Afternoon » njh

Capítulo veinte y ocho

— Buenos días, cielo. — mamá me saludó — ¿Cómo te sientes hoy?

   Mamá estaba colándose café en una taza cuando entré a la cocina. Traté de esforzar una pequeña sonrisa. No quiero que piense que todo va a volver a caer en la normalidad de antes solamente por lo qué pasó anoche y que de eso iba a basarse nuestra reconciliación. Porque todavía podía escucharla gritándome en mi cabeza.

— Estoy bien — contesté sin ningún tono — Dormí bastante cómoda.

   Ésta vez no metí ninguna excusa aunque mi contestación se basara en un cincuenta por ciento cierta de cada lado. Pude reconciliarme con el sueño cuando el llegó para quedarse el resto de la noche aunque en la mañana desapareciera como por arte de magia. Pero sé que no se trató de un sueño porque me dejó pelos por toda la cama. Así que, me hizo levantarme con una buena sensación.

— Tenemos que ir a poner la denuncia, Dylan. — avisó — Qué bueno que te hayas levantado temprano, así hacemos las cosas rápido y podemos olvidarnos de lo que pasó. — esbozó una sonrisa — Cuando terminemos pensé en que podríamos ir al centro comercial y pasar el resto del día juntas... ¿Qué opinas?

   Arrugué mi cara sin poder evitarlo. ¿Desde cuando hacíamos esas cosas? Era la primera vez que la escuchaba decirme algo así. Que no pretendiera que escondiera mi cara de espanto.
Sin embargo, me volví a obligar a sonreírle. A lo mejor era su plan para ofrecerme una disculpa. Aunque ese nunca fue el estilo de mamá...

Asentí después de pensármelo quince mil veces. — Claro...

   Pues claro que no estaba conforme ni cómoda. Solamente acepté para comprobar que estuviera en lo cierto. Porque de no ser así -lo cual era lo más probable que pasara-, lo único que sentiría sería su hipocresía saliéndosele de los poros. Siempre hacía lo mismo... Además, hoy no quería ir a ningún lado ni ver a nadie. A penas estaba tratando de acomodarme en lo que era mi vida cotidiana después de eliminar unas cuantas cosas pero lo único que estaba pasando eran desastres. Encima estaba perdiendo mi humor, yo misma estaba dándome cuenta.

   No obstante, subí a mi habitación para alistarme cuando me acabé mi desayuno. Mamá no habló mucho después lo que facilitó mucho las cosas. Me miré en el espejo y traté de cubrirme las magulladuras en mi rostro con el maquillaje. Ya de por sí me parecía al espantapájaros de la finca del vecino pero al menos tenía que hacer el intento de verme presentable.
   Me subí en jeans semi-holgados y me puse un suéter de lana color gris. Me cepillé mi cabello y lo humecté con aceites naturales porque lo noté un poco seco. Me puse mis botas cuando estuve lista y agarré mi bolso para salir -no sin antes haberme perfumado.-

— ¿En dónde habré dejado mi llavero? — escuché a mamá mientras rebuscaba entre los asientos de la sala.

— ¿No iremos en el mío? — pregunté.

— No — dijo alzando su llavero en alto —  Usaremos el mío por hoy.

♢

Cuando llegamos al establecimiento mamá fue la primera en asomarse al mostrador de recibimiento. Le seguí arrastrando mis pies.

— Buenos días. Vengo para poner una denuncia. Además, tenemos una cita con el detective Butler.

— ¿Pidieron la cita con anticipación? — preguntón el hombre detrás del mostrador con un ánimo que dejaba dormido a cualquiera.

Mamá se fue en blanco por unos segundos. — No... Pero él...

— Entonces no pueden verlo. — la interrumpió — Las citas con detectives deben ser anticipadas. Pero por otro lado, podría reportar la denuncia.