Like Crazy

Capítulo 15

Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Capítulo 15

"El amor y la locura son los motores que hacen andar la vida"

(Marguerite Yourcenar)

PoV Peeta

En el momento en que Katniss me dijo que ya no iría a buscarme, quise detenerla, quise hacerla cambiar de opinión. De rotado salgo de la casa y me siento en una de las bancas que están en el jardín, la banca que da directamente al cuarto donde sé que ella duerme.

En algunas noches cuando no podía dormir me sentaba aquí, esperando bajo la noche a que la luz de su cuarto se prendiera, esperando como si fuera una estrella fugaz para pedir un deseo. Sí, tal vez sea me vea como un acosador y un loco, pero después de todo tengo un certificado donde se informa que no estoy bien de mis facultades mentales.

El recordar ese papel, me ponía de mal humor, odiaba que existiera, pero mi Mamá pidió que se constara, debido a que mi Papá había puesto la casa a mi nombre. Mi Papá se la quitó de encima mostrando evidencias del poco interés que había tenido en mí y más cuando fui secuestrado, inclusive de como los Agentes de la paz sospechaban que ella había mandado secuestrarme. Gracias a eso mi Papá termino siendo legalmente mi tutor.

--Katniss, prende la luz- pedí sentado aun en mi banca.

La droga y una ligera contusión que me cause al caer del árbol dejo toda mi cabeza revuelta, sin saber que era correcto y que era producto de las drogas, principalmente con Katniss. Recuerdo que a veces ellos prendían la televisión para que viera las noticias donde hablaban de Katniss y el verla sana y salva provocaba en mí, muchos sentimientos encontrados. Sin embargo con todo lo revuelto que estaba, solo una cosa era segura en mi mente y esa era Katniss. En mis alucinaciones, muchas veces la vi soltándome de la mano para que cayera del árbol, en otras veía como me entregaba a mis secuestradores y en otras era ese simple beso bajo la nieve. Así que sin importar que fuera mala, buena o un monstruo, lo seguro era que Katniss estaba en mi mente todo el tiempo. Por eso decidí que debía descubrir que era lo que me pasaba con ella, debía intentar sacar los verdaderos recuerdos del interior de mi cabeza.

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Mi Papá solía contarme sobre la mujer que fue el amor de su vida, esa mujer que cuando sonreía resplandecía más que cualquier estrella, la mujer que prefirió a otro antes que a él, pero no cualquier otro, un hombre capaz de hacer que los pájaros callaran cuando el cantaba. Un día entre sin permiso de mi Papá a su estudio y ahí entre sus cajones vi una foto y descubrí el rostro de esa mujer, me sorprendió que fuera tan bella. A partir de ese momento cada vez que mi Papá me narraba algún cuento para que durmiera, yo me imaginaba a todas esas heroínas con su rostro.

Un día mi Papá me dijo que la familia de la mujer de la que me había hablado vendría a vivir a la casa que teníamos en el jardín. Me conto acerca de que ella tenía dos hijas y que una de ellas tenía mi edad. Espere con impaciencia en la ventana para ver a la mujer que era la protagonista de mis historias y conocer al hombre que era capaz de callar a los pájaros y aunque mi Madre nos había advertido, a mis hermanos y a mi sobre no acercarnos a ellos, yo desobedecí acercándome a la casa cuando llegaron.

--Papá, Papá- escuche la voz de una niña- Mira sinsajos, tenemos millones de sinsajos en la azotea- Ese comentario me pareció chistoso, porque solo había unos 10.

-- ¿Qué te parece si les cantamos para hacernos amigos de ellos?- le propuso el hombre.

-- Sí- contesto alegremente ella.