Maratón » parte uno
Se me había pasado desactivar la alarma y hoy en la mañana del viernes la tenía pegada en el oído. Gruñí revolviéndome en la cama hasta que alcancé a apagarla. Para cuando intenté retomar el sueño ya me había molestado demasiado y no había cosa que me hiciera volver a pegar el ojo. Encima, había un cabrón sonido que me tenía a punto de salir con una escopeta para matar a quién fuera que no dejaba conseguir el sueño. Me iban a explotar la cabeza ya que la mínima cosa me molestaba como el diablo.
Inspiré levantándome en la cama sobre mis rodillas. Me froté la cara y me saqué todo el pelo que se me había colado encima. El maldito sonido seguía berreando. No sé qué cosa estaba agonizando, ¿pero de verdad tenía que hacerlo en mi casa? Agarré mi celular y vi que marcaban las cinco con cuarenta minutos de la madrugada. Supuse que mamá ya se había ido al trabajo y ahora no me quedaba nada qué hacer si no podía reconciliarme con mi cama.
Me arrastré hasta la ventana que estaba en la esquina de mi cama. Corrí las cortinas y pegué la cara al cristal para echarle un vistazo al amanecer. Todo parecía ir en orden hasta que sentí que mi corazón quería explotárseme en el pecho cuando vi al lobo tirado frente a la puerta de la cocina. Si el sonido se trataba de él, me suicidaría por todas las cosas que había dicho.
Me espabilé de un segundo a otro y salté fuera de la cama mejor que una rana. Salí corriendo por los pasillos escaleras abajo golpeándome la uña del pie y bajando los ángeles del cielo con mis palabrotas. Llegué cojeando a la puerta y le saqué todos los pestillos de seguridad. Cuando abrí la puerta me tiré a la nieve para llegar hasta él.
Efectivamente los sonidos venían de él. Estaba chillando de dolor. Noté que vino arrastrándose desde el bosque por el rastro de sangre que había dejado manchado en la nieve. Se me apretó el pecho. ¿Hace cuánto estaba aquí chillando? ¿Desde que empecé a escuchar el mismo sonido? ¡Maldita sea, llevaba horas! Se me apretó mucho más el nudo en la garganta por lo estúpida que fui, pero empecé cubriendo las marcas de sangre que había dejado poniéndole más nieve encima.— Hey... — susurré agachándome para buscarle la cara — ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Claramente no lo estaba pero quería suponer que la herida no era demasiado grande. Cuando le encontré el rostro estaba tiritando y respirando con dificultad. Se le habían llenado los ojos de legañas por lloriquear tanto y sus ojos azulados estaban totalmente apagados. Me cubrí la boca para sofocar el grito. De verdad que estaba agonizando. Ni si quiera me ponía la mirada en los ojos pero sabía que no estaba ignorándome.
— ¿Qué pasó? — susurré — ¿¡Quién te hizo esto!?
Temo a que alguien más se le haya ocurrido tocarlo. ¿Y si estuvieron intentando cazarlo? ¿Y si se peleó con otro animal? ¡Maldita sea, podían ser muchas cosas pero sólo podría suponer algo si le veía la herida! Me estaba desesperando demasiado porque no sabía ni cómo empezar para ayudarlo. Él había llegado hasta aquí por esa única razón, así que no podía salirme de control y desesperarme sin antes intentar ayudarlo.
Noté que su cuerpo estaba temblando. En una, sus patas comenzaron a moverse torpemente. Quería levantarse pero se notaba muy débil para hacerlo por su propia cuenta. Además, no estaba segura de ponerle un dedo encima porque sabía que no le gustaba. Sin embargo, comenzó a desesperarse cuando no podía conseguir levantar su propio cuerpo. Gruñó y gimió de dolor a la vez.— ¡Basta! — lo asusté sin querer — Vas a lastimarte más...
Logró apoyarse sobre sus dos patas delanteras pero el resto de su cuerpo estaba recostado. Resopló con fastidio y lo miré a los ojos cuando se atrevió a alzarme la mirada. Traté de socorrerlo pero su semblante no me aseguraba nada. En cambio, volvió a resoplar intentando apartarme de él.
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Afternoon » njh
FanfictionTenía dos piernas y cuatro patas. ♢ frimixn, 2015 - 2016 ♢ niall fanfic puesto con otro nombre » No se permiten adaptaciones «