‧₊˚🖇️24: 𝑈𝑛 𝑟𝑖𝑛𝑐𝑜𝑛 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 ✩

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Habían pasado días desde la última vez que Zoro y Sanji se habían visto. Al principio, los mensajes de Sanji eran breves y educados, pero con el tiempo comenzaron a ser más escasos, hasta el punto en que Zoro apenas obtenía respuestas.

Sanji: Ocupado, hablamos otro dia, marimo.

Había sido lo último que Sanji le escribió.

Zoro había intentado no tomárselo personal. Después de todo, Sanji siempre parecía estar ocupado con algo. Pero esta vez, algo se sentía diferente. Había algo extraño en el tono seco de sus respuestas, algo que no cuadraba con el rubio parlanchín al que estaba acostumbrado.

Finalmente, cansado de esperar, Zoro decidió ir directamente al departamento de Sanji.

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El cielo estaba nublado esa tarde, y la lluvia que había caído durante la mañana había dejado las calles mojadas y un aire frío que se colaba por todos lados. Zoro caminaba con las manos en los bolsillos de su chaqueta, sus pasos firmes resonaban contra el pavimento húmedo. El olor a tierra mojada llenaba el aire, pero él apenas lo notaba. Tenía algo más importante en mente.

Cuando llegó al edificio de Sanji, dudó por un momento antes de tocar el timbre. La voz apagada que respondió confirmó sus sospechas.

-¿Quién es?

-Soy yo, abre.

Hubo un largo silencio.

-No puedo ahora, Zoro. Estoy ocupado.

-¿En serio? ¿Tanto como para no abrir la puerta?

Otro silencio incómodo se hizo presente antes de que Sanji respondiera, casi en un susurro:
-Lo siento, marimo, de verdad. Hablamos después.

Zoro apretó los dientes, frunciendo el ceño. Había algo en la voz de Sanji que no podía ignorar.

-No me importa si estás ocupado -dijo con firmeza-. Voy a esperar aquí hasta que abras.

No pasó mucho tiempo antes de que el portero automático resonara. Zoro empujó la puerta, decidido.

Cuando Sanji abrió la puerta de su departamento, su aspecto confirmó lo que Zoro había temido. Tenía ojeras profundas, el cabello desordenado, sus lentes algo mal acomodados y una expresión cansada que intentaba ocultar con una sonrisa débil.

-¿Qué haces aquí, marimo?

-Vine a ver qué te pasa. Llevas días evitándome.

Sanji suspiró y se apartó para dejarlo pasar.

-No es nada, solo he estado ocupado.

Zoro lo miró fijamente, cerrando la puerta detrás de él.

-Eso es mentira y lo sabes.

Sanji trató de desviar la conversación, pero Zoro no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Finalmente, Sanji se dejó caer en el sofá, hundiendo el rostro entre las manos.

-Es complicado, Zoro... No quiero involucrarte.

-Eso no depende de ti, idiota. Si algo te está molestando, quiero saberlo.

Sanji alzó la mirada. Sus ojos reflejaban un cansancio y una tristeza que Zoro nunca había visto antes. Por un momento pareció a punto de hablar, pero finalmente negó con la cabeza, forzando una sonrisa.

-Déjalo, ¿sí? Mejor hablemos de otra cosa.

Zoro suspiró. No iba a presionarlo, pero no podía dejarlo así. Tras un momento de silencio, dijo:

Quiero Ser Tuyo (Zosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora