Capítulo seis

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Esto no podía estar pasando, no a él

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Esto no podía estar pasando, no a él. ¿Cómo es posible que un caballero que maneja técnicas gélidas pueda caer ante la presencia de una persona?
Esto va en contra de sus ideales, los caballeros al servicio de su diosa no pueden albergar emociones como estas.
Sobre todo como es posible que un chico sea capaz de mover sensaciones en su interior.

Lo primero que hizo fue tomar un poco de agua, quizá después pasar un rato en su biblioteca le pueda ser de ayuda para despejar su mente.
Aunque...
El cielo estaba despejado, quizá se pueda dar una oportunidad de subir a lo más alto de su templo para observar las estrellas, es su pasatiempo favorito.

Lo que menos quería en esos momentos era entrar a su habitación, pero necesitaba sacar el abrigo café que usa en las noches para cubrirse de las corrientes de aire.
Caminó hasta su recámara con sigilo, tomó la perilla de su puerta y lentamente abrió para poder entrar y tratar de no molestar a su nuevo inquilino.

Aunque Camus había terminado de darse un baño y se dio cuenta que aquel joven de cabellos rojizos se quedó profundamente dormido en su cama.
Degel estaba totalmente perdido ante aquel caballero que se dice ser el portador de Acuario de la siguiente era.
No sabía que decir ante esto, ni mucho menos como reaccionar; se sintió totalmente avergonzado por entrar sin tocar primero, además ni siquiera se han presentado los dos como se debía.

Con un respiro profundo Degel tomó su abrigo que permanecía sobre una silla y se la colocó sobre el cuerpo de Camus para que pudiera descansar.

— Por lo menos hubieras levantado las frazadas de la cama — Susurró Degel cubriendo al joven.

Salir a observar las estrellas ya no era opción, Camus usaría su habitación esta noche y lo único que le quedaba a él, era dormir en el sillón que tiene en la biblioteca.

Al día siguiente el primero en despertar fue Camus quien sintió sobre su cuerpo aquel abrigo café, se incorporó un poco de la cama para buscar con la mirada al caballero de Acuario de esa era pero no tuvo éxito.
Se levantó y se colocó sus botas café para encontrar a Degel; al salir de la habitación justamente en los pasillos escuchó los pasos de alguien acercándose cada vez más.

Al girar para ver de quien se trataba pudo ver a un caballero de cabellos castaños, portando la armadura de Sagitario, en su cabeza tenía atado una cinta roja y sobre todo una sonrisa espectacular.

— Buenos días...

Ante este saludo Camus no supo que responder, se parecía mucho a Aioros pero no, no podía ser él si el caballero de Sagitario de su época murió en manos de Shura por órdenes del patriarca.

— ¿Quién es usted?

Lo cuestionó observándolo desde los pies hasta la cabeza.

— La pregunta es... ¿Quien eres tú jovencito? Además estás en el templo de Acuario y a los aprendices no se les puede otorgar el permiso de deambular por todo el santuario.

Ante esto Camus recordó las palabras de Sage, fue muy específico con lo que le solicitó respecto a su situación y esa era no mencionar nada de la época donde viene.

— Mi nombre es Camus y soy un nuevo aprendiz del caballero de Acuario... Se me tiene permitido estar en este templo.

El caballero de Sagitario se llevó una mano a su cabeza, dejó escapar una sonrisa y después se acercó al joven de cabellos escarlata para presentarse ante él.

— Mucho gusto, yo soy Sísifo de Sagitario... Entonces quiero suponer que eres alumno de Degel; aunque esto es extraño, jamás mencionó que él sería mentor de alguien.

— ¡Lo que sucede es que llegó justamente ayer!

Esa voz fue oportuna para ese momento, Dégel se acercó con pasos firmes hasta donde se encontraba su nuevo alumno y el caballero de Sagitario, justamente en el momento preciso para no ir más allá de las preguntas incómodas.

— Entonces quiero suponer que lo llevarás al coliseo para que se presente con los demás.

Sísifo observó el rostro cansado de su compañero de armas, sabía que luego se queda a altas horas de la noche leyendo en su biblioteca pero jamás imaginó que le afectara demasiado como para tener tremendas ojeras bajo sus ojos.
Aunque tuviera puesto sus lentes lo notaba demasiado cansado, además de tener los brazos con varias cicatrices recientes.

— Así es, esa fue la orden del patriarca.

Sísifo desvió la mirada para analizar a Camus, notaba en su interior una fuerza muy grande, un cosmos que iguala a los caballeros dorados, sería un perfecto contrincante en la arena para entrenar.

— De acuerdo entonces ahí los veo.

Se despidió Sísifo no sin antes lanzarle un pequeño guiño a Camus quien se quedó totalmente asombrado por la acción repentina del caballero de Sagitario.
Situación que incomodó a Degel, jamás había visto al castaño comportarse de esta manera, ligeramente apretó sus puños molesto y después se dirigió a su cocina, seguramente las doncellas que sirven en los templos habrán dejado el desayuno listo.

— Sígueme Camus.

Le habló sin mirarlo de frente, mientras que Camus no sabía como reaccionar ante su nuevo mentor, jamás habían tenido uno que los guiara; en ocasiones era Saga o Aioros quienes estaban al pendiente de ellos por ser los únicos grandes pero nada más.

En todo el trayecto ambos no se decían palabra alguna, a Camus lo invadían muchas dudas, cosas que su mente lo atormentaba por no encontrar la razón aparente por la cual estaba en ese lugar.

— Desayunamos, después iremos a Rodorio para conseguirte unas prendas que puedas usar y al final regresaremos al coliseo para que pueda presentarte ante los demás.

Interrumpió Degel sus pensamientos, habían llegado a la cocina; sobre la mesa se encontraba el desayuno listo.
Dos platos, hasta en ese detalle no se olvidó Sage de ordenar para ambos.

— Degel sama...

Lo llamó Camus justamente antes de tomar asiento, el joven de cabellos verdes dirigió su mirada a su nuevo alumno para escucharlo.

— Solo dime Degel, no es necesario que me digas así, después de todo los dos tenemos el mismo rango.

— Está bien... Creo que debo agradecer el hecho de que me permitas estar en este lugar. Quiero hacer las cosas como debe ser, así que me presento nuevamente, mi nombre es Camus y es un placer conocer a mi predecesor.

— Como lo mencioné mi nombre es Degel — Extendió su mano para invitarlo a tomar asiento y seguir platicando — Espero que en unos días te pueda llevar a Delfos para que las pitonisas te puedan revelar el hecho del porqué estás aquí.

Degel tomó la jarra donde tenían jugo de naranja fresca y le sirvió un poco a Camus, ambos tomaron una pieza de pan para seguir platicando.

— Se supone que al morir debemos entregar cuentas en el inframundo ¿No? Aún no entiendo que es lo que me hizo venir justamente aquí.

— De una cosa estoy seguro... Esa fue la voluntad de un Dios.

Le contestó Degel mientras se acomodaba sus lentes, después tomó sus cubiertos y comenzó a desayunar.
Camus observaba su plato, tenía demasiado apetito pero también las dudas no lo dejaban pensar claramente.
Aunque Camus estuviera perdido en sus pensamientos no se daba cuenta de la manera que Degel lo miraba.

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Feliz navidad personitas bellas, aunque ya había dejado mis felicitaciones en mi tablero aquí mismo se los vuelvo a dar.
Les mando un gran abrazo 🥰🥰🥰





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