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Capítulo diez y nueve

— ¡Joder! — chillé saltando en mi cama — ¿¡Qué demonios...

— Apaga el ruido ese... — balbuceó medio dormido dándome la espalda.

Tenía la jodida espalda llena de lunares y bien tonificada. ¡Carajo, eso no importa! ¿En qué momento... Por Dios, se me quiere salir el corazón.

— ¿Qué diablos... — dije a un hilo de voz.

   No me atrevía ni a salir de mi cama. ¡Brujería; magia negra! ¿¡Cuando se metió a mi habitación!? ¿A mi casa? ¿¡Qué carajos estaba pasando?! Podía llorar del ataque de histeria que estaba teniendo. ¡El mismo Exton que no quería ver ni en pintura ahora estaba tirado en el piso de mi habitación! ¿Y si era producto de lo loca que ya estaba volviéndome? ¿Y si no era real?

— ¡Carajo! — gruñó cuando le había metido una patada — ¿Qué rayos haces? ¿Por qué hiciste eso?

— ¡Agh! — volví a chillar — ¡Eres real!

— Joderrrr... — arrastró su voz mañanera — Déjame dormir.

— ¡No te muevas, no te muevas! — vociferé tapándome los ojos cuando Exton comenzó a revolcarse bajo las sábanas — ¡No quiero verte!

   Pero él hizo exactamente lo contrario y se me cayó el calentón del pecho cuando reparé en que traía calzones. Ahora se me quería caer la cara de vergüenza por lo ridícula que debí haberme escuchado chillando tanto por no vérselo colgando. Soy una estúpida, cómo siempre. Aunque se me quitó cuando me di cuenta que Exton todavía estaba en el trance de despertarse. Se sentó en su estancia y comenzó a tallarse la cara como un bebé soñoliento. Cuando finalmente llegó a la vida, me miró y en mi cabeza ya yo estaba zumbándole con todo lo que encontraba para echarlo.

— ¿Qué haces aquí? — espeté encojonada.

— Estaba durmiendo — respondió con aires despreocupados — ¿No te diste cuenta, genio?

Me cago en su madre. ¡Es demasiado temprano para que quiera jalarme las tripas del coraje, por el amor a los santos! No quiero perder el control. No soy yo la que inicia las discusiones y tampoco la que termina molestándose más. Puf, claro que no.

— ¿Por dónde cojones te metiste a mi casa? — enfaticé elevando mi tono de voz — ¿Cuándo? ¿¡En qué momento?!

— Esa boca... — chasqueó la lengua — ¿Sabes? Estás gritándome y en cualquier momento tu madre podría entrar por esa puerta.

Sofoqué un grito abriendo los ojos más grandes de los que tengo de búho. — ¿¡Ella te vio!? ¿¡Sabe que estás aquí?!

— Por supuesto que no. ¿Con quién crees que estás hablando? — ladeó una sonrisa soñolienta — En realidad creo que no está. La oí despedirse creyendo que estabas despierta.

Se me subió el corazón a la boca. — ¿Y abrió la puerta? T-Te vio, ¿no es así?

— ¿Vas a seguir subestimando mi inteligencia, Dylan? — preguntó con ese mismo tono y esa misma sonrisa.

   Se notaba que todavía estaba dormido. Es más, parecía que estaba borracho. Que si lo tiraba escaleras abajo y lo mataba para librarme de él no pasaba nada. Mamá no estaba en casa y podría deshacerme del cuerpo súper rápido. ¿Empezamos el plan?
   Exton se puso de pie crujiéndose cada hueso. Estiró los brazos y dio un bostezo que pudo haber sido capaz de tragarme completa. Se sentó en mi cama pero de solamente pensarlo ya estaba pateándolo fuera de ahí. Volvió a caer tendido al suelo.