CAPÍTULO 32

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- Ya creo que es hora de irme - sentenció Melisa, levantadose del sofá.

Habían pasado el resto de la velada viendo una telenovela. Esto retrasó la conversación que tenían pendiente. David intentaba no mirar a su chica, se sentía mal por haberle guardado la verdad. Pero, ¿qué más podía hacer? Estaba seguro que ella lo rechazaría si supiera lo que pasaba realmente.

Por su lado, Melisa tenía problemas para encararlo. Ella estaba conciente de que también tenía secretos y, por ello, quería salir ahora mismo de ese lugar.

El chico se levantó de su asiento y fue a donde estaba ella.

- Te acompaño - dijo, haciendo notable que debían platicar.

Elllama tragó fuerte y asintió con su cabeza.

Caminaron hacia la puerta y se detuvieron en el portal.

- Mel, yo sé que te escondo mucho y...

- Creo que yo estoy en la misma situación - lo calló, siendo sincera.

Él no lo había pensado de esa forma. No entendía el porqué del odio y los problemas con Martin. No entendía porqué caminaba extraño, porqué se caía tanto y sus tobillos se doblaban. No entendía eso, ni tampoco el porqué de quererla de esa forma.

- Somos unos solapados, ambos - aseguró, sonriéndole.

- Lo acepto, David, pero también quiero conocerte y eso implica tus secretos.

- Bien - dejo salir, sin dejarsese morder el labio -. Antes, necesito que me hagas una promesa.

- ¿Cual? - cuestionó, asombrada.

- Que me darás una oportunidad después de esto - susurró, con sus ojos aguados.

Ella se dio cuenta de lo difícil que era para él contarle aquello. Lo abrazó.

- Lo prometo.

Subió su cabeza y le dio un suave beso para cerrar su promesa. Él se lo devolvió.

- Gracias por confiar en mi.

Se quedaron abrazados un rato más, sin embargo tuvieron la necesidad de soltarse para sacar sus secretos.

- Tú primero - pidió David.

Ella rebobinó en su cabeza todos sus secretos y decidió empezar con lo más suave.

- Cuando era un pequeño feto de 3 meses, a mamá le hicieron una ecografía y descubrieron que no estaba creciendo como debía...

Se sentaron en los escalones de la entrada y él la cubrió con su brazo para que continuará con su historia.

- El único tratamiento que había en el país, en ese momento, era sacarme de mamá a los 4 o 5 meses. Ella creía que me iba a perder puesto que era muy riesgoso.

Ambos estaban atentos a la mirada del otro.

- Hasta que llegó una doctora extranjera, Joan Powell. Ella tenía otro método, el cual tenía sus efectos secundarios pero me mantendría a salvo. Mis padres decidieron tomarlo y por ella ahora estoy aquí.

- Y...¿Los efectos secundarios?

- Mis extremidades no crecieron tanto como el resto del cuerpo, por ello mis manos y pies son tan pequeños.

- ¿Algo más? - preguntó, mirándole sus pies.

- Sí. Tengo una pierna más larga que la otra y mis rodillas están inclinadas hacia el centro.

- Lo siento...

- No, tranquilo - le sonrió -. Lo importante es que puedo caminar.

Él la apretó un poco más hacia si y le dio un beso en la frente.

- Te quiero, con las piernas raras y todo.

- Eso no es muy bonito - le reclamó.

- En realidad, tus piernas son muy atractivas - confesó, muy sonrojado -. Y para ser aun mas sincero, me distraen demasiado.

Ella río.

- No te avergüences. Por otro lado, ¿cuales son tus secretos, David?

Él frunció sus labios.

- ¿Me acompañas el sábado a un lugar?

- Claro.

Después de un par de besos se despidieron. Esperaron el fin de semana con tantas ansías y tantas sorpresas.

Nota de Autora:

Hey, gente. ¿Cuanto tiempo? Los extrañaba demasiado.

Disculpen la tardanza, estoy llena de tareas, estaba. Pero ahora estoy libre y les traeré un maratón el fin de semana.

LOS QUIERO MUCHÍSIMO.

See You Later Tomorrow.

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