Había faltado un par de días al instituto, pero no es como si nada hubiera cambiado.
Deambulaba a primera hora por los pasillos para encontrar mi taquilla, esquivando como podía a las personas impacientes por llegar a las suyas.
Quizás algo sí había cambiado, todo el mundo me miraba.
Agachando la cabeza por vergüenza y acelerando mis pisadas, me pregunté por qué tenía tanta atención sobre mí, sobre todo cuando la odiaba.
Por fin en mi casillero, a salvo de más miradas, guardé algunos libros y saqué otros cuando alguien habló a mi lado.
-Parece que alguien se lo ha pasado bien esta noche.
-Dios, Sidney- dije poniendo mi mano en mi pecho, notando como mi corazón se había acelerado del susto que acababa de recibir -¿A qué te refieres?
-A que te has llevado algún chupetón que otro- contestó alzando las cejas y ocultando la sonrisa que se estaba formando en su cara. Yo fruncí las cejas, anoche no hice nada con Luke, era imposible que tuviera un chupetón.
-No tengo ningún chupetón- negué rotundamente, pasando las temas de mis dedos por mi cuello, asegurando que no tenía nada. Pero de repente sentí una punzada de dolor. Aún más confundida, cogí mi movil y miré mi reflejo, percatando por primera vez en el día un gran moretón en el lado izquierdo de mi cuello -¿Tienes algo de maquillaje?
-Por supuesto- contestó casi ofendida, como si sólo dudar sobre ello la hubiera ofendido.
La cogí del brazo y prácticamente la arrastré hasta el baño de mujeres que quedaba cerca de mi taquilla, lo que era bastante útil en estas ocasiones de emergencia.
En cuanto estuvimos en frente del espejo, Sidney pareció entender lo que estaba pasando y, sin decir nada, sacó directamente su neceser lleno de productos de maquillaje. Tantos había que no sabría decir para que sirve cada uno.
Debió ver mi cara de confusión, porque rodó los ojos y comenzó a sacar cosas de la bolsa.
Aplicó un corrector antes de echar un poco de base. Después me puso unos polvos que ni siquiera sabía qué eran y admiré el resultado final: Sidney era toda una artista. Era increíble como ya no había rastro del moretón, lo había cubierto perfectamente.
-¿Qué harías anoche con Luke?- preguntó sugestivamente.
-Esto no lo ha hecho Luke...- quise hacerla entender que eso no lo había hecho nadie, supuse que era por mi enfermedad.
También está la posibilidad de que Luke me hubiera hecho el amor ayer mientras yo dormía, pero tampoco era de su estilo hacerlo sin una notita de aviso o algo así, algo como "oye esta noche te voy a violar, no esperes despierta".
Sidney parecía no acabar de entender lo que dije, lo que me hizo rodar los ojos instantáneamente. Esta chica podía ser tan poco espabilada a veces.
-¿Estás engañando a Luke?- dijo lo más seria de lo que la había visto nunca.
-¿Qué? ¡No!- prácticamente grité.
¿Cómo yo iba a engañar al chico del que estoy profundamente enamorada?
-Es la enfermedad, ya sabes...
En estos momentos de mi vida, la palabra "hemofilia" no cabía en mi vocabulario. Era el innombrable, el término prohibido que bajo ninguna ocasión podía ser nombrado.
Su cara pasó de culparme por infidelidad a como si le acabaran de echar un jarrón de agua fría por encima. Aunque no dijo nada, porque era mejor así, yo sabía que ella estaba arrepentida de haberme acusado de algo así, sobre todo cuando el culpable de ese "chupetón" era una jodida enfermedad.
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The Neighbour // l.h #Wattys2015
Fanfiction"-¿Quién eres? -Soy tu vecino. El que te mira por la ventana cuando llegas a casa y lo primero que haces es quitarte la falda del colegio porque no aguantas más ser alguien que no eres en realidad. -¿Cómo sabes tu eso? -Porque soy yo, tu vecino."