Capítulo XXXIX

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Narra Samantha:

Todos me miraban como si estuviese loca...

Dos muertes en menos de un año. Joder, debería estar en una puta cárcel de seguridad; dicen que no soy culpable de ambas, que toda la culpa la tiene Camila, pero pensándolo bien, fue mi culpa... era una chica rechazada por la mayoría, a pesar de tenerlo todo nadie la tomaba en cuenta y, cuando yo lo hice se lo tomo mas enserio de lo normal, el problema de todo esto es que prefería estar con otras personas antes que con ella y se lo tomo a pecho. Al punto de hacérmelo pagar y lo logro, logro destruir cada parte de mi vida.

Tengo un mes sin ver a Matías y eso me hace sentir tranquila, lo hago por su bien, sabemos que si sigo con el va a morir como todos.

«Cassie no esta muerta»

Es lo que todos dicen, es tan molesto. Si no esta muerta entonces; ¿Dónde esta? Cada tarde desde hace un mes vengo a buscarla en el lugar que desapareció, pero no esta. He invadido propiedades privadas, he hecho vandalismo, he roto muchas reglas tratando de buscarla. No me importa que a los alrededores haya propiedades privadas, entro las reviso y si es necesario romper una ventana o sabotear las puertas lo hago, pero necesitaba asegurarme de que no estuviese allí pasando frio o con hambre.

Pero nunca estaba...

Me he dado por vencida, he decidió que esta muerta, Cassie para mi, al igual que Anabel esta muerta. De ahora en adelante he decidido que mis amigos eran los cigarrillos y de vez en cuando una botella de alcohol. No quiero a nadie cerca de mí, ni siquiera a mi propia familia. He decidido alejarme de ellos, he decidido irme muy, muy lejos. Ya he elegido universidad pero no le he comentado a nadie porque no quiero a ninguno cerca de mí.

He destrozado la vida de tantas personas que ahora mismo mis padres han pedido permiso en el trabajo para estar al pendiente de mí, no están haciendo lo que les gusta hacer por mi culpa, Marcos no lo he visto ni siquiera embozar una sonrisa desde que Cassie desapareció, los padres de esta ultima no hacen mas que rezar e ir a misas en su nombre, todas las personas del pueblo asisten a pedirle a dios para que ella este bien, menos yo. Y Matías... joder, ese chico se le ve mas perdido que nunca, desubicado sin saber que hacer, librando una batalla interna entre quedarse con su familia o irse conmigo, al menos eso piensa el, piensa que se ira conmigo a alguna universidad. Es inevitable enamorarse y no salir lastimado; porque si, me había enamorado de el, de esa forma tan loca en la que prefieres hacerte daño a ti mismo antes de hacérselo a esa persona, sentía mi pecho arder cuando lo veía y me prohibía a mi misma tocarlo, besarlo. Posiblemente el me quiera, que se yo, pero lo cierto es que puede hacer conmigo lo que le venga en su puta gana. Por eso me aleje y me alejare de el, no se si pueda soportar verlo con alguien mas. Pero el nunca lo sabrá.

Cada tarde vengo a la montaña más alta por donde pasa el rio, mirando el vacio a mis pies, observando todo y cada centímetro de este lugar, quizá pueda verla antes de huir. Pero este día, un día más, tampoco logre verla.

«Ella esta muerta para ti»

Me repetía una y otra vez, tratando de convérseme de eso.

Bajo una vez mas cuando la noche esta por caer, el camino al pueblo es de una media hora, pero me obligo a caminar importándome muy poco el dolor en mis piernas.

Una hora más tarde estoy llegando a una de las fiestas que me ha notificado Sofía que hay. Es en la vieja gallera donde se realizan las peleas clandestinas, pero hoy no habrán peleas, hoy habrán carreras. Al llegar lo primero que veo frente a mi es un vaso lleno de cerveza que me ofrece Alex. Todas las noches es lo mismo, prefiero estar aquí con la música extremadamente alta antes que estar en casa matándome la cabeza pensando en las cosas de los últimos días. Si, soy una cobarde, lo se.

La Chica del Box (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora