Capítulo cuarenta y dos

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Me enredé entre mis propios pies y me caí de culo en la nieve. Comencé a arrastrarme hacia atrás hasta que mi espalda chocó contra la madera de la casa. Estaba demasiado alterada. Los ojos iban a salírseme de lugar, yo lo sabía. ¡No podía creer nada de lo que vi! ¡Nada de lo que acababa de pasar! Él estaba ahí...respirando sonoramente y sacudiendo las orejas. Casi empezaba a llorar otra vez. No podía... No podía ser cierto, no podía creerlo.

Ésta era la verdad...

Exton era un hombre lobo.

   La garganta estaba congelándoseme por estar respirando tanto rato por la boca. No podía calmarme. Tenía miedo. O tal vez todavía estaba en estado de shock. Si movía una extremidad iba a desprendérseme. ¡Parecía que sufría de un ataque de epilepsia! ¡Estaba descontrolada! Él estaba mirándome pero yo no podía durar ni dos segundos. Más bien, le miraba el cuerpo. Exton no era un humano, él... ¡Se convirtió en un cabrón perro! ¡Por Zeus que la magia existía! ¡Joder! ¿En qué mundo estaba viviendo?
   Sofoqué un grito que me dejó sin aliento y comencé a toser. Tenía el pelaje blanco, los ojos azules y era del tamaño de un león -lo juro, esto estaba de locos.- La mente se me llenó de retrospecciones. Aquel lobo... Aquel lobo que siempre aparecía momentáneamente. ¿Ese...era Exton?
   Tragarme mi propia saliva se me hizo difícil. No sabía sin moverme o no. Él parecía estar esperando por mí. Supongo que pensaría que así me sentiría más segura. ¡Pero en realidad, estaba volviéndome loca! Me apoyé sobre mis rodillas y me atreví a gatear en su dirección. Estaba temblando tanto que pensé que iba a caerme de cara en la nieve. Si Exton perdía el aliento podría atacarme, ¿no? ¿Podría atacarme?

No sé ni en qué carajos pensaba.

Exton

   Estoy jodidamente inquieto. No sé qué es peor... ¡Que me grite y me saque de quicio o que se quede mirando al puto infinito con la cara embelesada! Estaba preparándonos un par de tazas de café. Dylan no dejaba de mirar mis movimientos con cara de estar estudiándome. Tenía el ceño levemente fruncido y joder, mis pelotas iban a caérseme. ¡Estaba bien nervioso, bien pero bien nervioso y ella nada más iba con la condenada cara de La Monalisa! 
   No sé qué cojones podía estar pensando. ¿Que soy un monstruo? ¿Que soy un demonio? ¿Que estoy poseído por el diablo? ¿Que todo lo que le dijo su madre es cierto? ¡Carajo! ¡Todo hubiera sido mejor que su puto silencio, todo! Honestamente, ya estaba decidido. Es mejor que ésta mujer me grite. Que me grite y me saque de las casillas. Así ambos tendríamos algo por qué molestarnos.
   Me dirigí en su dirección con ambas tazas en manos. No dejó de mirarme el paso. Me miró las piernas como si estuviera esperando a que se me volvieran peludas. ¿Acaso había visto a un lobo caminando en dos patas? Maldita sea. ¡Ni la ceja! ¡Tampoco tenía la condenada ceja que metía cada vez que estaba confundida! ¡No había nada que me dejara suponer algo! Joder, voy a morirme. Voy a morirme del desespero.

— Deja de mirarme así y dime algo, Dylan. — supliqué sentándome a su lado — ¿Qué haces? ¿Por qué no me gritas? ¡Dime cualquier cosa!

— Siempre fuiste tú, ¿no es cierto? — preguntó sin mirarme, llevándose la taza a la boca.Es la primera vez que tengo tanto miedo, joder. — Había un lobo que a veces aparecía de la nada en los lugares que yo estaba. Eras tú, ¿no?

— Así es... — asentí, me avergoncé un poco por alguna razón — Lo siento, yo... Nunca podía perderte de vista. Tenía que saber dónde estabas para poder protegerte.

— Como cuando mi auto me dejó a patas en el atajo. — mencionó, asintiendo como si estuviera comprobando sospechas — Apareciste.

Le asentí pero bajé la cabeza demasiado rápido. Le había mostrado quién realmente era a un humano. El primero, a decir verdad. Los demás se enteraban por meter las narices. Lo que ella pensara equivaldría mucho para mí. Para mí era demasiado importante. Tanto que a lo mejor, ella no entendería.

Afternoon » njh Donde viven las historias. Descúbrelo ahora