Capítulo XXI

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Mi cabeza va a explotar...

Lo último que recuerdo de la noche anterior es a todos perdiendo la cabeza y a mi madre apagando la música, decía que ya era suficiente y llamó aproximadamente unos cien taxis, bueno, no tantos, en un pueblo tan pequeño no hay tantos taxis. El caso es que todos se fueron a casa, llevados por un adulto responsable, así es mi madre, se preocupa por todo.

El sol entra por mi ventana haciendo que mi dolor de cabeza aumente. Trato de levantarme pero algo me retiene, no algo no, alguien. Me vuelvo con cuidado y me doy cuenta que se trata de Matías, había olvidado que él y Cassie se habían quedado a dormir en mi casa, su pierna está por encima de las mías y su mano me toma por la cintura. Me deshago de su agarre con mucho cuidado para no despertarlo y cierro las cortinas, quedando así la habitación completamente a oscuras, de nuevo.


(...)


— ¿Les sirvo su desayuno? — Pregunta mi madre, cuando Matías y yo bajamos a la cocina. Cassie aún no despierta.

—Sí, madre. Por favor. —Digo.

— ¿Y Cassie, aun no despierta? —Pregunta mamá.

—No, sigue borracha aún. — Responde Matías con molestia, le doy una mirada dura. Joder, mi madre no sabe nada de la borrachera de Cassie.

— ¿Cassie se emborracho? — Pregunta mi madre, poniendo los ojos en blanco.

— ¡No! Matías lo dice por toda la locura de ayer... Usted sabes, el agua, la música. Eso a veces hace que te sientas borracha. —Digo y desvió la vista negando, porque ni yo me he creído lo que acabo de decir.

—Oh... — Dice mi madre y mira a Matías —. Espero que todos esos chicos hayan llegado bien a sus casas.

—Lo hicieron madre, tú te aseguraste de eso.

Después de desayunar, nos sentamos en la sala frente a la tv y vemos una película, es domingo y no tengo ganas de hacer absolutamente nada, aunque deberíamos estar entrenando para el campeonato. Cassie aún no se levanta, hace un rato fui a despertarla pero dijo que estaba cansada y quería dormir, dijo que la dejara en paz, al menos por hoy.

Mamá prepara un caldo de pollo y le agradezco por eso, es lo que necesito para terminar de recuperarme, la madre de Matías llamo para preguntar por ellos pero él le ha dicho que están bien, y que dentro de unas horas se irán a casa, no pude evitar sentir una punzada de soledad cuando dijo que se iría.

—Dios, ¿Qué paso ayer? —Pregunta Cassie, con las manos en la cabeza mientras baja las escaleras.

—Si mal no recuerdo, te emborrachaste e hiciste el ridículo delante de todos. — Dice Matías enojado, le doy un codazo, por Dios no puede ser tan duro con ella, algún día se emborracharía y era bueno que hayamos estados allí y no con gente desconocida que le pueda hacer daño.

—Solo la pasaste bien. —Digo, sin despegar la vista de la tv.

— ¡Por supuesto que la pase bien, no recuerdo mucho pero lo que logro recordar esta de locos! —Afirma Cassie y Matías la mira mal, yo reprimo una sonrisa.

Mis padres, mi hermano, Matías, Cassie y yo nos sentamos en la mesa para así almorzar el rico caldo de pollo que ha preparado mi madre. Al principio todos comemos en silencio, puedo notar como Cassie observa a mi hermano pero él la mira mal y aparta la vista, de seguro se pelearon anoche y puedo apostar fue porque Cassie no paraba de tomar.

Cassie y Matías se marchan alrededor de las cuatro de la tarde. Marcos y Cassie no entablaron conversación en toda el día a pesar de que ella trato de hacerlo. Cuando se terminan de marchar, subo a mi habitación y busco mis apuntes para terminar los trabajos a entregar para mañana, así como me gusta el boxeo, también me gusta entregar todas mis tareas e ir bien en el instituto, creo que mis padres nunca han tenido problemas con mis notas.

La Chica del Box (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora