CAPÍTULO 7

34 5 0
                                    

– Ya que venimos presentando problemas de convivencia en el grado, su trabajo para este periodo será crear el retrato de un compañero –indicó la profesora Ángela. Ella, además de ser su directora de grupo, era su docente de Artes.

El salón entero bufó. Había claras diferencias de un lugar a otro. No estaba divido en dos, mas bien, en 4 o 5 grupos.

Melisa se levanto de su asiento en busca de Fernanda. "Ella es preciosa, así que sería fácil de dibujar" pensaba ella.

– No me digas que quieres hacer el trabajo conmigo –pronosticó Fernanda, al verla venir a ella.

– Si, ¿algún problema?–inquirió ella, sin entender el porqué de la actitud de su amiga y la expresión de hastío en la casa de ella.    

– Tú eres ciega, ¿no?

– No, ¿Por qué lo dices?

Su amiga se paso una mano por la frente. Sí, Melisa era bastante terca y, más que eso, ingenua a morir.

– Tienes a, quien podríamos nombrar, el chico más guapo de este curso detrás de ti. El cual es tan tímido que solo habla contigo y no vas a aprovechar la oportunidad de retratar ese rostro.

A Melisa se le subió la sangre a las mejillas de solo pensar en lo lindo que era su compañero. Esperen, pensó, Fernanda también aprecia su belleza. ¿A ella le gustara?

Su estomago se revolvió de solo pensarlo. ¿Eran celos? Eso era obvio.

– ¿Debo ir con él? –preguntó inocentemente, sintiendo sus palmas sudar.

– Y, entonces, ¿Para qué hice mi discursito?

Rió y se devolvió a su puesto. Destino: David y sus lindos ojos.

– Hey –saludó ella.

– Hola – le respondió él, sonriéndole.

– ¿Me dejarías dibujarte? 

– Solo si tú me dejas dibujarte a ti –correspondió él, en una faceta pícara de sí mismo nunca antes vista.

Ella se sonrojo levemente. Eso le parecía extremadamente tierno a David.

– Vale.

Melisa dio vuelta a su pupitre y quedaron cara a cara.

– ¿Listo? –le preguntó, alistando su papel y lápiz.

– Sonríe –demandó. Ella lo miro perdida.

– ¿Qué?

– Simplemente, sonríe.

Ella lo hizo.

– Ahora, ya estoy listo.

Él bajo la cabeza, para que no notara lo muy ruborizado que se encontraba después de haber dicho aquellas palabras. Claro que si hubiera subido la mirada, ella sería un reflejo de él.

En aquella corta hora, ambos lograron distinguir el contorno del rostro y el cabello de su compañero. Se reían a carcajadas cuando el uno trataba de ver el dibujo del otro. Finalmente, prometieron mostrarlos al mismo tiempo ya terminados en la siguiente clase.

Melisa salió del colegio en compañía de Rodrigo. Fueron hablando de temas triviales y él no dejo pasar el comentario de que era lo que sucedía con David. Ella se quedo callada, dejando la verdad a aquel refán: "El que calla, otorga".

Llegaron a la casa de la chica y Camilo vino corriendo con un sobre en la mano.

– Para ti, hermanita –habló, entregándoselo y, después, devolviéndose a casa.

– ¿Qué es eso? –preguntó Rodrigo.

– Nada –dijo ella rápidamente y sintiendo como el calor se le subía a sus pómulos.

– Sí, claro –contestó sarcástico, sabiendo que se trataba de David. Mejor se iba–. Hasta mañana.

– Adiós –se despidió ella, dandole un beso en la mejilla como ya le era costumbre.

Su amigo se fue y ella se sentó en el pórtico para leer el contenido.

"Melisa, alguien me contó que dibujas muy bien. Espero verme guapo en tu boceto, te va a quedar difícil. Pero, tranquila, yo también dibujo y tu quedas perfecta en el papel. Solo, gracias por tenerme en cuenta al buscar pareja. De no ser por ti, hubiera terminando retratando a la escoba del salón. Nos hablamos en la próxima carta. David. Posdata: Si te dije que sonrieras, es porque cuando lo haces, te ves más hermosa que nunca."

Ella sintió como su corazón palpitaba rápidamente.

Desde entonces, empezó a sonreír más a menudo.

TAG 18/11/16


Entrégaselo a tu hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora