CAPÍTULO 31

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Cena con los suegros, era la situación que acontecía en la cabeza de Melisa. Llevaban 2 semanas de relación y ya estaban en este paso.

Sentía todo su cuerpo sudar y como si sus rodillas estuvieran a punto de romperse. Aunque tuviera buenas, casi perfectas, notas; nunca le había gustado sentirse juzgada. Por ello, era tan perfeccionista como le era posible.

De esa misma manera, le gustaba lo metódico y detallista que era David. Se parecían y a ella no le gustaba discordar.

Miró a sus pies para revisar si sus zapatos seguían limpios, antes de timbrar. No tenía una muy buena impresión con la mamá de su chico, pero tenía una oportunidad con su padre.

Esperó a que abrieran, rogando que fuera David.

Al final, la pequeña Valeria le abrió.

- ¿Dónde está Camilo? - preguntó ella, inmediatamente.

- En la casa, nena - respondió.

- La próxima vez que vengas, tráelo y ganaras puntos conmigo - anunció decidida -. Ahora, pasa. Mi mamá te está esperando.

- ¿Y David?

- En la casa - la imitó. Melisa frunció el ceño y entró a la casa.

Siguió a la pequeña hasta la cocina, encontrándose con una señora alta y con un delantal amarrado a su cintura.

- ¿Señora Rodríguez? - cuestionó. La susodicha se volteó, dándole una sonrisa.

- Dime Laura - corrigió y se acerco a ella -. Mira qué bonita eres. David tenía razón.

Un calor inminente se encendió en el estomago de la chica.

- Gracias - susurró -. Un gusto conocerla.

- Igual, linda. Recuerda que tenemos una conversación pendiente.

Melisa sintió un sabor agridulce en su boca.

- Claro.

- Mientras, ayúdame a pasar la cena a la mesa, por favor.

Ella asintió y fue llevando los tazones al comedor.

Se preguntaba por la existencia de su novio.

Sintió un par de manos en cintura, apretándola hacia atrás y su corazón se aceleró al percibir los suspiros característicos de David.

- Hola - dijo ella.

- ¿Cómo estás?

- Se supone que bien - respondió, sonriendo.

- ¿Por qué lo dices?

- Tu mamá sigue con sus amenazas de asesinarme si te hago algo - recordó -. Además, todavía tenemos una conversación pendiente.

- Sí, lo sé - rió -. Ella me dijo que iba a ser eso.

- Yo no creo que le caiga bien - admitió, inseguro. David dio un pequeño gruñido.

- No es así, Mel - corrigió, dándose la vuelta y viéndola de frente -. ¿Cómo habría alguien a quien le cayeras mal?

Ella prefirió no responderle.

- Créeme que solo son cosas del momento, nena - susurró, tomándole de las manos -. Eres grandiosa y ella lo sabe. Se segura, linda.

Le dio un pequeño beso e su frente y Melisa sonrió.

- Confío en ti - habló -. Aunque, también tengo la oportunidad de caerle bien a tu papá.

La cara de David se arrugó por un nanosegundo.

- No...- dijo, mirando hacia la nada -. Eso no es posible.

- ¿Por? - interrogó ella, frunciendo el ceño.

- Mi papá - él no sabía cómo decirlo -, él no puede estar hoy.

- ¿Y eso?

- Está ocupado.

Ellos no se habían dado cuenta, pero la señora Rodríguez se encontraba allí, viéndolos.

- David - lo llamó. Él volteó su cabeza -, ¿no le has contado?

Un ambiente pesado fue creado en ese momento.

- Yo... Emmm.... Verás...

- ¿Qué debería contarme? - preguntó Melisa.

Miriam y David compartieron una mirada. La de ella enojada, mientras la de él, rogándole no decir nada.

- Prefiero que hablen ustedes. - Los novios se miraron entre sí -. Pero, primero, vamos a cenar.

Los 4 se sentaron a comer, entre miradas fulminantes y una conversación pendiente entre la mayoría de las partes.

Ambos se guardaban mucho.

Nota de Autora:

Hey, mundo. ¿Qué hay?

Lamento no haber estado por más de 1 semana, los extrañaba. Gracias por recordar la novela.

Quiero escuchar sus opiniones:

- ¿Qué guarda Melisa?

- ¿Qué pasa con el papá de David?

Nos vemos en la próxima, un besito.

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