Capítulo 13

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La señorita Mittermaier le sonreía ampliamente a Erika, quien no dejaba de pensar en la competencia en esos momentos. Su profesora había dicho que solo necesitaba entrenamiento para pulir detalles y ella no tenía el dinero para pagar clases, mucho menos clases privadas.

-Señorita M - comenzó de nuevo la chica con pesadez -, como ya he dicho antes, no tengo el dinero suficiente - hizo una mueca triste.

La profesora, sin embargo, seguía sonriendo ampliamente.

-Por lo mismo, yo seré tu maestra. No tendrás que pagarme nada, no quiero tu dinero. Quiero verte ganar esa competencia y demostrarle al mundo lo buena bailarina que eres - le dijo con decisión y cariño.

A la pelinegra se le agrandó el corazón y sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas de felicidad. Una vez leyó en un libro que las lágrimas de felicidad no existían, que era solo estrés contenido y que al ver que algo bueno pasaba en tu vida ese estrés se liberaba en forma de lágrimas. Corrió hasta su maestra y la abrazó murmurando varios agradecimientos.

-Mi niña, te conozco hace diez años o más. No pienso dejarte ahora, prácticamente te vi crecer tanto como bailarina como persona y puedo decirte que estoy muy, muy, muy orgullosa de ti - le dijo al mismo tiempo en que la llamaban desde afuera -. ¿Quieres venir más tarde? - Erika asintió -. Bien, te dejare todo listo, hablamos durante la semana para cuadrar el horario de entrenamiento.

Erika tuvo un momento fangirl , no podía creérselo aun. Todo parecía tomar un nuevo rumbo en su cabeza y en su vida. Contenta, salió del instituto y comenzó a caminar en dirección a su casa con una sonrisa como la del gato de Alicia. Pensaba, sí, pensaba mucho, en muchas cosas y en nada al mismo tiempo.

Al llegar a casa, Sally la estaba esperando para cenar como de costumbre y la pelinegra sin poder contenerse habló sobre la competencia y el mundo de oportunidades que se le abriría si la ganaba.

-Entonces... - dijo su madre -. ¿Si logras que te den la beca, iras a Julliard?

Erika asintió.

-¿Y qué pasará si no te la dan? Además, ¿de dónde sacaremos el dinero para pagar el entrenamiento y la inscripción? - su madre actuaba extrañamente -. Además del traje y arreglarte... sería una pérdida de dinero si no ganas.

-¡Madre! - chilló Erika, estaba exhausta de siempre hacer lo que sus padres necesitaran que hiciera, quería, por una vez, hacer algo que ella quisiese -. La señorita Mittermaier me dará las clases gratis, dijo que no quería mi dinero, solo quiere que gane la beca porque cree que me la merezco y porque considera que es momento que todos vean lo buena que soy -Erika estaba enojada.

-¿Y te consideras lo suficientemente buena? Digo, para arriesgar tanto en una beca en la que seguro hay otras quinientas personas tratando de conseguirla...

Erika no podía creerlo y comenzaba a desesperarse, ¿acaso no era el trabajo de las madres apoyar a sus hijos incondicionalmente? ¿acaso no debía ella estar feliz por su hija?

-¿Arriesgar qué, madre? - cuestionó la pelinegra abruptamente -. ¿No lo ves? No tengo nada que arriesgar ¿el trabajo de la cafetería? ¡Por Dios! Son sólo unos 500 dólares que gastare y los sacaré de mis ahorros porque por lo que veo la única ayuda que conseguiré será la de la señorita Mittermaier.

Se levantó de la mesa y se fue a su habitación, cerró con llave y dejó caer unas lágrimas traicioneras, las cuales se limpió rápidamente antes de tumbarse en su cama a escuchar música. ¿Por qué siento tanta ira últimamente?, se preguntaba. Erika había comenzado a ver las cosas de una forma diferente, era como si estuviese en un mundo diferente, ajeno al que ella estaba acostumbrada.

Baila, Mariposa - ESP (Version 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora