Epílogo.

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Seis meses después, me encontraba haciendo de canguro de todos los niños del edificio. Sus padres necesitaban a alguien que les cuidara por las tardes después del colegio y yo necesitaba dinero para comprar cosas para el bebé.

Ya no trabajo como camarera, no querían a una embarazada, pero yo tampoco quería trabajar allí durante más tiempo. No es muy cómodo colocarse una mini falda y un top cuando tu tripa crece a cada segundo.

-Peter, cariño, no puedes tirar del pelo a Holly, pídela perdón- regañé el niño de cinco años.

-Lo siento, Holly- dijo cabizbajo a la pequeña pelirroja.

-No pasa nada, te perdono- contestó la niña para acto seguido darle un abrazo. Son tan tiernos.

Me encanta como los niños pueden olvidar y perdonar tan fácilmente, no tienen rencor ni les importa su orgullo, son mucho mejores que los adultos. Y yo iba a tener un uno.

Mi tripa ya estaba bastante abultada, sólo me quedaban dos meses para salir de cuentas y estaba terriblemente aterrorizada.

Quería ver a mi pequeña cuanto antes, porque sí, era una niña.

El timbre sonó y detrás de la puerta me encontré a Blake y Aylen.

-¿Cómo estás preciosa?- me saludó Aylen dándome un abrazo.

La había conocido en la universidad y ahora era mi mejor amiga. Era una persona muy especial, siempre está cuidándome y sin ella no sabría que habría hecho en estos seis meses.

-Estoy con los niños, y hola Blake- dije soltando una pequeña risa y dando un abrazo al susodicho.

Con Blake también tenía una gran relación, ha sido el único que me ha apoyado desde el principio cuando ni siquiera me conocía.

-Aylu, esta tarde tengo una ecografía del bebé, ¿podrías venir conmigo?- le pregunté mientras le daba un zumo a otro de los niños.

-No puedo, un compañero me ha cambiado el turno y me toca trabajar esta tarde. Pero te puede acompañar él, ¿verdad Blake?- Aylen tenía una manía con juntarnos a Blake y a mí, sobre todo desde que no puedo contactar con Luke.

Porque sí, merecía saber que iba a ser padre y le llamé por teléfono, le llamé repetidas veces, durante meses enteros, y nunca daba respuesta. Se había cambiado de número y eso me descolocaba aún más.

-Claro, yo te acompaño- dijo un sonriente Blake.

Después de dos horas de Bob Esponja y algún que otro pequeño llanto sin importancia, me encontraba tumbada en una camilla con un gel frío en mi barriga y un chico altamente atractivo agarrándome la mano.

-¿Esas son sus piernecitas?- preguntó Blake señalando una mancha en la pantalla.

-No- respondió el doctor riendo -Esos son sus brazos.

Yo solté una sonora carcajada haciendo que el pobre se avergonzara.

-Bueno, está todo bien, la pequeña está perfectamente- dijo entregándome un papel con el que me limpié el gel restante de la tripa -. En cambio dudo que tú lo estés.

-¿A qué se refiere?- respondí confundida sentándome en una de las sillas que tenía en su despacho.

-A que estás muy pálida y estresada. Te falta hierro y te veo muy cansada. Necesitas cambiar tu alimentación y básicamente comer más, mucho más. Estos dos meses son en los que más se engorda.

-Bien, lo intentaré- contesté.

-Todo lo demás está perfectamente. La pequeña crece a un buen ritmo. Y por cierto, ya hemos programado el parto.

The Neighbour // l.h #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora