Capitulo treinta y tres

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Mientras los dos bajaban por todos los templos, al llegar a la casa de Aries, Shion los detuvo al verlos pasar - Esperen -  les habló de inmediato - No necesitan caminar hasta el puerto y de ahí que tomar su viaje. Puedo llevarlos allá rápidamente con mi teletransportación.

Ambos se miraron entre sí, sorprendidos por la oferta de Shion - ¿Estás seguro de que puedes hacer eso por nosotros? No queremos quitarte tu tiempo Shion - Preguntó Camus, sin tomarle su opinión a Dégel.

Shion asintió - Claro que sí. Mi teletransportación es muy precisa. Puedo llevarlos directamente a BlueGraad en un instante. Además... Fui yo quien los sacó de allá para que Dégel cumpliera su misión.

Dégel se sintió un poco emocionado por la perspectiva de llegar a BlueGraad tan rápidamente, pero realmente tenía otras preocupaciones - Eso sería genial. Gracias, Shion.

Camus asintió también - Sí, gracias Shion. Eso nos ahorrará mucho tiempo.

Shion sonrió después de ver qué aceptaron su oferta y se preparó para teletransportarlos - No es nada... Ahora deben tomarse las manos.

Dégel sintió su cuerpo estremecer ante el tacto de Camus, rápidamente hicieron lo que Shion les pidió... Se miraban el uno al otro, preparándose para la teletransportación. Shion cerró los ojos, concentró su energía, y en un instante, los tres desaparecieron en un destello de luz.

Al llegar de inmediato a ese lugar, Camus se sintió como en casa nuevamente en las tierras heladas de BlueGraad. Respiró profundamente, sintiendo el frío aire en sus pulmones, y sonrió. -Es bueno estar de regreso aquí - Dijo, mirando a su alrededor.

Dégel, por otro lado, solo lo observaba sin saber controlar sus emociones. Se sentía como si su corazón estuviera latiendo a un ritmo frenético, y no podía evitar sentir una sensación de nerviosismo y ansiedad.
Le asustaba los latidos de su corazón, porque sabía que significaban que estaba sintiendo algo más profundo por Camus. Algo que no podía explicar ni controlar.

Mientras Camus se alejaba, explorando las tierras heladas, Dégel se quedó atrás, tratando de calmarse y de entender lo que estaba pasando con él. ¿Por qué no podía controlar sus emociones cuando estaba cerca de Camus?
Se sintió un poco abrumado por sus pensamientos y emociones, y no sabía qué hacer para calmarse.

Shion se acercó a Dégel mientras miraban a Camus entrar en la cabaña - Dégel - Susurró Shion en voz baja - ¿Estás bien? Te veo un poco... distraído. Aunque más de lo normal y eso no es común en ti, siempre llevas un paso al frente de todos nosotros.

Dégel se volvió hacia Shion, tratando de mantener una expresión neutral - Estoy bien, Shion. Solo estoy un poco... cansado - Sí, esa respuesta se la daba a todos.

Pero el contrario lo miró con escepticismo - No te creo, Dégel. He estado observando, y me he dado cuenta de que pierdes la cabeza cuando tienes a Camus cerca.

Dégel se sintió un poco sorprendido por la observación de Shion. ¿Cómo había notado eso? Se sintió un poco incómodo, y trató de cambiar de tema - No sé de qué estás hablando, Shion.

Shion se rió colocando su mano en el hombro - No te preocupes, Dégel. No voy a decirle nada a Camus. Pero sí quiero saber... ¿qué pasa entre tú y Camus? ¿Hay algo que deba saber?

Dégel se sintió un poco atrapado. No sabía qué decirle a Shion. ¿Debía confesarle sus sentimientos? O tenía que seguir negando su sentir.

Shion se acercó un poco más a Dégel y le dijo en voz baja - Dégel, te voy a dar un consejo. Si realmente sientes algo por Camus, no te quedes callado. Dile cómo te sientes. Peor sería el caso si te rechaza pero siguen siendo amigos. Aunque si no lo intentas, siempre te quedarás con la duda de qué podría haber pasado entre ustedes.

Dégel se quedó sin palabras. No esperaba que Shion le diera un consejo tan directo y honesto. Se sintió un poco abrumado por la posibilidad de confesarle sus sentimientos a Camus.

Miró a Shion con una mezcla de sorpresa y gratitud - Gracias, Shion - Respondió finalmente. - No sé qué habría hecho sin tu consejo, aún huyo de esas nuevas emociones.

Shion sonrió y le dio una palmada en la espalda. - No hay problema, Dégel. Eso es lo que son los amigos para. Ahora, ve y habla con Camus. ¡Buena suerte! - Después de decir esto, Shion regresó al santuario.

Dégel lo miró de nuevo regresar y después se dirigió hacia la cabaña donde Camus estaba esperando. Se sentía un poco nervioso, pero también determinado. Iba a confesarle sus sentimientos a Camus, no importaba lo que suceda.

Dégel se acercó a la cabaña, entró en la pequeña cocina donde Camus estaba preparando chocolate caliente con aquellos ingredientes que dejaron la última vez. Se detuvo en la puerta y se quedó sin palabras al ver a Camus ahí rodeado de vapor y con una sonrisa en el rostro.

Camus estaba concentrado en su tarea, y no se dio cuenta de que Dégel estaba detrás suyo observándolo. Dégel se sintió un poco hipnotizado por la escena, y se perdió admirando a Camus. La forma en que movía sus manos con destreza, la forma en que su cabello rojizo se asomaba un poco a los lados de su rostro, la forma en que su sonrisa iluminaba toda la habitación... Se sintió un poco abrumado por la belleza de Camus, y no supo qué decir.

Se quedó sin saber que hacer recargado en la puerta, sin reaccionar. Camus, por su parte, seguía preparando el chocolate caliente, ajeno a la presencia de Dégel.

Finalmente, Dégel se dio cuenta de que debía decir algo, o de lo contrario Camus se daría cuenta de que estaba allí y se sentiría incómodo. Pero ¿qué podía decir? ¿Cómo podía expresar lo que sentía en ese momento? Justo cuando él está preparando un chocolate caliente.

- Huele bien - Habló Dégel finalmente, tratando de romper el silencio.

Camus se volvió hacia él y sonrió - Gracias... Solía hacer esta bebida para Hyoga e Isaac, en mi época de maestro con ellos. Les gustaba mucho, sobre todo en este frío lugar.

Dégel estaba dispuesto a hablar de una vez por todas con Camus sobre aquel sentir que no puede procesar del todo en su día a día.
Justo cuando Dégel estaba a punto de hablar con Camus y confesarle sus sentimientos, el sonido de la puerta lo interrumpió.

- Al fin puedo verlos - Saludó Unity, entrando en la cabaña con una gran sonrisa en el rostro - Vine días atrás a visitarlos y nadie salió.

Dégel se sintió un poco frustrado por la interrupción. Había estado a punto de hablar con Camus y ahora se sentía como si hubiera perdido el momento.

Camus, por su parte, se dirigió hacia Unity y sonrió - Solo estábamos preparando un poco de chocolate caliente ¿Quieres unirte a nosotros?

Unity asintió y se sentó en una de las sillas de la cabaña - ¡Claro que sí! Me encanta el chocolate caliente... Sobre todo en ese lugar.

Dégel se sintió un poco incómodo por la presencia de Unity. No quería hablar con Camus delante de su amigo, pero no sabía cómo deshacerse de Unity sin ser descortés.

Mientras tanto, Camus se puso a servir el chocolate caliente en tres tazas y se sentó con Unity y Dégel - Bueno, ¿qué noticias traes? -  Preguntó a Unity - Nosotros tuvimos que salir de imprevisto a una misión que le asignaron a Dégel.

Unity comenzó a contarles sobre sus últimos días después de aquella vez que se vieron y mientras escuchaba, Dégel se sentía cada vez más frustrado por no poder hablar con Camus. ¿Cuándo podría encontrar el momento adecuado para confesarle sus sentimientos?
El tiempo no se puede detener.

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Más Allá De La LealtadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora