo que iba más allá de la amistad, algo más que solo esa relación maestro y alumno. Algo que lo hacía sentir vivo, que lo hacía sentir que había encontrado a alguien especial.
Dégel se sintió un poco abrumado por estos sentimientos. No sabía qué hacer con ellos, ni cómo procesarlos. Pero mientras miraba a Camus dormir, supo que no podía seguir negando la verdad.

Se levantó de la silla y se acercó a la cama, mirando a Camus con una mezcla de ternura y deseo. Se sintió tentado de tocarlo, de acariciar su rostro o su cabello, pero se contuvo.
En su lugar, se limitó a mirarlo, a disfrutar de la tranquilidad de su presencia. Y mientras lo hacía, supo que no podía seguir escondiendo sus sentimientos.

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Más Allá De La LealtadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora