Capítulo XV

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Puedo decir que literalmente jale los días para que pasara rápido la jodida semana, pero como ya sabemos cuándo esperas algo con ansias los días pasan como caminata de tortuga. Estaba estresada, cansada, abrumada y sobre todo aburrida, aburrida de solo ir al instituto, llegar a casa, salir a trotar y de nuevo a dormir. Necesitaba entrenar, golpear algo para aliviar el estrés del día a día. Tengo un saco de boxeo en el garaje de mi casa pero eso no es suficiente para mí.

Me preparo para ir al gimnasio, tenis, un short de licra deportivo y una camiseta sencilla. Matías pasara por mi cuando vaya a dejar a Cassie en el gim, siempre me ha gustado caminar hasta allá pero quiero verlo, así que cuando me llamo para ofrecerse a llevarme no dude en decirle que sí.

—Que les vaya bien. — Dice Matías, cuando nos deja frente al gim —. Pasare a las seis por ustedes. — Cassie y yo ladeamos la mano en forma de despedida hacia él, y se va en su auto.

Cuando entramos al gimnasio, por supuesto que todos me miran como si fuese un extraterrestre, la tensión es casi palpable cuando entro a la oficina del director y entrenador Carlos.

—Debiste tocar—Dice, yo ruedo los ojos al cielo y camino hacia la silla delante de su escritorio.

—Ya puedo volver, ¿No? Ya paso una semana. —Mi voz es ronca y tranquila, no quiero problemas. Se acomoda en su silla, coloca su codo en el respaldo para brazos y rasca su barbilla observándome con detenimiento. Vuelvo a rodar los ojos al cielo.

—Así que estuvo aburrida tu semana. —dice, entonces siento que se trae algo entre manos.

—Si — hago una pausa y lo observo con detenimiento —. Muy aburrida.

—Bueno... —dice, inhala con fuerza y se levanta de su asiento rodeándome—. Hemos llegado a un acuerdo, los entrenadores y yo por supuesto — paso las manos por mi rostro tratando de calmarme, sabía que se traía algo entre manos —. Si, puedes regresar hoy al gimnasio, pero con una condición... no podemos dejar que alguien tenga ese comportamiento aquí, porque si lo haces tú lo ha...

—Solo dime qué debo hacer... — lo interrumpo, joder, odio cuando habla tanto. Inhala tratando de no perder la paciencia.

—Después que cerremos el gim, te quedaras ayudando con la limpieza, lo harás por un mes. —termina.

—Bien —digo, levantándome para salir.

— ¿Bien?—dice confundido. Me detengo cuando lo escucho hablar

— Sí, dije bien. —Creo que no lo puede creer, creo que pensó que iba a protestar y a negarme rotundamente, y lo iba hacer pero sé; de antemano, que él quiere probar un punto, que quiere probar que él es el que manda aquí, que él está por encima de mí y que no puedo hacer lo que me dé la gana.

—Bien, espero que cumplas con tu palabra. —termina.

—Siempre lo hago, me parece extraño que aun dudes de eso conociéndome como me conoces. —digo, salgo de allí lo más rápido que puedo.

Comienzo saltando la cuerda para calentar un poco, tratare de empezar despacio, fue una semana sin entrenar y aunque no lo crean es mucho y más para una persona como yo, esto es mi vida, no me veo sin poder entrenar un día, siento que me falta el aire, me siento enferma cuando no entreno lo suficiente para mí, parece exagerado pero así lo siento yo. Sigo con la pera, ya tengo mis vendas puestas, empiezo con golpes suaves pero con precisión, hoy me siento calmada sin ganas de discutir o pelear con alguien, ni siquiera me subiré al cuadrilátero a pelear, por alguna razón quiero hacer las cosas bien, pero no quiero pensar que esa razón tiene nombre y apellido.

Me detengo un momento y sacudo mis manos para relajarlas un poco. Seco el sudor en mi cara y cuello, sigo con mi entrenamiento en el saco pesado dando golpes de poder y rapidez.

La Chica del Box (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora