‧₊˚🖇️29: 𝐹𝑖𝑙𝑜 𝑐𝑎𝑟𝑚𝑒𝑠𝑖́ ✩

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(Aviso: Este capítulo no fue revisado, pues el tiempo que tengo en este momento no me ayuda. Si ven algún error ortográfico o lo que sea, ignoren.)

El despertar fue lento, envuelto en un adormecimiento pesado y un dolor latente en su costado. Sanji parpadeó, su vista nublada al principio, tratando de ubicarse en la habitación. El olor a desinfectante le confirmó lo evidente: estaba en el hospital. Sus recuerdos eran fragmentos confusos-el dolor ardiente, las voces lejanas, el murmullo constante de los médicos.

Exhaló despacio y movió la cabeza con cautela. No tardó en notar un peso sobre sus piernas.

Zoro.

Estaba ahí, con la cabeza apoyada en sus brazos cruzados sobre la cama, respirando lenta y pesadamente, sumido en un sueño profundo. Su cabello estaba desordenado, mechones verdes cayendo sobre su frente, y sus facciones reflejaban el cansancio acumulado. Incluso dormido, tenía el ceño fruncido, como si no pudiera librarse de la tensión ni en ese estado.

Sanji se quedó mirándolo, sin darse cuenta de cuánto tiempo pasaba.

Era extraño. No debía sentirse así, no después de todo lo que había pasado. No después de haber estado en el suelo, sangrando, preguntándose si Zoro siquiera aparecería. Pero ahora estaba ahí, con su cuerpo encorvado sobre la cama como si no hubiera querido alejarse.

Sanji tragó saliva, bajando la vista a la mano de Zoro, que descansaba cerca, los dedos ligeramente cerrados. ¿Cuánto tiempo había estado ahí? ¿Había dormido en esa posición toda la noche?

Sin pensarlo, levantó la mano y, con el roce más leve, deslizó los dedos por la mejilla de Zoro.

Era cálida.

Sanji sintió un nudo en el pecho, uno que no supo interpretar. Tal vez por el cansancio, tal vez por la medicación, pero durante un breve segundo, se permitió el contacto. Deslizó su pulgar con suavidad antes de apartarse rápidamente, como si hubiera hecho algo que no debía.

Pero Zoro no se despertó.

Sanji cerró los ojos, soltando el aire muy despacio. Se obligó a mirar al techo, alejando los pensamientos confusos de su mente.

Fue un movimiento apenas perceptible, pero de pronto el peso sobre sus piernas cambió. Zoro exhaló y, con un pequeño gruñido, se movió, estirando los brazos antes de parpadear con lentitud.

Lo primero que vio fue a Sanji despierto.

Sanji sintió su mirada fija en él, pero no reaccionó de inmediato. Mantuvo la vista en la ventana, como si nada hubiera pasado.

-...Estás despierto.

Su voz sonaba áspera, baja.

-Eso parece. -Sanji se encogió levemente de hombros, fingiendo indiferencia.

Zoro se enderezó lentamente, frotándose el rostro con una mano. Parecía agotado.

El silencio se alargó entre ellos.

Zoro apretó la mandíbula y desvió la mirada, sus puños cerrándose con fuerza.

-Lo siento.

Sanji parpadeó y finalmente lo miró.

-¿Por qué demonios te disculpas?

Zoro frunció el ceño.

-Por no estar ahí.

Sanji sintió algo en su pecho al escucharlo, pero lo ignoró. Soltó una risa seca.

-Eres un maldito idiota. No tienes la culpa de nada.

Quiero Ser Tuyo (Zosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora