Amistades

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—Estúpidas gatas... —se quejó Gris mientras caminaba con las manos en el bolsillo de su chaqueta.

    Leila se puso una mano delante de la boca para que su amiga no la viera sonreír. Ater y Arbus habían estado discutiendo con Gris, ya que esta última les había pedido que las guiaran hasta el portal, pero ellas simplemente habían dado marcha atrás, dejando a la chica con la palabra en la boca.

    Yosafire, Froze, Macarona y Rawberry caminaban por detrás de ellas, sin decir nada. Se sentían algo incómodas con ellas dos, ya que no las conocían de nada y aparentemente tenían que vivir una aventura entera juntas.

    Yosafire se adelantó un poco hasta estar junto a Gris, aunque ella ni se inmutó.

    —Esto... ¿Gris? —dijo.

    Gris la miró con una ceja alzada.

    —¿Qué?

    —¿Cuánto tardaremos en llegar?

    Gris entornó los ojos, con cara pensativa, y volvió a clavar su vista en el frente.

    —Pues... —dijo— Piensa que hace dos días que Ater y Arbus se fueron a investigar y hoy han vuelto.

    —¿¡Dos días!?

    Yosafire resopló y miró al cielo.

    —Pues... ¡volemos! Tardaremos menos, ¿no?

    Gris se paró de golpe y pegó su frente a la de la peli-verde.

    —NO.

    Y sin decir nada más, volvió a empezar a caminar, pero más deprisa. Yosafire se quedó quieta, algo asustada por como la había mirado Gris.

    —¿A-a qué ha venido eso? —le preguntó a Leila.

   Ella suspiró y miró hacia arriba.

    —Bueno... Es algo largo de contar.

   —Y no tenemos tiempo para eso. ¡Venga! —la apremió Froze— Perdemos a la gruñona.

    —Es cierto... —murmuró Macarona— Será mejor que no la perdamos de vista. No me gustaría quedarme atrapada en este lugar...

   Se encontraban en el centro de un bosque de árboles que podían medir perfectamente seis o siete metros cada uno, por lo que tapaban los rayos de sol y casi parecía que había oscurecido. Aunque también la sombra iba a su favor, pues era un día caluroso de verano.

    Siguieron caminando, completamente en silencio. Gris caminaba por delante del resto, aparentemente malhumorada. O eso, o era tan sólo su forma habitual de ser.

    Macarona se acercó a Leila, y sin quitarle el ojo de encima a Gris, le susurró:

    —¿Se puede saber qué le pasa?

     Leila suspiró y miró a su amiga con una expresión algo triste.

    —Ella es así, supongo —dijo—. Pero, una vez que la conoces, ¡es bastante buena! En nuestro mundo, hace ya varios años, la conocí. Yo no era muy buena haciendo amigos, pero ella supo aceptarme. Y aunque casi siempre esté de mal humor y sólo de vez en cuando sea cariñosa con el resto de la gente... es la mejor amiga que puedo desear.

    Macarona esbozó una pequeña sonrisa y también miró a Gris.

    —Sí, creo que sé cómo te sientes —confirmó—. A mí me pasa casi lo mismo con Rawberry. Ella es siempre muy molesta conmigo y siempre me gasta bromas pesadas. Por no hablar de aquella vez que intentó comerme... Pero aun así, ella es mi mejor amiga...

    Leila y Macarona dejaron escapar una leve risa.

    —¿Estáis hablando de amistades extrañas? —las sorprendió Yosafire por detrás— ¡Sois como Froze y yo! ¿No veis lo amorosas que somos?

    —¿A-amorosas? —tartamudeó Macarona con cierto rubor en las mejillas— ¿Qué quieres decir?

    Y continuaron hablando durante un largo rato. Luego de unos minutos, Froze y Rawberry se unieron a la animada conversación, e incluso llegó el momento en el que Gris se acercó un poco para escuchar.

    Ese fue el comienzo de una buena amistad.

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