Quiero Ser Tuyo (Zosan)

‧₊˚🖇️26: 𝐸𝑙 𝑙𝑒𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 "𝑇𝑖𝑔𝑟𝑒 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑒"

(Si ven algo sin sentido ignorenlo, estoy algo ocupada entonces necesito estudiar. Nos leemos♡)

Zoro tenía apenas diez años cuando la vida le arrebató a su mayor amiga y confidente, Kuina. Aquella tarde de despedida había quedado grabada en su memoria como una herida abierta, una cicatriz que jamás sanaría por completo. La última vez que la vio, estaban en el dojo, riendo y retándose a ser mejores; sus pequeños dedos entrelazados sellaron una promesa inocente, una promesa de superarse y, algún día, enfrentarse en un duelo de espadas. Pero al día siguiente, la realidad se torció: Kuina se había marchado, dejando a Zoro sumido en un silencio doloroso.

El dolor se transformó en rabia. Esa mezcla de tristeza, culpa y furia ardía en su pecho, y en la soledad de su habitación, el eco de las risas de Kuina se mezclaba con el grito silente de su desesperación. Fue en esos momentos oscuros que Zoro juró no dejarse vencer; se prometió a sí mismo convertirse en el mejor espadachín, no solo para honrar la memoria de Kuina, sino para demostrar que el dolor no definiría su destino.

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Con el paso del tiempo, Zoro se dio cuenta de que las palabras y las promesas eran insuficientes para llenar el vacío que le había dejado la pérdida. En la preparatoria, mientras sus compañeros hablaban de sueños y romances, él se refugiaba en la soledad de los entrenamientos. La escuela era solo un escenario más donde su mente divagaba en recuerdos y resentimientos.

Fue en esa etapa cuando comenzaron a circular rumores sobre un circuito clandestino de peleas: jaulas en las que jóvenes luchadores se enfrentaban en combates brutales, apostando no solo dinero, sino su propia supervivencia. Al principio, Zoro miraba estos combates con una mezcla de horror y fascinación. Sin embargo, la llamada de la venganza interna y la necesidad de demostrar su valía fueron demasiado fuertes. Decidió, en silencio, asistir a una de esas peleas.

Allí, en un oscuro almacén abandonado, el estruendo de la multitud y el olor a sudor y sangre crearon una atmósfera casi mística. Zoro se sintió atraído por la crudeza de aquellos enfrentamientos, donde cada golpe era un grito de desafío contra el destino. Esa noche, sin pensarlo, se inscribió para luchar. No sabía que ese paso marcaría el comienzo de su transformación.

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El primer combate fue una mezcla de nervios y adrenalina. Apenas un adolescente, Zoro se subió a la jaula sin esperar la aprobación de nadie. El ambiente era tenso: la multitud vitoreaba, las luces parpadeaban sobre el ring improvisado, y el aire estaba impregnado de expectación. Con cada movimiento, con cada golpe, se fue despojando del dolor y, al mismo tiempo, ganando una notoriedad que pronto se transformaría en leyenda.

Después de varias peleas, la noticia se difundió: el chico que había surgido del dolor y la rabia era imparable. La gente comenzó a llamarlo “El Tigre Verde”. No era solo su pelo o su mirada penetrante, sino la ferocidad con la que luchaba, la manera en la que parecía canalizar el dolor de su pasado en cada golpe. Cada combate era un grito silencioso, una respuesta a la injusticia que había sentido desde la pérdida de Kuina.

En aquellas peleas clandestinas, Zoro aprendió no solo a pelear, sino a sobrevivir. Se enfrentó a contrincantes mucho más experimentados, y con cada victoria, su reputación crecía. Las apuestas se elevaban, y sus hazañas se convirtieron en relatos que se contaban en callejones y rincones oscuros de la ciudad. Con el tiempo, incluso los organizadores y apostadores comenzaron a prestar atención a aquel joven prodigio.