Capítulo 21.

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Desperté con unos fuertes brazos agarrando mi cintura.

Todavía no podía creer lo que había pasado anoche.

Dios, fue tan increíble. Si antes estábamos unidos, ahora era como si cada célula de mi cuerpo estuviera unida a las suyas, me sentía capaz incluso de adivinar sus pensamientos.

Como si todas las pequeñas barreras que nos separaban hubieran desaparecido.

¿Que cómo fui capaz? Todavía sigo preguntándomelo.

Creo que al saber que había un sentimiento mutuo y real, que no era un engaño ni sería un objeto para él, me dio la suficiente seguridad que necesitaba para dar ese paso. Era diferente esta vez, dos personas enamoradas uniéndose en cuerpo y alma. Él era diferente, especial.

¿Qué puedo decir? Estoy desnuda tumbada en la cama con los brazos de Luke rodeándome y nuestras piernas entrelazadas. ¿Y sabéis qué? Que soy feliz.

Era una sensación tan nueva. Por supuesto que durante todo este tiempo he sido más que feliz junto a Luke, pero no se comparaba con este momento. Como si nada pudiera derrumbarme, ni siquiera mi padre o el pasado; como otro universo donde no había cabida para otras personas que no fuéramos Luke y yo.

Y, joder, amaba ese universo.

-Luke...- intenté despertarle, pero él solo me agarró más fuerte -Luke, despierta... Tengo hambre...

-Los niños de África también- murmuró medio dormido.

-Lo sé, yo donaba dinero para los niños de África. Pero yo, que soy una afortunada y tengo un frigorífico con comida, debo aprovecharlo. Al menos déjame ir a preparar el desayuno- me volví a quejar.

-No- se negó rotunda y directamente, sin andarse con rodeos o contemplando las posibilidades.

-¿Por qué? Voy, hago el desayuno y te aviso cuando esté hecho.

-Tú no te vas de esta cama como que yo me llamo Luke Hemmings.

-Vaya, entonces me has tenido engañada todo este tiempo. No sé si podré seguir con esta farsa.

-Vale, iremos a hacer el desayuno pesada- dijo levantándose de la cama y no pude evitar reír, sobre todo al verle actuando así y apareciendo desnudo de entre las sábanas.

Me levanté de la cama y me puse ropa interior limpia y una camiseta de Luke que no llegaba a cubrir mis muslos, mientras él simplemente se puso unos bóxers. Sucios.

-Luke, coge unos limpios cacho guarro- le regañé mientras veía como se los ponía.

-He sobrevivido dieciocho años así, no intentes cambiarme ahora- me respondió actuando lo más dramático que podía ser Luke Hemmings sin reírse.

-Vale, pero toma- dije entregándole unos bóxers limpios, los que al final accedió a ponerse.

Fui a la cocina seguida de Luke, donde empecé a sacar los ingredientes necesarios para hacer tortitas: harina, azúcar, huevos, leche, aceite, levadura y una pizca de sal. Con todas las cosas que necesitaría sobre la encimera, comencé a prepararlas. Estaba mezclando el harina y el azúcar con el aceite, cuando sentí que alguien me rodeaba desde atrás.

-Ni un beso de buenos días me has dado- se quejó mientras hundía su rostro en mi cuello, haciéndome cosquillas.

-Ni tú a mí- contraataqué.

-Vaya, esto es un serio problema de estado.

-Y vaya que si lo es.

-Tenemos que arreglarlo.

-Corrección: tienes que arreglarlo- dije dándome la vuelta, encarándole.

-De acuerdo- contestó encogiéndose de hombros y pronto nuestros labios estaban unidos.

Rodeé su cuello con mis brazos y, de repente, olí a quemado.

-¡Las tortitas!- casi grité y me separé rápidamente para ver una tortita completamente negra en la sartén. La saqué y la puse en un plato, ofreciéndosela a Luke -¿Tortita a l'inferno?- pregunté con el peor acento italiano del mundo.

-No, gracias- respondió sonriente y yo negué con la cabeza para continuar haciendo las tortitas, esta vez sin quemar ninguna.

Al terminar, nos sentamos en la cocina para comerlas.

-¿Hay nata o sirope o algo que echarle a esta mísera tortita?- preguntó Luke.

-Hay un huevo en la nevera, si te sirve eso.

-No- dijo con cara de asco.

-Hay que ir a la compra- dije señalando la lista en la nevera con las cosas que necesitábamos.

-De acuerdo.

-Y limpiar la casa- añadí.

-Yo fregué los platos la otra noche- dijo intentando librarse de la limpieza.

-Eso no es limpiar la casa. Hay que ir a la lavandería, no te quedan muchas camisas limpias.

-Mírate, hablando como una súper ama de casa.

-Eso no te hará librarte de limpiar.

-Mierda.

Después de desayunar, decidimos ir al centro de Sidney. Así que me vestí con una camisa azul claro de Luke, unos vaqueros negros y unas zapatillas azules. Luke iba genial como siempre, vaqueros negros y una camiseta de Kurt Cobain, luciendo como un modelo. Cogí mi bolso y algunas cosas más, y fuimos al coche.

Llegamos allí y, no sé si era la ciudad o la fragancia de Luke, pero nunca había visto Sidney tan bonita como ese día.

Fuimos al centro, visitando sus preciosas calles y monumentos y haciéndonos fotos y riendo a cada minuto.

Fuimos a la bahía de Sidney, la cual estaba preciosa.

Una pareja de ancianos pasó a nuestro lado, caminando cogidos de la mano, riéndose, felices.

Me quedé mirándoles. Nunca pensé que existiera el amor verdadero, que realmente el amor durara toda la vida. Simplemente no creía en el amor, lo que concuerda con el único ejemplo que he tenido: mis padres. No recuerdo ni un momento en el que ellos estuvieran felices juntos. Pero ahora, mirándonos a Luke y a mí, ahora quizás sí crea en el amor.

-Esos seremos nosotros- me susurró en el oído mientras los ancianos pasaban. Evidentemente, no pude evitar sonreír como la que más.

-¿Sabes? Quiero que seas tú quien empuje mi silla de ruedas cuando sea vieja y arrugada.

-Dios, es la declaración de amor más bonita del mundo- dijo fingiendo llorar de la emoción, haciéndome reír como siempre.

A mitad de la mañana, fuimos a un Starbucks por un café. Entramos al local, donde había bastante cola para pedir.

-Perdone, ¿es usted el último?- pregunté a un chico de unos treinta años con una melena que me recordaba a la de Ashton.

Pero cuando se giró para contestar, su cara se me hizo extrañamente familiar y una sensación que nunca antes había sentido se instauró en mi estómago.

-¿Te conozco?- pregunté sin haber oído su respuesta. Giré a ver a Luke un segundo, el cual me miraba preguntándome qué estaba haciendo.

-No, creo que no. Soy Ted.

No puede ser él.

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Lo siento, iba a actualizar este cap ayer, pero al final me fui todo el día con mis primas a un spa (viven en la otra punta del país así que estoy todos los días con ellas esta semana)

Y ahora me voy de compras con ellas.

¿Quién será el extraño del Starbucks?

Os quiero y nos vemos pronto.
-Mer .xx

The Neighbour // l.h #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora