Capítulo uno

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Jade y yo acabábamos de llegar veinte minutos tarde a nuestro trabajo en el restaurante Barbara's Valley.

— ¡Vamos, vamos que llegaron tarde y este lugar explotará con solo Cliff y yo! — Nos gruñe nuestra superiora mientras entramos a la cocina. Jade se ríe.

— ¿De verdad vamos a llegar hasta los treinta así? — Carcajea desde el otro lado del depósito tras la cocina mientras se amarraba el delantal a la cintura y luego a la nuca.

Sólo me limité a reírme mientras me encajaba el ridículo gorro del uniforme en la cabeza y salíamos a trabajar.

— Bien, ¿qué tenemos? — Jade pregunta a mientras yo me escabullo tras ella hasta la barra.

— Casa llena, niña. A trabajar. — La superiora le da una colleja a Jade.

Ambas intercambiamos risitas una vez la superiora se aleja de nosotras. La mujer estaba hundida en los malos ratos de la menopausia, así que a veces Jade y yo la dejábamos parloteando sola y luego le hacíamos burla.

Entregando pedidos por el colorido y espacioso restaurante; tomando nota de los clientes y limpiando mesas; promocionando nuestros nuevos aperitivos dulces luego de la cena y halagándo a los clientes; entregando bebidas y apuntando; preguntando cualquier duda y trabajando; saliendo de la cocina para entregar pedidos y entrando; ajorando a Jade para que termine las bebidas y entregarlas; trastrabillando con Jade en la cocina y haciendo a Cliff reírse para luego, ser pillados por el sermón de la superiora-cara-de-morsa.

Sip, de esto se trataba mi trabajo de siete a diez de la noche en la semana.

Reposo en la barra cuando he encontrado un pequeño descanso. Todos los clientes están complacidos mientras nuestra superiora registra el dinero hecho de la noche.

— ¡Dylan! ¿Me pasas la mayonesa por favor? Esta a un lado de la neverilla. — me dice Cliff desde la cocina y visualizo la mayonesa desde donde estoy.

De un brinco ya estoy al otro lado de la barra, dentro del área laboral y la superiora me fulmina con la mirada por mi gran hazaña femenina. Cojo la mayonesa y se la paso a Cliff por la ventanilla que conectaba la cocina de la barra. Sin embargo, de un instante a otro Jade llega a tanta velocidad que se estampa contra mi.

— No, joder. — jadeó — Esto será una broma... — masculla y me volteó mirando en su misma dirección.

De momento, me encuentro a mi misma avergonzada y me quito el gorro de golpe de la cabeza haciendo que algunos de mis pelitos se saltaran de impulso. Me puse ridículamente nerviosa.

— ¡Que cuerazos! — exclamó.

— ¿Quieres..? — Jade jamás ayudaba en situaciones. Siempre me ponía más nerviosa — No sabes disimular...

— Sí, y tú que ya te haz hasta despeinado. — se burló alzando sus cejas y haciéndome sentir más incómoda que antes.

— Una de ustedes dos atienda la mesa treinta y siete, pero ya. — Nos dijo la superiora refiriéndose a la misma mesa que todo aquel corillo de chicos guapos habían escogido.

— Ve tú — le digo rápidamente a Jade.

— ¿Qué? ¡No! Ya tuve suficiente con el maestro de nuestra clase de yoga. Además, así aprovechas y les haces una mamada a cada uno. — Jade se ríe cuando abro mis ojos como platos.

— ¡Pero..! — No se me ocurría nada convincente que la hiciera mover el trasero. Ella sabía perfectamente lo nerviosa y tonta que siempre me pongo en situaciones así y era exactamente la razón de porqué ahora quería arrojarme — Yo... ¡Te cubriré en lo que sea, lo juro, no más excusas!

Afternoon » njh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora