CAPÍTULO 30

12 1 0
                                    

- ¿Aló? - contestó una voz femenina, del otro lado.

- Hola - dijo ella, con timidez.

- Sí. Hola... ¿Con quien habló?

- Con...- suspiró - Melisa.

- ¿Melisa? ¿Melisa Pineda?

- Sí.

- ¡Hola, Melisa! - exclamó, demasiado fuerte. Ella quito el teléfono de su oído.

- Emm, ¿Usted es? - preguntó.

- Alicia, la mamá de David.

En ese momento, se quedo sin palabras. ¿Qué debía decir? ¿Algo como "Hola, suegra" o "Usted fabricó una criatura muy linda"?

- Ho...Hola - repitió.

- ¿Cómo has estado, Mel?

- Umm, muy bien. ¿Usted?

- Igual. Con ganas de hablarte.

"Dios mito. ¿Qué es esto? ¿Me querrá dar la charla? Ayuda, mis padres no me la han dado y ahora ella quiere."

- ¿Sí?

- Claro, nena. Quiero hablar con la chica que se robó el corazón de mi hijo.

Ella se ruborizó inmediatamente.

- Oh, que tierna. Gracias.

- Pero, Melisa, si llegas a rompérselo o hacerlo sentir mal... Te las veras conmigo.

El sonrojo se fue por una palidez impresionante.

- Ok.

- ¿Entendiste?

- Bien - respondió -. ¿Puedo hablar con David?

- Vale, cariño. Nos vemos luego.

No contestó. Tenía algo de miedo.

Oyó como llamaban a su novio. Oyó como bajaba las escaleras. Oyó como descolgaba el teléfono. Oyó como ponía una sonrisa en tu cara.

- Hola, amor.

"Que se pare el mundo. Él me dijo amor."

- Hola, David - susurró -. ¿Qué hay?

Él rió.

- Nada. Pensando en ti. ¿Tú?

- Queriendo estar contigo.

- Somos dos.

- ¿Tienes algo que hacer el jueves?

- ¿Me estas invitando a una cita, Mel?

Ella rió, esta vez.

- Algo así. Ahora, dime; ¿Tienes espacio para mí?

- Para ti, siempre va a haber. Aunque...

Él no sabía cómo decírselo. De seguro, se pondría molesta.

- ¿Aunque...?

- Tengo que darle tutorías a Lorena.

La sangre de Melisa hirvió en ese instante.

- Umm, ya.

- Hey, cariño, no te enojes - pidió él -. Ya se lo había prometido.

- Ya veo.

- No actúes así. Eres la única a la que quiero, no hay porque estar celosa.

- ¿Yo? ¿Celosa?

- Si, linda. Me gusta que hagas eso, pero no te lo tomes muy a pecho. Recuerda que a la que le escribo cartas es a ti, a la que le pedí ser mi novia fue a ti, a quien le doy chocolates es a ti y a quien quiero es a ti.

- Bueno, sí.

- ¿Ves? Yo te quiero tanto.

- Yo igual. ¿Sabes? Tu mamá me amenazo si te rompía el corazón.

David rió.

- Eso es una buena señal - dijo -. Significa que le agradas.

- Claro...

- Vamos. Algún día deberías venir a cenar con nosotros.

- Tendría que pensármelo.

- Te daría muchos besos, si lo haces - propuso, haciéndola sonrojarse.

- Eso no es un juego limpio.

- Soy capaz de hacer trampa solo para que estás conmigo, ¿entendido?

- Claro y fuerte, señor - contestó con una sonrisa.

- Y, ¿si salimos, mas bien, el miércoles en la noche?

- Podría ser...

- Te llevare a comer sushi y miraremos una película después, ¿te parece?

- Me encanta.

- Tú a mí.

- Eres un romántico empedernido.

- Es porque te quiero - le susurró -. Entonces, ¿hasta el miércoles?

- Hasta el miércoles, guapo.

- ¿Guapo?

- Sí, lo eres. No te vayas a volver egocéntrico.

- Nunca. Y gracias por el cumplido.

- Hablamos luego.

- Vale. Adiós.

- Adiós.

- ¿Mel?

- ¿Sí?

- Te quiero.

- Yo más, pero tengo que colgar. Un beso.

- Uno mío.

Nota de Autora:

Hola, hola, gente sexy (Es decir, mis lectores) ¿Qué hay?

Estoy agradecida, casi 300 leídas. Muchas gracias por todo esto. Los amos un montón. Espero les haya gustado el capitulo.

Nos vemos. Abrazos.

TAG


Entrégaselo a tu hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora