Capítulo tres

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Llegó justo a tiempo; logró bajar la temperatura del cuerpo de Kardia

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Llegó justo a tiempo; logró bajar la temperatura del cuerpo de Kardia.
Sasha al verlo más recuperado corrió hasta la  cama para poder envolver en un abrazo al caballero de escorpio.
Kardia no dudó en agradecer que Sasha dejara a un lado su deber como diosa, estuvo a su lado esperando pacientemente la llegada de Degel sama.
El caballero de Acuario al ver que Kardia se encontraba mejor se alejó lentamente y se dio la media vuelta, no sin antes hacerle una pregunta al griego.

- Kardia... ¿Puedo preguntarte algo aunque suene absurdo?

Esas palabras sonaron muy extraño provenir del santo más sabio, Kardia aceptó responder a su manera de ver las cosas.

- ¿Si pudieras curar tu corazón y obtener la inmortalidad lo harías?

La pequeña Sasha alzó su mirada sin entender que es lo que necesitaba Degel. Ante esto Kardia cerró sus párpados y llevó su mano a su alborotada cabellera azulada curveando ligeramente sus labios.

- Ja, hace mucho tiempo alguien me hizo la misma pregunta... Larga o corta me es irrelevante, pero creo que una vida inmortal sería aburrida; no soportaría una vida tan poco emocionante.

- No podía esperar una respuesta más sencilla de tu parte.

Respondió Degel girando levemente su cabeza para poder mirar a su compañero quien le devolvía una mirada pacifica.

- Creo que todos nos acercamos al santuario por ese tipo de sueños.

Concluyó el joven francés regalándole una sonrisa a Kardia, hizo un reverencia ante la señorita Sasha y pasó a retirarse del templo de Escorpio para poder subir con el patriarca y darle el informe de su misión en Francia en la mansión de Garnet.

Mientras subía con pasos lentos las escaleras debido al cansancio que su cuerpo sentía, en su mente recordaba aquella misión, la manera en la que enfrentó a su maestro Krest y el detalle de la señorita Fluorite al regalarle los anteojos que pertenecieron a su padre.
Un regalo que atesoraría por siempre, gracias a ello puede seguir leyendo sus amados libros y perderse en ese mundo fascinante de tantos escritos.
Lamentaba que al tener ese enfrentamiento con su maestro Krest, su  visión se había vuelto borrosa.

El tiempo pasó repentinamente para el francés, no sabía en que momento llegó a la sala del patriarca. Tan perdido se encontraba en sus pensamientos que perdió la noción del tiempo y de lo que sucedía en su entorno.

- Es grato verte de nuevo Degel - Saludó Sage levantándose de su silla para poder acercarse al caballero de acuario.

- Lamento la demora su ilustrísima.

Aún con su cuerpo cansado, Degel procuró hacer una leve reverencia ante el patriarca.

- Descuida, sé que pasaste al templo de Escorpio para ayudarle a Kardia con la temperatura de su corazón.

- Así es patriarca. Ahora le daré los detalles de mi misión en Francia.

Degel comenzó a relatarle todo lo acontecido, desde el detalle de la voz controladora de Garnet, así mismo como el enfrentamiento que tuvo con su maestro Krest y la decisión final que Degel le dio a Garnet y a su maestro respecto a la vida eterna, la vida no era más que solo un sueño efímero donde se tenía que vivir en su momento.
Omitió la parte en la que su maestro le hizo el comentario a Degel que lo consideraba como una burla para los caballeros que propagan aire frío, ya que le mencionó ese minúsculo detalle que su alumno se dejaba llevar por sus sentimientos.

"Alguien como tú... Siempre serás susceptible a las emociones, aunque  pretendas tener sangre fría"

Esas palabras nuevamente inundaban sus pensamientos, se llevó una mano a su   cabeza para tratar de olvidar ese momento con su maestro.

- Gracias por los detalles Degel... Puedes pasar a retirarte a tu templo para que descanses... Antes de que te vayas, necesito saber sobre aquel joven que trajiste de tu misión.

Estaba en lo cierto ¿Cómo se le había pasado ese detalle?

- ¿Donde está?

Sage le hizo una señal para que le siguiera los pasos. Ambos pasaron entre las cortinas blancas que se encontraban detrás de la silla del patriarca.

Camus lentamente despertaba de ese sueño profundo, al principio solo pudo sentir un clima similar como las de Siberia, y ahora que comenzaba a despertar, se encontraba rodeado de varias sábanas blancas.
Se llevó una mano a su cabeza sin darse cuenta de su entorno.

La inesperada interrupción de un hombre de edad avanzada pero sobre todo muy bien conservado, vistiendo prendas como el sumo patriarca del santuario lo alertó totalmente.

Rápidamente por simple instinto, Camus intentó levantarse de la cama para colocarse en posición de batalla por si en dado caso su vida corría peligro.

- Descuida jovencito... No te haremos daño.

"Haremos" No venía solo, Camus bajó sus manos lentamente para ver a la persona que lo acompañaba y que justamente caminaba detrás de él.

Jamás pensó que esto fuera posible...

Un hombre de cabellos verdes, usando anteojos y con varias heridas en su cuerpo se acercó a él; pero lo que a Camus le llamó más la atención es que aquel joven portaba la armadura de acuario.

Necesitaba una lógica, algo más allá de la razón para saber en donde se había metido, si ahora que lo recordaba, él había muerto al intentar guiar a su alumno al cero absoluto.

Degel al acercarse se quedó totalmente impactado al ver a ese joven de cabellos rojizos; el tiempo se detuvo para él.
Podía sentir como su respiración se volvía más agitada; perdió la noción del tiempo al perderse en sus ojos, eran rojizos como su  cabello.
Era muy diferente verlo despierto, su mirada era fría, indiferente, mostrando seriedad y firmeza sobre todo.

Para Degel era imposible no dejarlo de mirar, algo tenía ese joven de cabellos rojizos que lo hipnotizaban y a primera vista quedó maravillado por verlo despierto.

Mientras tanto a los ojos de Camus, pasaba su mirada en esos dos hombres, aunque al principio analizaba cada detalle del señor que parecía ser el patriarca del lugar; no pudo evitar perderse en el físico de su acompañante.

Por un momento esa mirada cristalina de tonalidad violeta  mostraba pureza, inteligencia y curiosidad. Por unos instantes aquellos ojos le hicieron recordar a su alumno.
Rápidamente desvió la mirada al darse cuenta que aquel caballero portador de la armadura de acuario lo estaba mirando fijamente como si quisiera analizar cada rasgo del contrario.

- Lamentamos interrumpir tu sueño jovencito - Se acercó Sage intentando calmar un poco al joven de cabellos escarlata.

- ¿Quienes son ustedes? ¿ Donde estoy? - Se cuestionó Camus retrocediendo lentamente.

- Estás en el Santuario - Interrumpió - Mi nombre es Sage, soy el patriarca y quien te trajo aquí es Degel... Caballero dorado de Acuario.

Al escuchar que estaba en el santuario y además con un portador de la misma armadura que él usa, se quedó sin palabras.

- Mi nombre es Camus... Caballero dorado de Acuario.

Se presentó haciendo una leve reverencia dejando a los presentes sorprendidos...

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