El cielo estaba cubierto por un manto gris que parecía tragarse cada rayo de sol. Las gotas de lluvia caían con suavidad al principio, como si el cielo apenas quisiera susurrar sus secretos. Las hojas marchitas cubrían las aceras, humedecidas y oscuras, mientras el olor a tierra mojada se mezclaba con el aire frío de mediados de noviembre.
Sanji caminaba bajo su paraguas negro, su silueta elegante destacando entre los transeúntes apresurados que huían de la llovizna. Llevaba las manos metidas en los bolsillos de su abrigo beige, el humo de su cigarrillo se perdía entre la bruma que la lluvia dejaba en el ambiente.
-¿Por qué diablos salí hoy? -murmuró, exhalando el humo lentamente.
No muy lejos de él, Zoro permanecía bajo el alero de una tienda cerrada. Su chaqueta verde oscuro tenía gotas de agua dispersas, y su cabello, aunque corto, ya comenzaba a empaparse. Cuando sus ojos se encontraron, ambos se detuvieron, como si el tiempo hubiese decidido pausarse solo para ellos.
-¿Qué haces aquí, marimo? -preguntó Sanji, alzando una ceja mientras se acercaba.
-¿No debería preguntarte lo mismo? -respondió Zoro con ese tono tranquilo y grave que tanto lo caracterizaba.
Sanji bufó con suavidad, pero extendió su paraguas para cubrir al otro. Zoro se quedó en silencio un momento antes de dar un paso más cerca.
-¿Quieres caminar? -preguntó el rubio, con la mirada clavada en el pavimento mojado.
Zoro asintió y comenzaron a caminar juntos bajo el paraguas. Las gotas repiqueteaban sobre la tela como una melodía suave, y el sonido de sus pisadas resonaba contra los charcos dispersos por la calle.
-Siempre he pensado que la lluvia tiene algo especial -comentó Sanji tras un rato de silencio-. Como si el mundo quisiera limpiarse de algo.
-O como si tratara de esconder las lágrimas de alguien -respondió Zoro con voz baja.
Sanji lo miró de reojo, sorprendido por la profundidad de sus palabras. Por un momento, ninguno de los dos dijo nada más.
El viento sopló con más fuerza, obligándolos a buscar refugio bajo un pequeño puente de piedra que cruzaba un canal casi seco. El agua de la lluvia goteaba desde los bordes, formando pequeñas cortinas líquidas a su alrededor.
-¿Por qué siempre estás ahí cuando más lo necesito, marimo? -murmuró Sanji, encendiendo otro cigarrillo con manos ligeramente temblorosas.
-¿Te molesta? -respondió Zoro, apoyando la espalda contra la pared fría del puente.
-No... -Sanji sonrió levemente-. De hecho, es bastante reconfortante.
Zoro lo miró fijamente, su expresión era seria pero había algo cálido en sus ojos oscuros. Sanji sintió su corazón dar un vuelco y desvió la mirada, avergonzado de lo que pudiera reflejar su rostro.
-Sanji... -llamó Zoro suavemente.
El rubio levantó la vista y, en un impulso que ni siquiera él entendió, extendió una mano y la colocó sobre el pecho de Zoro, justo donde su corazón latía con fuerza.
-¿Por qué haces esto tan difícil, marimo? -preguntó en voz baja, su voz casi ahogada por el ruido de la lluvia.
Zoro tomó la mano de Sanji con cuidado, sosteniéndola entre las suyas.
-Porque tú también lo haces difícil, cocinero -respondió con sinceridad.
El silencio que siguió fue casi ensordecedor, solo interrumpido por el murmullo del agua cayendo a su alrededor. Sanji dejó caer el cigarrillo al suelo mojado, y cuando Zoro inclinó ligeramente la cabeza hacia él, sus frentes se tocaron con suavidad.
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Quiero Ser Tuyo (Zosan)
Romance"Sanji siempre ha sido un hombre marcado por las sombras de su pasado: una infancia rota, un padre cruel y cicatrices que nunca terminan de sanar. Sin embargo, todo cambia cuando conoce a Zoro, un espadachín de pocas palabras pero con una presencia...
