CAPÍTULO 28

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– ¿Qué estás haciendo, David? – le preguntó su mamá, mirándolo desde la puerta de sus habitación.

– Ummm, algo.

– ¿Qué es algo?

– Algo.

La señora Rodríguez rodó los ojos. El chico estaba sentado en el suelo dibujando sobre un largo papel blanco.

– ¿Para qué es eso, hijo? – interrogó, y se apresuro a decir –. Y quiero una respuesta clara.

– Es una sorpresa – contestó, sin quitar los ojos de su trabajo.

– ¿Para quién?

– Alguien.

– Eso no es una respuesta – afirmó ella –. Dime.

– Te enojarías.

– ¿Por qué habría de hacerlo?

David se dio la vuelta y la miro, mordiéndose el labio inferior.

– Nada, ma. Solo déjame terminar y te cuento.

Dio un giro de 180 grados y continuó en su tarea.

Ella se acercó más y pudo leer lo que decía:

"Tus ojos son el sol que alumbra mis mañanas;

Tu respiración, la brisa que se extiende por mi cuerpo;

Tu sonrisa, la estrella más hermosa del universo;

Y tus labios, la conexión con el cielo...

Melisa, eres mi todo. ¿Puedo ser el tuyo?"

Su mamá se impresionó de sus hermosas palabras, pero su corazón paró en seco al leer el nombre de la chica.

David tenía razón, ella se iba a enojar.

– ¡No me hiciste caso! – exclamó, ofuscada.

– Mamá, yo la quiero – respondió, levantándose –. Y, aunque sea increíble, ella también a mí.

– ¡Si te quisiera, no te hubiera hecho sufrir!

– Lo sé, pero... Tú sabes que soy difícil de entender.

La señora sintió un vacio en el pecho al oírlo.

– No, no es así, hijo. – Lo tomo en sus brazos –. Tú eres grandioso y no te debes avergonzar de tu problema.

– Sí, ya me lo has dicho mucho – susurró.

– Eres muy valioso para mí y para tu hermana... Incluso, para tu papá.

David apretó los labios al oír eso.

– Bien – la soltó y volvió a sentarse.

– No te pongas reacio – lo regaño –. Sé que se te dificulta el cambio, pero estamos mejor así, ¿no?

– Sí...

– Y estas en una escuela común, eso es alentador – le recordó, sonriente.

– Aja...

– Aunque, falta que me digas algo – anunció, esperanzada en una respuesta –. ¿Cómo sabes que le gustas a aquella chica?

El calor subió a las mejillas de David.

– Ella me lo dijo – respondió.

– ¿Eso quiere decir?

– Es una historia larga, mami – suspiró.

– Tenemos tiempo, corazón.

Él negó con la cabeza y procedió a contarle.

La señora Rodríguez se emocionaba con cada parte de la historia y miraba a su hijo con ojos enternecidos.

– Eres todo un romántico – lo alagó, haciéndolo reír.

– Entonces... – le dio miedo preguntarle – ¿No sigue brava?

– Claro que no. Sin embargo, tengo que hablar seriamente con aquella chica.

– ¿Por?

– Para conocerla – contestó, sonriéndole –. Y para amenazarla de que si te rompe el corazón, tendrá que esperar mucho para volver a tener el cabello largo.

– ¡Mamá!

– Solo me quiero asegurar de que seas feliz.

Le dio un beso en la frente y salió de allí.

David siguió pintando hasta que el cartel estuvo terminado perfectamente.

Mañana le haría la gran pregunta. Soñaba con que ella dijera que sí.

Nota de Autora:

Hola, señores y señoras. ¿Cómo han estado?

Les dejo aquí un capítulo un poco más pequeño que los demás. Aunque no hable de Melisa, vemos el lado romántico de David y un poco más de su vida.

PREGUNTA... ¿Alguien deduce cual es el problema de David?

Les dejo la incógnita ;)

Nos vemos dentro de poco.

Los quiere, demasiado.

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