Kcalb al rescate

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Macarona continaba apretando el botón que había encontrado en el bolsillo del jersey de Yosafire, mientras veía como ésta perdía grandes cantidades de sangre.

    —¡Vamos...! ¡Vamos, señor Kcalb! —decía nerviosa, sin dejar de pulsar el botón— ¿¡Por qué tarda tanto...!? ¡¡¿Piensa venir siquiera?!!

    Como respuesta a su pregunta, una luz grisácea la sorprendió detrás suya. Dejó el mando en el suelo y se gritó al Diablo, que acababa de llegar y parecía mareado, pues se agarraba con fuerza la cabeza.

    Macarona rápidamente se levantó, y sin dar tiempo al hombre a reaccionar, con una mano lo agarró de la corbata y con la otra señaló a su amiga inconsciente.

    —¡¡Yosafire está mal!! —gimió con los ojos inundados.

    Kcalb miró por encima de la castaña y abrió algo más los ojos al ver a la chica tirada en el suelo, con su jersey manchado de un color rojo más oscuro que el de éste. Rápidamente, el demonio apartó a Macarona y se sentó junto a Yosafire. Examinó la herida ycerró los ojos, claramente enfadado.

    —¿¡Veis ya por qué es tan peligroso el teletransporte!? —gritó, y para sorpresa su sorpresa, Macarona pudo notar como le temblaba la voz levemente.

    —¿P-puede... curarla? —preguntó con un puño en el pecho.

    Kcalb permaneció en silencio y apoyó la cabeza de la peli-verde en su regazo.

    —... Yo sólo sé destruir —murmuró—. La única que puede curarla... es Etihw, lo siento.

    Al escuchar esas palabras, dos lágrimas traicioneras resbalaron por las mejillas de la chica, que se acercó lentamente a su amiga y la miró desde arriba.

    —No puede ser... —dijo con un hilo de voz— Eso es imposible...

    Entonces, Kcalb hizo algo que jamás había hecho antes y que tampoco pensaba hacer nunca: le dio un breve pero cálido beso en la frente a Yosafire, mientras las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos y caían sobre el rostro de la peli-verde.

    —Tranquila, Yosafire... —dijo separándose de ella— No te voy a dejar morir, ¿está bien? —Entonces, se giró a Macarona, que los observaba con los ojos muy abiertos por la acción que acababa de realizar el Diablo, y le dijo— Escucha, Macarona: Leila llevaba con ella medicinas y vendas, pero ella y el resto están bastante lejos, por lo que tendré que ir hasta allí por medio de teletransporte. Mientras tanto, tienes que quedarte aquí cuidando de ella... ¿Está bien?

    Macarona asintió y se arrodilló junto al Diablo, trasladando la cabeza de Yosafire a su propio regazo. Justo después, Kcalb se puso en pie, se sacudió el traje y miró a la castaña.

    —Volveré cuanto antes... —confirmó. Entonces, cerró los ojos, haciendo que la luz anterior lo envolviera de nuevo— ¡No dejes que muera!

    Instantes después, se vio envuelto completamente por la luz. Al desaparecer ésta, no quedaba rastro del peli—blanco.

    Volvió a centrar su atención en su amiga, notando cómo tenía la respiración agitada.

    "Por lo menos... está viva" intentó alegrarse a sí misma.

    Y de repente, como si fuera un milagro, Yosafire se incorporó un poco y se puso a toser sangre.

    —¡Yosaf! —exclamó Macarona, con los ojos abiertos de par en par.

    Ella sólo siguió tosiendo. Cuando consiguió calmarse, abrió un ojo parpadeando y miró con el ceño fruncido a Macarona.

    —¿M-Macarona? —Parecía confusa— Pero yo... estaba segura de haber oído la voz del viejo...

    Macarona no respondió. Tan sólo esbozó una sonrisa de oreja a oreja y se puso a derramar lágrimas de alegría, dándole un fuerte abrazo a Yosafire y manchándose así el vestido de sangre.

    —¡¡Oh, Dios, estás bien...!!! —lloraba— ¡Pensé qué te perdería!

    Yosafire parpadeó varias veces. Entonces pareció comprender la situación y abrazó también a su amiga con una leve sonrisa.

    —¿De verdad pensabas que me iba a morir? ¡No puedo hacerlo hasta que convezca al viejo de que llame a su hijo como yo!

    Macarona se rió ante el comentario y apretó más a Yosafire contra ella, lo que le formó una mueca de dolor en la cara.

    —M-Macarona, me haces daño... —le dijo.

    Ella rápidamente se separó de la demonio, con las manos en alto.

    —¡Lo siento! —se disculpó— ¡Es que me he emocionado!

    Yosafire se rió levemente, agarrando su herida. De repente, entre las dos apareció el Diablo de la misma forma que lo había hecho anteriormente, pero esta vez con un botiquín en las manos. Al ver a Yosafire despierta, abrió los ojos en sorpresa y se tiró a su lado.

    —¡Yosafire...! —exclamó— ¡Estás bien! —Entonces, su expresión cambió a la de "Diablo Enfadadísimo" y la señaló con el dedo— ¿¡Tienes idea de lo preocupado que me tenías!? ¡Si por una vez no me desobedecieras, no te pasarían estas co...!

    —¡Hey! —La chica lo interrumpió con una gran sonrisa— ¿Así que estabas preocupado? ¡Entonces, el beso que me diste no fue un sueño!

    Kcalb se calló, y un notable rubor tiñó sus pálidas mejillas.

    —¿¡Qué!? —gritó intentando parecer enfadado aún— ¡Cómo iba yo a besarte, piensa un poco chica! ¡Tienes que habértelo imaginado! Claro, seguro que es eso... Estabas muy mal...

    Ella volvió a reírse, pero su carcajada fue interrumpida por otra sonora tos cargada de sangre que manchó el traje de Kcalb. Él frunció el ceño y obligó a Yosafire a tumbarse.

    —No te muevas —ordenó.

    Con un poco de ayuda de Macarona, el hombre curó a la chica de las gafas con mucha delicadeza, para luego sustituir el lazo de la castaña por vendas de verdad.

    —La hemorragia ya se va deteniendo... —suspiró Macarona, aliviada.

    —¡Eso es bueno! —rió Yosafire mientras se incorporaba con algo de dificultad— ¡Menos mal que me habéis curado! ¡Podría haberme muerto! —Dijo eso último con tanta naturalidad que ni siquiera preocupó a Macarona y a Kcalb.

    —Lo importante ahora es que regresemos con el grupo... —dijo Kcalb levantándose— Ya mismo habremos llegado al lugar que describían Ater y Arbus...

    Macarona frunció el entrecejo e infló sus mejillas.

    —No me diga que tenemos que volver a teletransportarnos... —dijo algo preocupada.

    Kcalb se volvió a ella con una sonrisa un poco maliciosa, como diciendo: "Os lo merecéis por desobedecerme", y dijo:

    —Ahí le has dado, chica.  


¡¡Hola, personitas!! ¡Siento haber tardado tanto en escribir, pero es que también estaba haciendo la nueva portada para las historia! Por cierto, ¿os gusta más la otra o dejo ésta? Es que no sé cuál está mejor xD Bueno, la que está puesta ahora la he hecho yo, por eso está tan mal (es uno de mis primeros dibujos bien hechos, así que...). Por eso, si preferís la otra, ¡sólo decídmelo en los comentarios! Espero que os haya gustado el capítulo~ 

    Un achuchón de pingüino,

    Gris-sensei.


Killer SunlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora