¿Salvarme a mí o a mis amigos?

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Etihw se levantó con expresión seria y se deshizo de las arrugas de su nuevo vestido con sus manos, sin dejar de mirar a Igls con el ceño fruncido y los labios apretados.

    —¿Y por qué iba yo a dejar que me asesinaras? —preguntó serenamente— ¿Piensas que no me resistiré? Sin mí, el Jardín Gris se vendría abajo.

    Para sorpresa de la diosa, Igls estalló en una sonora carcajada. Se limpió con la mano unas lágrimas que se le habían saltado de tanto reír y entrelazó sus manos para luego apoyar la cabeza en ellas.

    —Puedes resistirte, no te lo impediré... —respondió, lo que sorprendió aún más a Etihw— Y tampoco te mataré a no ser que tú quieras...

    Dios frunció de nuevo el ceño y retrocedió un paso, con los puños apretados. Era imposible que Igls fuera a dejarla ir sin más, allí había gato encerrado... Perfectamente pudo haber dicho: "Pues entonces, me iré", pero se decidió por algo más sensato.

    —¿Y cómo sé que me dejarás ir después de todo lo que me has dicho? —Se volvió a sentar, con las manos sobre su regazo— Si realmente deseas tanto ver a tu hermano de nuevo, no creo que vaya a ser tan fácil escapar de ti, ¿o me equivoco?

    La ángel volvió a reírse, aunque de forma más suave que la anterior.

    —Querida Blanco... yo no voy a impedírtelo, de verdad...

    ¿Blanco? ¿Por qué la había llamado así? Quiso preguntarlo, pero algo de mayor importancia rondaba por su cabeza en ese momento.

    —¿Y eso a qué se debe?

    Igls juntó sus parpados nuevamente e intentó en vano no reírse. Al escuchar su carcajada, un escalofrío recorrió lentamente la espalda de la diosa.

    —Es cierto que tu poder me vendría mejor que ninguno, pero claramente no puedo luchar contra un Dios sin morir en el intento, por eso no te forzaré... —Entonces, se encogió de hombros y torció su sonrisa en una mueca, haciendo a Etihw tragar en seco— Pero creo que sí que podría... destruir rápidamente a un Diablo...

    Las pupilas de Etihw se dilataron y se quedó con la boca entreabierta. ¿Hablaba de Kcalb? ¿Realmente tenía pensado matarlo a él si ella no se dejaba? Entonces... ¿debía elegir si salvarlo a él o a ella misma y a todo su mundo?

    Intentó calmarse a sí misma. Cogió mucho aire y lo soltó en un suspiro tembloroso.

    —¿Y cómo sabes que voy a permitirte tal cosa? —dijo tras unos segundos de intentar calmar su respiración— Antes de que lo mataras, yo misma me encargaría de asesinarte.

    —Lo sé, Blanco... —¿De nuevo la llamaba así?— Pero entonces, mis queridos sirvientes se encargarían de hacer mi trabajo...

    —Él luchara por su vida.

    —Lo sé, lo sé... Pero debes de saber algo: las mordeduras de mis murciélagos son MORTALES. Da igual lo profundas que sean, da igual donde te muerdan, ¡da igual lo que te empeñes en curarte! Si uno de mis queridos amigos te muerde... en tan sólo veinticuatros horas perderás la vida.

    De repente, unas imágenes borrosas pasaron por la cabeza de Etihw. ¿Su adivinación de Dios? ¿Por qué ahora? Durante unos instantes, pasó de ella, pero entonces, se dio cuenta de que debía de ser algo importante, pues no desaparecía de su mente... Así que decidió centrarse en ella en vez de evitarla. Lo único que llegó a ver era a dos hombres en cama, con heridas de mordedura en algunas partes de su cuerpo... Lo que más le preocupó, era que uno de ellos era nada más que su querido amigo Wodahs...

    —¿Qué le has hecho a Wodahs...? —preguntó con voz ronca.

    —Lo mismo que le haré a tu Diablo si intentas escapar o matarme —rió la ángel.

    —Eres horrible... —escupió Etihw, con los ojos amenazando con llenarse de lágrimas de un momento a otro. De repente, sintió un horrible dolor inundando su cabeza, pero no hizo otro gesto que una diminuta mueca. Las chicas estaban en peligro...

    —¡Oye, no digas esas cosas! —Igls parecía realmente ofendida— Realmente no sabes lo que es estar separada de un familiar tanto tiempo, ¿verdad?

    El dolor fue aumentando, por lo que no respondió temiendo que si lo hacía podía ponerse a gemir a causa de éste. Tan sólo permaneció en silencio, mirando a Igls aumentando poco a poco la mueca de dolor de su rostro.

    —¿No piensas hablar...? —Igls frunció el ceño y arrugó la nariz. Entonces se levantó, extendió un brazo y tras medio segundo, un enorme tridente dorado con decoraciones de soles parecidos a los del vestido de su acompañante— Entonces, supongo que te quedarás aquí y salvarás a tus amigos... ¿no es así?

    No tuvo tiempo de responder, pues en ese instante, Igls atravesó el hombro de la diosa con su tridente, salpicando todo el sofá de sangre y arrancándole un grito de dolor. Sintió la carne arder, como si el tridente estuviera al rojo vivo.

    Al sacarle el arma del hombro, Etihw gimió de dolor y se dejó caer contra el respaldo del sofá, con la vista borrosa...

    —¡Jajaja! —se rió Igls, abriendo sus ojos de nuevo y lamiendo la sangre que le había salpicado cerca de sus labios— ¡Puedo notar cómo el poder me llega desde ti! ¡Es fantástico!

    Inevitablemente, las lágrimas comenzaron a resbalar por las pálidas mejillas de Etihw, que hacía todo el esfuerzo posible por no cerrar los ojos...

    —Kcalb... —fue lo único que pudo pronunciar antes de que Igls le clavara el tridente en el otro hombro, haciéndola gritar de nuevo y, ahora sí, caer inconsciente... 


Killer SunlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora