Capítulo once

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    Se me va el corazón del cuerpo cuando doy ese respingo que me pudo llevar al cielo. Reconocí la voz; por todas las vírgenes. Era demasiado bueno para ser real; era demasiado que él andara en la camioneta y no por su cuenta. No me quiero girar... No lo quiero mirar...

— ¿Sí? Eh... — comenzó a hacerse el loco — ¿Te comieron la lengua?

Exhalé por la boca. Yo puedo con él. — ¡Ah! — me agaché para recoger mis cosas que las había tirado del susto — No te vi venir...

— No, pues claro que no me viste venir. — ironizó — ¿Tienes ojos en la espalda?

— Tú parece que sí...

Lo veo apoyado del ventanal del establecimiento con una pierna enganchada y sus manos escondidas en las bolsas de su pantalón. Reparo en que ésta vez ambos vamos vestidos del mismo color -aunque de él no es de extrañarse-. Trae otra chaqueta puesta. Muy distinta a la que me había prestado. La que tengo yo es de cuero y seda por dentro y la que tiene él es de mezclilla. Por mi menté pasó cualquier situación en la que Exton le entregue sus chaquetas a todas las chicas que le digan que tienen frío; no le importaría porque sabría que encontraría otra más qué ponerse al día siguiente... De momento quise asfixiarlo con la chaqueta.

— Aquí tienes tu...

— ¿Qué haces aquí? — me interrumpió cuando hice ademán de quitarme su chaqueta.

Apreté mi mandíbula — ¿Qué haces tú aquí?

— ¿Qué crees que se hace en una gasolinera?

— Me encontré con Nate... — solté para ver su reacción.

— Lo sé.

— ¿Lo sabes?

— Los vi hablando. — dijo escéptico.

Comencé a divagar un poco — ¿Y por qué no te fuiste con ellos?

— ¿Porque vine en mi auto? — dijo con obviedad señalando su auto con un movimiento de cabeza a sus espaldas.

La conversación se muere en el aire y nuestro silencio jamás será uno de mis favoritos. Es demasiado tenso e incómodo. Hoy es cuando menos sé que decir porque llevo su jodida chaqueta puesta cuando MENOS quería encontrármelo. Pero mi suerte es mejor que la del Titanic.
Cuando alcé la mirada para ver si tenía planes de sacarnos de el jodido silencio -lo que probablemente terminara en yo matándolo a él- lo agarré mirándome. ¡Al fin podría darle por dónde más él mi había jodido y no tendría justificaciones! Estaba mirándome de pies a cabeza. Era obvio que sabía que ésta era su chaqueta y sin más demoras estaba encantada en tirársela para que no hubiera razones de encontrarnos nunca más.
No obstante, su mirada azul se detuvo de golpe en un puño fijo de mi cuerpo y me estremecí. Sus pupilas se dilataron como las de un gato mirando y mirando. Traté de ojearme yo misma sin parecer que quería hundirme el cuello dentro de los hombros tratando de descifrar a dónde se dirigía su mirada. En cambio, me encuentro con que no llevo mi cadena puesta y me alarmé de repente. ¿¡Cuando la perdí y en dónde? ¿Desde cuando llevaba sin ella? ¡Si antes de ir a la universidad la traía puesta! ¿Cuando cojones?

— ¿Ibas a algún lugar? — preguntó de repente sacándome de mi voz interna.

— A repostar mi auto.

Resopló — ¿Además de eso, genio?

— No, no iba... — ¿por qué carajos estoy contestándole? — ¡Quiero decir...

Afternoon » njh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora