‧₊˚🖇️11: ¿𝑄𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜? ✩

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Sanji caminaba con paso apresurado bajo la lluvia, dejando que las gotas empaparan su ropa y su cabello. Su corazón aún latía con fuerza por la conversación con Zoro, y cada vez que recordaba las palabras del espadachín, sentía ese extraño malestar en el pecho.

—¿Qué demonios me pasa…? —murmuró para sí mismo, apretando los puños.

El frío le calaba los huesos, pero siguió avanzando hasta llegar al Baratie. Las luces del restaurante estaban apagadas, y las cortinas cerradas indicaban que todos ya estaban dormidos. Suspiró aliviado; no estaba de humor para enfrentar a nadie.

Abrió la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido. Subió las escaleras a su habitación, cerró la puerta tras de sí y se dejó caer contra ella, soltando un largo suspiro.

—Maldición…

Se quitó los zapatos sin preocuparse de dónde caían y se dejó caer sobre la cama, aún con el abrigo del espadachín sobre los hombros. Su aroma seguía impregnado en la tela, y eso lo hacía sentir peor.

—¿Por qué sigo pensando en él? —murmuró, llevándose una mano al rostro—. Esto no tiene sentido.

Miró al techo con los ojos abiertos de par en par. Todo en su cabeza era un caos. Nunca había sentido algo así antes, y no sabía cómo lidiar con ello.

—Me gusta ese idiota… —admitió en voz baja, con un tono lleno de frustración.

Era la primera vez que ponía en palabras lo que sentía, y la confesión le golpeó más fuerte de lo que esperaba. Cerró los ojos con fuerza, intentando ignorar el dolor en su pecho.

—Soy un maldito idiota…

Sanji giró sobre la cama, apretando la almohada contra su rostro, como si eso pudiera detener la maraña de emociones que lo consumía.

‧₊˚🖇️✩

Zoro también caminaba bajo la lluvia, con las manos en los bolsillos y una expresión más seria de lo habitual. Había dejado que Sanji se marchara, aunque todo en su interior le decía que lo siguiera.

—Adiós, cocinero…

Sus palabras seguían resonando en su mente. Quizás había sido un error confesarle que estaba enamorado, pero en el momento no había sabido cómo detenerse.

—Soy un completo idiota… —murmuró, pateando una piedra en el camino.

La lluvia no parecía detenerse, y aunque el frío comenzaba a calar en su cuerpo, no le importaba. Su mente estaba demasiado ocupada analizando todo lo ocurrido.

Entonces, una idea cruzó por su cabeza, una lo suficientemente retorcida como para hacerle esbozar una sonrisa.

—¿Poner celoso al cocinero? —murmuró para sí mismo, mientras sus labios se curvaban en una sonrisa traviesa—. Suena interesante.

La idea de provocarlo, de sacarlo de su zona de confort, empezó a formarse lentamente en su cabeza. Si Sanji estaba tan molesto y distante, tal vez era porque sentía algo. Y si ese era el caso, entonces hacerle admitirlo sería su siguiente paso.

Con esa idea en mente, Zoro siguió caminando bajo la lluvia, dejando que el frío lo ayudara a ordenar sus pensamientos.

‧₊˚🖇️✩

Sanji había pasado horas girando en la cama, incapaz de conciliar el sueño. Miró el reloj: 3:42 a. m. Sus ojos estaban cansados, pero su mente seguía llena de imágenes del espadachín.

—No puedo seguir así… —murmuró, sentándose en la cama y frotándose el rostro con ambas manos.

Se levantó y caminó hacia la ventana, abriéndola para dejar entrar el aire fresco de la noche. Respiró hondo, intentando calmarse, pero el frío solo le hizo recordar la calidez del abrigo que aún llevaba puesto.

—Maldición, Marimo…

Volvió a sentarse en la cama, tomando su teléfono sin pensar demasiado. Abrió un buscador y escribió algo impulsivamente: "Cómo saber si estás enamorado."

Los resultados lo hicieron fruncir el ceño. Muchos artículos parecían demasiado obvios o ridículos, pero uno de ellos llamó su atención: un test.

—Esto es estúpido… —murmuró, pero sus dedos ya estaban seleccionando las preguntas.

A medida que respondía, sentía una mezcla de nervios y vergüenza. Cada pregunta le recordaba algo del espadachín: cómo lo miraba, cómo lo hacía enojar, y cómo, últimamente, esas discusiones terminaban en algo más personal.

Cuando llegó al final, respiró hondo antes de ver el resultado.

—Vamos, será una tontería… soy heterosexual, siempre he sido…

Pero cuando el resultado apareció en pantalla, dejó caer el teléfono sobre la cama, con los ojos abiertos de par en par.

"Probablemente bisexual."

—No puede ser… —susurró, sintiendo que el mundo entero se tambaleaba bajo sus pies.

Se recostó de nuevo, esta vez con la mirada fija en el techo. Todo era un desastre, y lo peor era que no sabía cómo arreglarlo.

—Esto es imposible…

Sin embargo, a pesar de su confusión, no pudo evitar pensar en Zoro una vez más. Y con ese pensamiento, finalmente comenzó a quedarse dormido, aunque su corazón seguía latiendo con fuerza.

Quiero Ser Tuyo (Zosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora