Costumbres algo extrañas

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—Aún sigo sin entender qué estamos haciendo aquí... —dijo Froze.

    Todo el grupo estaba caminando por el bosque de manzanas, guiadas por Rawberry, que iba dando saltitos y tarareando una música un tanto tétrica.

    —Buscamos algo... —dijo esta última— ¡Algo que debe ser SABROOOOSOOO!

    —Cada vez que dices eso, me recorre un escalofrío... —murmuró Macarona, mirando con preocupación a su amiga peli-rosa.

    —¿Y qué buscamos... exactamente? —preguntó Yosafire, poniéndose junto a Rawberry.

    —Pueeees... —Rawberry sonrió maliciosamente y se relamió los labios— El otro día, estaba buscando orugas para poder preparar algo de mermelada, ¡cuando vi otro de esos murciélagos llama que nos atacaron hace unos meses!

    El resto de las chicas se paró en seco. Macarona aguantó la respiración, mientras que Froze y Yosafire compartía una mirada significativa. ¿Se refería realmente a los murciélagos de los que hablaban el otro día Kcalb, Etihw y Wodahs?

    —¿N-no estarás h-hablando en serio? —tartamudeó Macarona, llevándose una mano al pecho.

    —Sip —rió Rawberry, guiñando un ojo—. ¡Sabes que nunca bromeo con la comida!

    Las tres amigas salieron corriendo hasta alcanzar de nuevo a Rawberry.

    —¡Pero... eso no es nada bueno! —exclamó Froze— Puede significar que Ivlis planea volver a atacarnos...

    —No creo... —negó la peli-rosa— A lo mejor, son sólo antiguos esbirros de Ivlis que ahora viven en paz en el bosque de manzanas...

    —¿Tú crees? —preguntó Macarona.

    —¡Por supues...!

    Un chillido interrumpió al demonio, que pegó un bote junto con sus amigas.

    —¿¡QUÉ HAS SIDO ESO!? —exclamó Yosafire, agarrando el brazo de Froze.

    —No lo sé, pero no ha sonado nada bien... —respondió ésta, mirando de un lado a otro.

    En cambio, Rawberry parecía más entusiasmada que nunca.

    —¡Ha sido uno de esos murciélagos tan deliciosos! —gritó, con una sonrisa de oreja a oreja. Entonces, señaló un arbusto cercano y dijo—: ¡Ha venido de ahí! ¡MUAHAHAHAHA!

    Y sin decir nada más, se abalanzó sobre el animal, que empezó a chillar. Agarró al murciélago del ala, y ante sus asustadas amigas, le pegó un mordisco a su piel, tiró con los dientes y le arrancó un terrible grito a la pobre criatura. Rawberry masticó salvajemente, tiró de una de las alas del murciélago, arrancándola de cuajo y se la metió entera en la boca... El animal ya no se movía.

    —¡RAWBERRY! —gritó Macarona, aterrada— ¡PARA!

    Pero era muy tarde. Cuando Rawberry empezaba a comer, se volvía una persona muy diferente. Siguió rasgando, arrancando y masticando, sin hacer caso de las suplicas de sus amigas, hasta que no quedó nada del murciélago.

    Rawberry se chupó la sangre de los dedos, se relamió los labios y suspiró.

    —¡Sabrooooso! —dijo— ¡Busquemos más!

    —¡NO! —respondió el resto al unísono.

    Entre todas, agarraron a su amiga del vestido y la arrastraron con ellas al pueblo Gris de vuelta.

Killer SunlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora