CAPÍTULO 4

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 David corría a pasos agigantados alrededor de la cancha. Era clase de Educación Física y debían dar 7 vueltas antes de poder ir a jugar. Ni él, ni ninguno de los estudiantes entendía el por qué de las vueltas; pero era como una ley pre-escrita de esa clase y, hasta el momento, nadie se había quejado.

Él ya llevaba 5 pero sabía que Melisa apenas empezaba la tercera. "¿Por qué si ella era delgada, corría tan lento?" se preguntó.

Mientras, Melisa daba todo para que su energía no se fuera. Siempre había tenido lo suyo contra los deportes y el ejercicio pero, desde hace unos meses, las cosas se habían complicado.

Karen llego a su lado y le tendió la mano.

– Tómala, así llegaras más rápido –propuso y ella la tomó.

David se dio cuenta de ello y sonrío agradecido que alguien la ayudara. 

Cuando el curso entero había terminado, tomaron la decisión de jugar "ponchados". Aquel juego consistía en lo mismo que quemados, pero solo una persona de cada equipo podía pegarles con el balón a las otras.

– ¡Yo quiero ser capitana de un equipo y me llevo a Carlos! –gritó Amanda, la más alta del salón. El chico nombrado se fue con ella.

– ¡Yo me encargo del otro equipo! –se ofreció Fernanda, quién miró con rivalidad a la otra.

Empezaron a elegir sus jugadores, y Melisa y sus amigos se quedaron con su amiga. Al otro equipo, se fueron los más bulliciosos del salón.

– ¿Quién se queda con el nuevo? – preguntó Alberto.

– Su nombre es David – rectifico Melisa, llamando la atención de todos los presentes –. No nuevo.

El aludido la miraba sorprendido. "¿Ella, acaso, lo había defendido?". Pensó. Sus ojos se encontraron. Él le sonrío y pronunció un "gracias". Ella bajo la cabeza, no como un asentimiento sino porque estaba avergonzada de que él la hubiera descubierto mirándolo.

El juego comenzó cuando cada quien estuvo en un bando. Mario seria el palo, osea quien lanzaba el balón en su grupo

Después de 15 minutos de lanzamientos, el equipo de Melisa iba perdiendo por 2 jugadores. En juego solo quedaban Tomás, David y ella. Mientras que en el otro lado faltaban Amanda, Tatiana, Juan José, Alberto y Martin.

– Podemos hacerlo –susurró Tomas para ellos dos. Asintieron levemente.

El balón le correspondía al otro equipo y ellos elaboraban la táctica de a quien darle.

– Yo creo que nos deshagamos de Tomas, es el más difícil – opinó Juan José.

– Dame esa pelota a mi – dijo Martin, tomándola. Miro fijamente a los jugadores –. Yo ya sé a quién pegarle.

David se percato de a quien iban sus miradas y, rápidamente, tomó el balón antés de que le diera a Melisa. El asombro fue general y, como era de esperarse, las mejillas de la chica se tornaron rosas por la valentía de su amigo.

– Para que aprendas a ser hombre –comentó, en voz alta y en medio de un arrebato de furia, y le lanzo la pelota a Martin con toda su fuerza, dándole justo en sus partes nobles.

El chico se doblo y al no poder jugar, se dio por terminado el enfrentamiento.

Antes de irse para el salón, Melisa se acercó a David y le dio un abrazo.

– Gracias por salvarme de esa –le recitó, con su cara enterrada en el cuello de él.

Se separo de él, dejándolo sin palabras que decir, pero con muchas que escribir.

Minutos después, sacó el sobre con su hoja respectiva y la lleno con una mínima parte de sus sentimientos por ella.

Busco a Camilo en el recreo, y acordaron entregar otras 5 cartas mas a cambio de un paquete de gomas "Trululu".

Al volver a casa, Melisa vio el paquete encima de la mesa del comedor y lo abrió al instante.

"Melisa, eres mi heroína. En serio, lo eres. Gracias por darme tal atención de recordarles a todos mi nombre. Lo que hice por ti, minutos después, fue devolverte el favor y porque no quería que sufrieras ningún tipo de daño. Aunque me quede preguntándome varias cosas después de esa clase, cuando tengamos más confianza, te lo diré. Que estés muy bien. – David. Posdata: Luego de todo esto, acaso, ¿yo soy tu héroe?"

"Eres eso y mucho más", pensó Melisa, poniendo el papel sobre su corazón.

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