‧₊˚🖇5: 𝑆𝑜𝑙𝑒𝑑𝑎𝑑 ✩

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Cuando el rubio terminó de trabajar, salió del Baratie y se dirigió a su casa. Zeff se quedó en el restaurante, diciendo que tenía asuntos importantes que atender. Sanji no insistió, ya que estaba acostumbrado a esas excusas.

Al llegar a su departamento, dejó la mochila en un rincón y se dejó caer sobre el sofá. Estaba exhausto, más de lo que había esperado. No solía tomarse descansos, a pesar de que Zeff le había sugerido muchas veces quedarse en casa para relajarse, pero Sanji siempre se negaba.

—No quiero quedarme en casa porque no quiero molestarte —decía, aunque en realidad no era eso lo que lo preocupaba. La verdad era que le aterraba la soledad. En el Baratie, al menos podía escuchar las conversaciones de los clientes, el bullicio de la cocina, o simplemente el sonido de la vida pasando. Pero en su casa... todo lo que escuchaba era el silencio. Un silencio que se le hacía pesado, opresivo, como si el tiempo se detuviera y lo dejara atrapado en sus propios pensamientos.

Odiaba la soledad. Y aunque a veces trataba de convencerse de que podía manejarla, siempre era más difícil de lo que pensaba. Hoy no era diferente.

Se dejó caer en el sofá, el peso de la fatiga apoderándose de él. Miró a su alrededor, pero el vacío de la habitación solo lo hacía sentir más solo. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, y un nudo se formó en su pecho. Recordó su pasado, cómo su padre lo repudiaba, cómo sus hermanos lo ignoraban, mientras que su madre y su hermana siempre estaban a su lado, tratándole con un cariño que nunca había conocido en su padre.

Se preguntó cómo estaría Reiju. Hacía tanto tiempo que no la veía... dudaba que ella lo recordara. Un suspiro escapó de sus labios. Sanji no quería pensar más en eso. No quería pensar en todo lo que había perdido.

El ruido de los autos fuera de la ventana se filtró en la habitación, pero parecía que no importaba. Se acomodó más en el sofá, miró al techo, pero aún así, el silencio lo envolvía. Solo. Una vez más, estaba solo.

De repente, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Recordo a Zoro, el tipo que pensaba que excited significaba excitado, y que gracias a eso tuvieron un momento agradable y gracioso. No podía evitar reírse, aún le parecía gracioso. Era tan... Zoro. A pesar de lo molesto que había sido, no podía evitar sentirse un poco más ligero al pensar en él.

Las lágrimas, sin embargo, regresaron sin previo aviso, llenando sus ojos de nuevo. Sanji las secó rápidamente, pero no pudo detenerlas. Suspiró con frustración, pero aun así, se levantó del sofá y fue al baño para darse una ducha. El agua caliente siempre lo ayudaba a calmarse, a aclarar su mente y, de alguna forma, a aliviar la tristeza que siempre lo acechaba cuando estaba solo.

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Cuando salió de la ducha, se cambió a su pijama, se puso sus anteojos y volvió al sofá. Miró el techo otra vez, pero esta vez con una ligera sensación de alivio. No estaba completamente bien, pero al menos no se sentía tan abrumado. Cerró los ojos y, sin querer, comenzó a recordar un momento de su infancia. Recordó el día en que su madre lo había llevado al parque para su séptimo cumpleaños. Aunque su madre no pudo estar mucho tiempo con él, ese recuerdo era uno de los más preciados que tenía.

El aroma de la comida que ella le había preparado, aunque no tan sabrosa, había sido la mejor de todas. Sanji siempre pensaba que si ella hubiera podido estar más tiempo, habría sido capaz de enseñarle a disfrutar de otras cosas, como disfrutar del momento, incluso cuando las cosas no eran perfectas.

A medida que los recuerdos de su madre invadían su mente, una lágrima se deslizaba por su mejilla. Sin darse cuenta, su cuerpo se relajó, y en medio de esa paz momentánea, se quedó dormido con una ligera sonrisa en el rostro. La soledad seguía ahí, pero por un breve instante, se sintió más tranquilo, como si, tal vez, ya no estuviera tan solo como antes.

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Sanji seguía dormido, su cuerpo relajado, pero su mente seguía trabajando a su propio ritmo. No soñaba, pero en su estado semi-adormecido, sus pensamientos vagaban entre el pasado y el presente, como si se debatieran por encontrar un lugar al que pertenecer.

Recordó a Zeff y cómo siempre insistía en que descansara más, cómo siempre le decía que no se maltratara tanto. Pero no era tan sencillo. ¿Cómo podría descansar cuando había tantos recuerdos difíciles de procesar? ¿Cómo podría relajarse cuando lo único que tenía era esa sensación de vacío que se le acumulaba en el pecho?

Se estiró un poco sobre el sofá, como si intentara sacudirse esa tristeza que, a pesar de su deseo, no se desvanecía. Pero algo lo hizo detenerse, algo tan sutil como el sonido del viento fuera de la ventana. El viento, esa constante compañía de su vida, que siempre había estado ahí, que nunca lo había dejado solo. Tal vez, pensó Sanji, en alguna forma, nunca lo estaría.

Entonces, una leve sonrisa se asomó a su rostro, mientras su mente comenzó a reconstruir el pedazo de esperanza que había perdido hacía tanto tiempo. Recordó los momentos en el Baratie, cuando la cocina, aunque bulliciosa, le traía consuelo. Recordó las palabras amables de Zeff, y por encima de todo, pensó en aquel chico que, de alguna manera, se había metido en sus pensamientos sin que él lo deseara. Zoro. Ese tipo callado que había comenzado a formar parte de su rutina sin que Sanji se diera cuenta.

Sanji suspiró, pero esta vez no fue por tristeza. Fue por una mezcla de aceptación y algo más, algo que no podía identificar aún, pero que comenzaba a sentir con más claridad.

Y mientras cerraba los ojos nuevamente, esta vez con una sensación más cálida en su pecho, se dio cuenta de que no todo estaba perdido. Aunque la soledad lo hubiera invadido tantas veces, todavía quedaba algo por descubrir. Quizás no solo en el trabajo, o en el Baratie, o en el ruido de la ciudad. Quizás, solo quizás, también podía encontrar algo más en las personas que lo rodeaban.

Pero por ahora, todo lo que necesitaba era descansar, dejar que sus pensamientos se calmaran y no luchar más contra ellos. Y con esa paz momentánea, finalmente se dejó llevar por el sueño, sin que la soledad lo arrastrara más allá de lo necesario.

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No saben cuanto me estoy muriendo de sueño y sigo mejorando capítulo por capítulo, y eso que sigo en el cinco y son veintidós. (っ◞‸◟c)

Quiero Ser Tuyo (Zosan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora