Los días pasaron. Casi tres semanas habían transcurrido, como un suspiro largo y tenue.
Sanji, finalmente, recibió el alta. Su cuerpo aún arrastraba los vestigios del dolor, pero su alma, por primera vez en mucho tiempo, se sentía liviana, como si una brisa cálida la acariciara desde adentro. Zoro cumplió su promesa. Lo llevó de vuelta a su departamento, y desde entonces, lo cuidaba con una naturalidad tan suave que parecía haber nacido para ello. Atendía su espacio como si también le perteneciera, como si su hogar estuviese, desde siempre, donde Sanji respiraba.
No hablaban mucho del "incendio", de las llamas que casi los arrastran. No era necesario. Se entendían en los silencios compartidos, en los cafés tibios durante la madrugada, en las miradas que decían más que cualquier palabra. Habían encontrado algo sagrado entre las ruinas de su pasado: la paz del ahora.
Esa tarde, la lluvia cayó sin aviso. Un aguacero feroz, como si el cielo necesitara llorar todo lo que ellos ya no podían. Las gotas golpeaban los cristales con fuerza, desesperadas por entrar, por formar parte de ese pequeño refugio donde dos almas heridas aprendían a amarse.
-¿Vamos al parque? -preguntó Zoro, sin previo aviso, desde el sofá.
Sanji lo miró con el ceño fruncido, como si el otro hubiera perdido la cordura. Pero había algo en su voz... algo cálido, algo que lo empujó a asentir.
-Está bien... Pero... -Sanji lo observó, con una mezcla de confusión y ternura- ¿Por qué con este frío?
Zoro sonrió apenas, como si ocultara un secreto en la comisura de los labios. Se levantó lentamente, y se acercó a él. Sus pasos eran suaves, casi reverentes.
-Solo quiero estar contigo... bajo la lluvia -susurró con un tono que acariciaba más que hablaba-. ¿Acaso no puedo desear un momento a solas con mi pareja?
Sanji soltó una pequeña risa, cargada de calidez. Se dejó abrazar cuando Zoro lo atrajo por la cintura, y apoyó su frente contra su pecho.
-Claro que puedes, marimo tonto...
Zoro rio también, y dejó un beso en la frente del rubio, suave como una promesa.
-Eres lo mejor que me ha pasado -murmuró en su oído, con una ternura que heló el mundo por un instante, y luego lo llenó de fuego.
Sanji sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no se apartó. Sonrió. Y se aferró más a él.
-Te amo -susurró, dejando un beso casi invisible en el hombro de Zoro-. Vamos al parque, mi marimo...
‧₊˚🖇️✩
No llevaron paraguas. No hacía falta.
Caminaron bajo la lluvia helada, en un silencio dulce, hasta llegar al mismo parque donde una vez se habían cruzado como extraños con destino entrelazado. Donde sus ojos hablaron antes que sus bocas. Donde todo empezó a cambiar.
Estaba vacío, por supuesto. Solo ellos eran lo suficientemente valientes -o lo suficientemente locos- para buscar consuelo entre gotas de hielo.
Zoro se detuvo en medio del pasto empapado, cerró los ojos y dejó que la lluvia lo cubriera como un velo. Sanji lo imitó. Ambos respiraron. Sintieron. Existieron.
Y entonces, como si algo antiguo se quebrara sin dolor, Sanji rió. Fue una risa pequeña, húmeda, con grietas. Una risa que había estado esperando años para escapar.
-¿Sabes? -dijo, con los ojos aún cerrados-. Cuando era niño, creí que nunca saldría de ese sótano.
Zoro lo observó. No interrumpió. Solo lo dejó hablar.
ESTÁS LEYENDO
Quiero Ser Tuyo (Zosan)
Romance"Sanji siempre ha sido un hombre marcado por las sombras de su pasado: una infancia rota, un padre cruel y cicatrices que nunca terminan de sanar. Sin embargo, todo cambia cuando conoce a Zoro, un espadachín de pocas palabras pero con una presencia...
