Capítulo veinte y uno

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   En el atardecer Jade y yo dimos una vuelta por Barbara's y cuando vimos que las cosas estaban apretadas nos ofrecimos en ayudar un poco. No pude creer a la supergorda se rehusándose tanto en dejarnos el día libre pero en agradecimiento dejó que nos saliéramos fuera del horario. El corazón lo tenía tan blando que ya estaba preparándome para cuando se le volviera como una roca.
  Cuando el restaurante cerró yo todavía no me había movido gracias al aguacero que empezó a caer. Jade tuvo que arrancar para hacerle unas diligencias a su madre antes de que los lugares cerrarán y Cliff hoy lo había notado con una persecución de las malas, así que se había ido como alma que llevaba el diablo. No obstante, yo seguía aquí esperando por que la maldita lluvia cesara. No era demasiado tarde pero la noche iba a caerme completamente sino avanzaba y corría hasta mi auto. Estaba pensándomelo como desde hace un siglo...
   Sin embargo, cuando el frío empezó a apretarme la ropa no seguí dudándolo. Empecé a buscar mi llavero torpemente entre las porquerías que guardaba en mi bolso. En eso de forcejar la mirada, mi celular comenzó a sonar en otra parte pero encontrándolo no se me complicó nada. Aún y así, necesitaba moverme de aquí antes de que se hiciera más oscuro.

— ¿Cuándo regresaste?

— ¡Ah! — Pegué el grito respingándome con cojones. Me giré con el corazón en la boca encontrándome con Exton empapado. Quise destruirle lo que le colgaba de entre las piernas por haberme asustado. — ¡Serás loco! ¿Por qué me asustas así?

— Contéstame — ordenó mirándome con ése azul bien oscuro.

Cuando encontré mi celular lo miré bien rápido para ver de quién se trataba. En cuanto iba a deslizar la opción de roja me detuve. Intenté devolverle la atención a Exton pero ahora no sabía a quién atender primero.

— No lo contestes — ordenó con sorna ésta vez mirándome con la mandíbula apretada — Te pregunté algo primero...

   Entonces me dio con deslizar la opción verde y lo hice con la intención de que Exton me observara y se jodiera con cojones. ¡Já! ¿Quién se creía? De verdad estuve a punto de no contestar porque me había asustado más la aparición de éste marica pero como él siempre abría esa bocota para encojonarme, que le den ahora.

— Quiero hacerlo — avisé llevándome el celular a mi oreja.

Le di la espalda a Exton para concentrarme en la línea de la llamada. Lo último que escuché de él fue una maldición mientras gruñía como un ogro.

— ¿Roy?

— ¡Hola, Dylan! — exclamó — No sabía que ya habías regresado...

— ¡Sip! ¿Todo bien? — miré de rabillo a mis espaldas y Exton seguía tieso en el mismo lugar.

— ¿Dónde estás? — preguntó — Tal vez puedas pasar por casa un rato, ¿no?

— Ah... — Me tensé volviéndome completamente para encarar a Exton, pero de momento ya no estaba. Me alarmé. — ¡No! Quiero decir...

— ¿Pasa...algo?

Di la vuelta de la pendeja alrededor de mi estancia tratando de encontrarlo metido en algún lado, pero no había rastro de él. Acababa de esfumarse.

— ¡No, todo está bien! — avisé — Buscaré algo para abrigarme mejor en casa y pasaré por la tuya.

— ¡Genial! ¿A qué hora vendrías?

— ¿Ocho? — pregunté dubitativa — ¿Te parece bien?

— Perfecto — aceptó — ¡Aquí te espero!

Afternoon » njh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora