Capítulo 3

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Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Capítulo 3

"Cuando todo el mundo está loco,
ser cuerdo es una locura."
(Paul Samuelson)

--Loca- me digo a mi misma cuando salgo de la casa. Estaba totalmente fuera de mis cabales en el momento en que decidí regresar a este lugar para ver a toda esta gente.

-- Katniss- me habla Prim que viene detrás de mí.

Me paro en seco al ver el cancel cerrado, desesperada me pongo a buscar el botón con el que se abre, recuerdo que estaba escondido, pero no recuerdo donde, así que empiezo a respirar fuertemente ante la desesperación que tengo de poder salir de aquí.

-- No te vayas- dice Prim detrás de mí.

-- Lo siento- digo sin mirarla- No me puedo quedar aquí con él.

-- Katniss- escucho la voz de mi Madre también- Lo siento tanto.

-- Lo dudo- expreso sujetándome con fuerza al cancel, ya que me siento mareada.

-- No te miento. Francamente Katniss pensé que no ibas a venir. Después de todo lo dejaste muy claro cuando te fuiste al Distrito 13. En tus cartas juraste que no volverías y aunque tenía la esperanza que cambiaras de opinión, algo en mi me decía que no vendrías. Por eso en el momento en que él me dijo que Peeta- escuchar su solo nombre me inquieta- quería venir a la boda, acepte sin dudarlo.

-- Bien, ya está aquí- digo- No me necesitas, ya tienes una nueva familia.

-- No digas eso, tú eres mi hija y te quiero en mi boda.

-- ¿Tu hija? Una Madre no aceptaría que su hija este bajo el mismo techo de la persona que intento ahorcarla.

Suspira desesperada- Tú y yo, sabemos que él no estaba bien en esa época. Tú mejor que nadie deberías entender el trauma que sufrió.

Que no entiende que haría de todo por olvidar todo lo que ocurrió hace, que cada noche rezo por lograr dormir sin que una pesadilla se haga presente en mi mente, que me gustaría que ella, mi Madre entendiera que para mí nada esos recuerdos no son fáciles, que el ver a...él hace que todo vuelva a mi mente. Estoy tan casada y me siento tan débil que me termino sentando en el piso duro, maldigo por no encontrar el interruptor para abrir la puerta, obligo a mi cabeza a controlarse y me la aprieto con brusquedad hasta que siento las suaves manos de Prim sujetarme las manos y acariciarme donde hace un momento yo me apretaba. Mi mente se está relajando hasta que escucho el sonido de unas pisadas. Inmediatamente me hace recordar sus pasos aquella noche en el bosque, esas pisadas que nos delataba y atraía a nuestros captores, me levanto de golpe para subirme y saltar la cerca, cuando escucho esa voz que tanto odio.

-- Katniss, espera- levanto la mirada para ver al señor Mellark parado junto a mi Mamá- Por favor no te vayas. Queremos que estés para nuestra boda- me disgusta ver como toma la mano de mi Mamá y dice- Necesitamos a nuestros hijos para ese día.

-- No, a mí no- digo.

-- Te equivocas, te necesitamos a ti más que nadie. Quédate- me pide- Mi hijo me dice que si el problema es su presencia, aseguro que se mantendrá lejos de ti. Dale una oportunidad a penas llego de ese lugar y nos aseguran que ya está mejor, él se siente mejor y quiere empezar desde cero y estoy seguro que con la persona con la que más le interesa estar bien es contigo. Te prometo, no, te juro que no dejare que te haga daño.

Miro sus ojos recordando que le hizo una promesa parecida a mi Padre, recuerdo sus palabras ese día cuando llegamos a esta casa. Mi Papá y él se encontraban fuera de la casa, mi Mamá me había pedido que le dijera a mi Papá que entrara porque estaba empezando a hacer fresco, entonces lo escuche con una voz que no le conocía, no se parecía a su hermosa voz cuando cantaba, ni siquiera a su voz alegre, era una voz triste, muy triste.

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