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Paloma

—Si, soy un maldito monstruo, un cobarde y se que no te merezco pero ¡Te amo y no dejare que el destino me castigue contigo por un maldito error del pasado!

Me quede helada ¿Que podía decir? él me atrajo y me abrazo fuertemente.

—Yo... yo lo intente, quise alejarme de ti muchas veces por que sabía... se lo que soy, pero tu entraste llena de dulzura, vida y me ayudaste con los fantasmas de mi pasado. Es por eso que siempre tengo miedo de perderte, estoy dividido entre lo que se que es correcto, el miedo de perderte y el querer tenerte para siempre.

Mis miedos me llevan actuar como un verdadero imbécil, por que contigo me siento a salvo, no me siento perdido entre tinieblas, por fin encontré mi lugar, incluso en la empresa ya no siento que me asfixia o que no pertenezco ahí, los ataques de pánico se fueron y ya no necesito de las peleas o las carreras de moto por que tu me das paz.

Por eso te llamo mi ángel, por que tu me salvaste de todas las formas que necesitaba.

Es por eso que pierdo el control tan fácilmente cuando siento que te puedo perder, cuando veo que alguien me quiere robar lo que es mío, si por que tu eres mía ¡Mía! por sobre todo, incluso de ti misma, pero lo mas importante es que yo soy tuyo.

¡Dios! todo esto era demasiado.

—Ángel no me dejes — levanta su rostro y me mira, sus ojos me piden anhelantes, y yo supe en ese momento que lo amaba aun mas.

Lo bese al principio con desesperación, queriendo borrar sus dolor y después con todo mi amor que sentía por él. Y él me beso de la misma manera, cuando nos separamos por aire, él pego su frente en la mía el silencio nos cubrió el tiempo parecía haberse detenido.

—Yo también te amo — le confesé, él me abrazo aún con mas fuerza y de nuevo me beso, entonces solo tome la decisión, me separe de él mientras me veía desconcertado.

Lo mire una vez mas buscando sus ojos y ahí encontré el valor que me hacía falta... entonces entendí que todo estaría bien. Con determinación y mi confianza en él tome el dobladillo de mi camisón y me lo quite.

Él me miro con sorpresa al principio y después sus ojos brillaron mientras me recorría lentamente, me acerque, lo tome de la barbilla para que me mirara.

—Tuya — dije con determinación.

Su mirada se torno mas oscura y supe que era deseo, el mismo que yo sentía por él. Me beso con intensidad haciendo que mi cuerpo reaccionara, lleve nis manos a su cabello y lo atraje mas a mi.

—Mía — rugió proclamando él, y mi sangre respondió a su llamado, encendiéndose aún mas.

—Si tuya — afirme.

Él me tomo entre sus brazos, me recostó sobre mi cama y se posiciono encima mío.

—Dilo de nuevo — me pidió.

—Tuya.

—No, que me amas.

—Te amo.

—No sabes cuanto tiempo llevo esperando queriendo el oírte decirlo.

—Te amo — repetí.

—Te amo y te deseo pero necesito que estés segura, yo puedo esperar el tiempo que sea necesario me dijo, pero yo podía sentir su necesidad.

—Tu, pero yo no — confesé — Quiero que me hagas el amor.

—Pequeña, no tienes idea de lo que tus palabras me hacen, y si estas segura lo haremos pero...

Angel de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora