Capítulo siete

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Soy una desvergonzada. Nada de esto es mi culpa; no es mi culpa que todos y cada uno de ellos tengan unos cuerpazos de admirar. Pero sé cómo contenerme y recuperar la decencia. Eso sí, soy una desvergonzada porque aunque sea de soslayo y reojo los he estado mirado a todos...

Pero al fin les dio la gana de irse de una puta vez. ¿Eso significa que podré irme a casa también?

— ¡Vaya! La chaqueta y todo lo demás, Exton. — Nate se burló — Pero no veo el flechazo.

Enarqué una de mis cejas lista para cantarle una de mis canciones favoritas y partirle la cara. Pero Exton se me adelantó simplemente fulminándolo con la mirada.

— ¿Por qué no metes la nariz entre tus pelotas? — dijo Exton haciendo reír a los demás aunque ese no fuera su plan.

— No te preocupes si te echa un mordisco. — me dice Edward — Usualmente está afilándose los colmillos pero sabe cómo utilizarlos.  — Ya, podría aventarle la cabeza a éste también.

— Siempre con sus bromas, eh... — el primer rubio de ojos oscuros de ayer hizo su entrada —  ¿Por qué no te callas y dejas de llamar la atención, Eddie?

— Atrévete a volver a llamarme Eddie, Jake. — dijo retando a «¡Jake! Aleluya» y algunos se rieron en silencio.

   Ellos parlotean mientras van vistiéndose con la misma ropa que traían en el festival. Todos tiene la cabeza jodidamente hueca porque de sólo verlos vestirse estando todos empapados me da más frío. ¡Están locos! Sin embargo, es imposible no mirarlos cuando están semi desnudos frente a mi y algo captó mi atención...
   Vi que cada uno de ellos tienen el mismo tatuaje en el cuerpo pero en distintas partes. Como cuando se lo vi a Exton en la parte baja del abdomen y a Luke en uno de los pectorales, vi que Edward lo traía en el antebrazo y Nate en su brazo izquierdo. Susan lo tenía bajo un seno y Jake bajo un pectoral. Una rubia de ojos grandes lo traía en la muñeca de la mano izquierda pero la otra rubia de ojos pequeños lo traía en la muñeca de la mano derecha. Había un rubio del cual desconocía que lo llevaba en la pierna.
   Me sonaba como un vínculo entre todos ellos. Tal vez era de familia; muchas personas practicaban eso. Pero, ¿tenía que ser un símbolo que lucía como un jodido ventilador?

— A alguien no le huelen las azucenas... — Susan comentó para joder a Edward pero él se limitó a ignorarla.

   Echándole miradas a Susan me pregunté cómo habrá conseguido esa horrible cicatriz en la cintura. Era larga y alguna vez tuvo que haber sido muy profunda. Yo con una cosa así demasiado visible no sabría cómo esconderla, pero parecía como si eso fuera lo menos importante para ella. Claro, es insignificante y las cicatrices son normales pero a mi se me hubiera hecho un poco difícil acostumbrarme a ella.

Pero como siempre -aunque lo único que esté haciendo sea tener una conversación con mi cabeza- quedé como estúpida frente a todos.

— ¿Qué jodienda es lo que estás viendo tanto? — Susan vociferó llamando la atención de los demás.

   Bueno, bueno; que me haya pillado mirándola no le da el derecho a que me arme el espectáculo frente a todos. Aunque parece ser de su costumbre. Es lo que todos dicen cada vez que intenta empezar uno de sus papelitos. Pero hoy no será su día de suerte. No conmigo.

— Tienes barro pegado... — dije asqueada — Es asqueroso.

   Susan frunció ligeramente su ceño y se rebuscó por donde le había señalado. Cuando se encontró con su propia cicatriz supo que había caído en mi broma y aunque me sentí satisfecha, el único que se atrevió a reírse fue Luke. Susan apretó su mandíbula y su respiración comenzó a ser muy fuerte.

Afternoon » njh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora