CAPÍTULO 27

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– ¿Cuánto tiempo más piensas perseguirme?

– Hasta cuando me digas – respondió, agitado por lo rápido que le tocaba seguirla.

– Entonces, respira mejor porque esto va para largo.

– No seas así, Melisa. Dime...

– ¡Nunca! – dice, luego sonríe –. Hagamos una carrera.

– No tengo pulmones para eso.

– Lo sé. ¿Por qué crees que lo hago?

Él negó con la cabeza y volvía a seguirla, mientras ella corría.

Pero, como ya conocemos a Melisa, sus pies trastabillaron, mandándola al suelo. O eso, creía ella.

Sintió el aire correr por su cuerpo en bajada, hasta recostarse en los brazos de David.

– ¡Dios santo, Mel! – exclamó él, sosteniéndola –. Te pudiste haber herido. Había varias botellas de vidrio allí.

Ella se quedo eclipsada por su expresión preocupada.

– No te preocupes – susurró, sintiendo como el calor de su cercanía subía por toda ella.

– No puedo. Siempre lo hare...

Se miraron un rato y David sonrió.

– Bueno, ahora que estás en mis brazos, creo que debes responderme – comentó. Ella bufó.

– Claro que no.

– Puedo dejarte caer. – Ella lo fulminó con la mirada – Bien, no lo hare. Pero, cuéntame.

– No estoy en una posición muy cómoda para decirte eso.

– Cierto.

La puso en pie, aunque no le soltó el brazo izquierdo, por si ella salía corriendo.

– Es tiempo de hablar, linda – propuso, haciéndola sonrojar con el adjetivo.

– Yo... Ok... Quería...Bueno... ¡Es difícil!

– Vamos. No te pongas nerviosa. Dime...

– Vale. No me saldrá bien, aunque la intención es lo que cuenta.

– No le des más vueltas – afirmó, sonriente –. Cuéntame y te dejo en paz.

– Tentador. Así que ahí te va – inició, tomando aire –. Me gustas...

Él se alegró. No dijo nada, de lo emocionado que se encontraba.

– No, miento. No me gustas, creo que te quiero. Y, bueno, si me besaras de nuevo, podría llegar a amarte.

Ese leve ataque de coquetería fue suficiente para que David la volviera a tomar en sus brazos y juntar sus labios.

Esta vez, el beso fue largo, pero dulce y agradable. Sus bocas se conectaban de manera perfecta y parecía como si sus almas pasaran de un cuerpo al otro.

Melisa fue quien se separó primero, sintiendo peligrar una caída.

Miró al chico, quien todavía seguía con sus ojos cerrados. Ella se murió de la ternura.

– Oye, estoy acá – avisó ella, obligándole a abrirlos.

– Dime que esto es un sueño – pidió, al encontrarse con ella.

– No, no lo es – contesto y, luego, dijo en un susurro –. Pero, tus labios sí.

Él la escucho, haciendo que un rubor se posara en sus mejillas.

– Así que... ¿Beso bien?

– Sí, realmente, bien – contestó –. No te vayas a sobrevalorar, ¿vale?

– Nunca – sonrió.

Después de ese momento, no supieron que hacer. Ambos eran principiantes en esto. Claro que ya habían tenido sus primeros besos, pero esto de las relaciones era un nuevo hit para ellos.

Caminaron un rato, hablando de temas triviales. David tuvo la valentía de tomarla de la mano y ella le correspondió alegre.

Eran demasiado jóvenes para tener largas confesiones de amor y aquellos noviazgos sobre apasionados. Se querían y eso era lo único que contaba.

– Hemos llegado a tu casa – anunció él, estando en el lugar.

– Sí. – Ella bajó la mirada para la pregunta que iba a hacerle –. ¿Deberíamos besarnos, no?

– Yo pensaba lo mismo.

Ella se puso en puntas y lo besó sutilmente. Él no la dejó apartarse y volvió a su cometido. Un beso más largo, más comprometedor. De despedida, de amor y mucho más.

Ninguno se daba cuenta de aquello, del hecho de que en ese momento, lo tuvieron todo.

Nota de Autora:

¡Hey, mundo! ¿Qué tal su día?

Llego tarde en la noche pero con un buen capítulo.

Esperen... No se ha acabado la historia. Ya se confesaron sentimientos y toda la vaina. Pero, quedan muchas incógnitas y medio año por delante de la vida de los chicos. Así que sí, hay más SEXY DAVID para ustedes.

Gracias por leer, comentar, votar y acompañarme en esta historia.

Un besote grandote (Con lengua XD Bueno, no)

Los ama con todo el <3 y pulmones, riñones, páncreas, hígado, intestinos, ovarios y demás.

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