Prólogo

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—El pay está listo —anunció Dialo, mientras sacaba su delicioso pay de manzana del horno.

—¡Yupi! —exclamó Yosafire, mirando el postre con un brillo en los ojos— ¡El pay de manzana que prepara Dialo es el mejor! ¿No lo piensas, Froze?

El ángel rubio miró a su amiga con su típica expresión seria. Ese día iba vestida con su vestido gris de dados, el que más le gustaba.

—Supongo...

Rawberry, que contemplaba la escena tranquilamente jugueteando con su coleta rosa, sonrió alegremente (como siempre hacía) y dijo:

—Pues yo ya tengo un hambre...

—Tú siempre tienes hambre, Rawberry... —suspiró con una sonrisa tímida Macarona, mientras se sujetaba con una mano su gorro verde sobre el pelo castaño.

Mientras tanto, Chelan se quedó quieta en su sitio, sin dejar de soltar pequeñas risitas al ver tan contentas a sus amigas. Cuando Dialo se le acercó con el dulce entre las garras, le dedicó una sonrisita de ángel que siempre tenía reservada para el demonio de pelo rojo recogido en dos coletas.

—Espero que os guste —dijo ésta, dejando el pay sobre la mesa.

—¡Claro que nos va a gustar, Dialo! —gritó Yosafire, ajustándose las gafas sobre la nariz y relamiéndose los labios.

Froze le dio un suave golpe en el hombro al demonio y suspiró.

—Yosaf, cálmate

Sin hacer caso a su amiga, la peli-verde agarró un cuchillo, contó un buen trozo del postre y se lo sirvió en un plato.

—¡Qué aprovecheeeee! —exclamó, y sin esperar siquiera a las demás, empezó a comer del pay con gran entusiasmo.

—Yosafire, terminarás engordando si sigues comiendo así —dijo Dialo, sentándose junto a Chelan y repartiendo pedazos de pay a sus amigas.

—¡No! —negó el demonio, después de tragar— Froze y yo vamos a dar un paseo hoy, ¡eso es hacer mucho ejercicio!

—No —dijo Froze.

—¿No, qué? —preguntó su amiga.

—No pienso dar un paseo contigo. No tengo la culpa de que cada vez estés más rechoncha —respondió el ángel, metiéndose un bocado del dulce en la boca—. Ve tú solita.

—Fuh-rooooooze, porfaaaaaaa.

—He dicho que NO.

Continuaron conversando durante un largo rato, acompañando a sus risas con el tic-tac del reloj de pie de Dialo. Era una tarde normal, pacífica... Como habían sido todas después de que Ivlis y sus aliados huyeran del Jardín Gris.

Entre charlas y risas, el tamaño del pay fue disminuyendo, hasta quedar tan sólo un poco menos de la mitad.

—Agh... estoy llena —se quejó Yosafire, dándose una palmaditas en la barriga.

—Pues, si tú no puede más, imagínate nosotras —dijo Froze.

Rawberry sonrió divertida y empezó a juguetear con su tenedor, pasándoselo de mano en mano.

—Yo ahora me comería unas cuantas orugas —dijo simplemente.

—¡Ra-Rawberry! —exclamó Macarona, recordando los malos hábitos de comida de su amiga.

—Lo siento, Rawberry —se disculpó irónicamente Dialo—, pero no tengo de esas. —Entonces, miró a Yosafire, que seguía quejándose por haber comido tanto y dijo—: ¿Os importaría a ti y a Froze llevarle lo que ha sobrado del pay a Etihw y Kcalb?

—Er... ¡está bien! -Como si nunca se hubiera encontrado mal, Yosafire se levantó de un salto y cogió del brazo a Froze- ¡Vamos, Froze! También quiero ver como se encuentra el viejo. La última vez que le vi, interrumpí un Momento de Adultos entre Etihw y él...

Ésta soltó un suspiro y tomó la fuente del pay. Se deshizo de la mano de su amiga y dijo:

—Está bien... Espera, ¿Momento de Adultos? ¿Quieres decir un... beso?

—Seeeeeeh.

—Ah... —suspiró el ángel— La verdad, no quiero saber nada de eso.

***

—Por fin... —jadeó Yosafire, mirando la enorme puerta gris que se alzaba ante ellas. A sus lados se levantaban dos pedestales grises adornados con dibujos de rombos blancos y negros, sobre los que se sostenían dos hermosas piedras, una blanca, y otra negra.

Froze alzó el puño, pero justo cuando estaba a punto de golpear la puerta con los nudillos, la voz ronca del Diablo se escuchó al otro lado de ésta.

Yosafire agarró fuertemente el brazo de su amiga y lo bajó. Se puso el dedo índice delante de los labios y susurró, indicándole que era mejor quedarse quietas y escuchar, pues Kcalb parecía realmente preocupado. Las dos pegaron sus caras a la puerta y aguzaron el oído, siendo capaces de captar varias frases que provenían del interior de la sala.

—... imposible —Etihw era la que había hablado. Su tono de voz era serio, algo que no le pegaba demasiado al ángel—. Hace ya meses que derrotamos a Ivlis, y desde entonces no ha ocurrido nada por aquí.

—Disculpe, pero esto prueba lo contrario —replicó la voz de Wodahs, el ángel jefe, también hermano menor de Kcalb—. Es claramente uno de esos demonios del fuego contratados por Ivlis.

—Wod, tampoco creo que sea uno de ellos —dijo Kcalb—. Míralo bien: en vez de llamas, lo rodea un brillo bastante claro...

Froze miró a Yosafire con los ojos abiertos como platos.

—¿No estarán hablando...? —susurró el ángel.

—No, no creo. Esos murciélagos en llamas no han vuelto a aparecer en meses... —le respondió la peli-verde, también en voz baja.

—No lo sé, pero no aguanto más esto. —Froze llamó a la puerta con los nudillos, haciendo que la conversación que estaban manteniendo al otro lado fuera sustituida por un repentino silencio.

—A... ¡adelante! —lo rompió la voz de Dios.

Yosafire abrió la gran puerta gris, dando al interior de una enorme sala con decoraciones blancas y negras, donde se encontraban Kcalb, Etihw y Wodahs, que escondía "algo" a su espalda, intentando que las chicas no fueran capaces de verlo.

Pero no era necesario, pues ellas ya lo sabían todo. Por eso, mientras las dos hablaban animadamente con el resto sobre el pay de Dialo, se hacían miles de preguntas en sus cabezas sobre lo que acababan de escuchar.

Killer SunlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora