‧₊˚🖇️30: À bout de cœur

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«Si c’est la fin, alors laisse-moi t’aimer jusqu’au bout de cœur.»

El cielo seguía nublado. Pequeños copos de nieve caían con lentitud sobre la ciudad, como si el mundo estuviera en pausa, suspendido en un momento de calma. La nieve cubría los tejados y los árboles desnudos, tiñendo el paisaje de un blanco sereno. Todo se veía tranquilo. En paz.

Pero la mente de Zoro, de pie afuera de su casa, era un torbellino de caos. Pensamientos iban y venían como cuchillas, buscando desesperadamente una forma de hallar y localizar al bastardo de Judge... y a la mujer.

No podía pensar con claridad. La furia le nublaba la mente, le quemaba el pecho. Hacía mucho tiempo que no tenía pensamientos tan oscuros como los que lo consumían en ese instante.

Suspiró, alzó la vista y se permitió mirar el cielo. A pesar de estar cubierto de nubes, seguía viéndose hermoso. Cerró los ojos. Una brisa fría le acarició el rostro como una mano suave, y por un segundo —solo un segundo— se sintió un poco más liviano.

Abrió los ojos con lentitud, soltando otro suspiro. Más relajado.

Hacía mucho frío. No dudó en entrar a su casa.

Se quitó el abrigo en la entrada y lo dejó colgado en el perchero. Caminó hacia su habitación, con pasos firmes, tensos. Al llegar a la cama, se sentó en el borde, apoyando los codos en sus rodillas, las manos unidas, la cabeza baja.

Pensaba y pensaba, pero no tenía idea de cómo encontrarlos. Hasta que un nombre vino a su mente como un relámpago en medio de la tormenta.

Una mujer.

Increíblemente inteligente.

Obvio.

Robin.

‧₊˚🖇️✩

Estaba parado frente a una casa blanca, decorada con flores moradas y rosas al pie de la entrada. La conocía bien. Conocía su olor, su calma, su energía.

Tocó el timbre.

—Ya voy —se escuchó una voz suave desde adentro.

La puerta se abrió, y allí estaba ella. La hermosa pelinegra, con su sonrisa tranquila, sus ojos sabios.

—Señor espadachín —dijo Robin con una sonrisa—. ¿Qué lo trae por aquí?

—Robin... —Zoro soltó un leve suspiro—. Necesito tu ayuda.

Robin lo miró con esa mirada suya, profunda, capaz de ver a través de todo. Hasta en los silencios encontraba significado.

—Entra entonces —respondió, moviéndose hacia un lado para dejarlo pasar.

‧₊˚🖇️✩

Sentados en la sala, Robin tomaba una taza de té con elegancia, las piernas cruzadas con naturalidad. Zoro le había contado todo. Lo que había escuchado. Lo que le había pasado a Sanji. Lo que sentía.

Robin solo escuchaba, atenta, paciente. Como siempre.

Luego de un sorbo largo de su té, dejó la taza sobre la mesa y lo miró con determinación.

—Te ayudaré… pero será difícil —dijo, suspirando con suavidad—. Encontrar el paradero de ese viejo y de esa mujer no será algo que descubra en un minuto. Sin embargo…

Sonrió levemente, con esa confianza serena que siempre la envolvía.

—Te doy mi palabra, Zoro. Te diré dónde están.

Quiero Ser Tuyo (Zosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora