Capitulo 1

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Erika despertó a las 6:00 am porque su despertador no dejaba de sonar, lo agarró y lo lanzó contra el piso para hacer callar a la máquina pero esta siguió sonando. Con pereza, Erika se levantó y apagó el despertador, se dirigió al baño y se alistó para ir a clases.

A las 7:15 salió de su habitación y fue a la cocina a prepararse su desayuno, y el de su padre: huevos con tocino y pan tostado. Comió y fue a ayudar a su papá a levantarse de la cama para llevarlo a la cocina y que así se alimentara. Cuando terminó de comer lo acompaño hasta la sala, lo sentó en el sofá y le acercó un vaso de agua, unas galletas, la laptop y el control del televisor. Se despidió de él con un beso en la mejilla y se apresuró a encaminarse a la escuela.


-¡Erika!- gritó una voz a su espalda cuando iba entrando al colegio.

Erika se giró y sonrió al ver que era Alana, su amiga de toda la vida, quien la llamaba.

-¡Ana!- le respondió burlona.

A su amiga no le gustaba que la llamaran por ese apodo.

-No comiences- le advirtió, causando una carcajada de parte de ella que l final contagió a su amiga.

-¿Qué paso?- pregunto Erika cuando dejaron de reír.

-Pues, sé que vas a decir que no y que realmente no debería estar preguntándote esto, y que no importa cuánto te ruegue tú te vas a negar igual pero... ¡al diablo! eres mi mejor amiga- Alana habló demasiado rápido y Erika la miraba divertida hasta que volvió a hablar-. Eri, sé que trabajas mucho y que tienes el problema de la enfermedad de tu papá- Erika se entristeció por un momento-, pero no deberías dejar que eso te quitara el hecho de que eres adolescente, amiga, y lo que quiero decir es que- Erika interrumpió el parloteo de su amiga.

-Ve al grano, Lana- dijo de forma dulce.

Alana sonrió cómica.

-Está aquí, amiga- le dijo cómica mientras señalaba con el dedo el cachete de Erika-; y no es muy bonito- dijo divertida.

Erika carcajeo y le dio un manotazo a su amiga en la mano.

-¡Alana!- masculló Erika.

Alana suspiró.

-Pues, hay una fiesta...

-No- dijo Erika rápidamente.

-Vamos, Erika. Recuerda la charla y el discurso que tuvimos hace unos segundos, ¡y ni me dejaste terminar de hablar para explicarte bien la cosa!- se quejó su amiga.

-Alana, no puedo- dijo la pelinegra triste-. Ya te lo he explicado muchísimas veces, tengo que trabajar y luego cuidar a mi papá- le recordó el itinerario que tenía a su amiga.

-¡Pero tú nunca sales! Eres buena estudiante, ayudas mucho a tu familia. ¡Hasta dejaste las clases de baile! No creo que porque salgas un viernes con tu mejor amiga en el mundo...-sonrió un poco-. No creo que te vayan a crucificar- insistió su amiga- Además, pedirás permiso, estoy segurísima que no te dirán que no- brincó alegre.

Erika sonrió, pero negó con la cabeza.

-Primero: hoy es viernes; si me hubieras avisado antes... tal vez, pero así de improvisto no puedo.

Antes de que Alana pudiera quejarse, el timbre sonó indicando que todos debían ir a sus clases. Literalmente salvada por la campana, pensó Erika.

-No te salvarás de esta- le dijo Alana con una expresión cómica en su rostro.

El día pasó lento y aburrido. Alana no dejó de insistir para que fueran a la fiesta pero Erika seguía negándose rotundamente, creía y sabía que dejar así a su padre no era lo correcto, simplemente no podía.

Baila, Mariposa - ESP (Version 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora