Capítulo 22

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Todos los personajes pertenecen a Suzanne Collins

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Capítulo 22

"Si el loco persistiera en su locura, se volvería sabio"

(William Blake)

Peeta no me dijo nada durante el camino a su casa, seguramente estaba intentando entender o comprender mis palabras. Cuando le dije que quería ir al bosque, pero que tenía miedo. No solo me refería a mi bosque, a las ganas de entrar en el lugar donde compartí tantos momentos con mi Papá, sino también que quería entregarme a su alma, a ese lugar tan profundo y tranquilo que habitaba dentro de él, a ese lugar donde seguramente había sonidos llenos de silencio y la música que hacían los pájaros que mi Papá me había enseñado a escuchar y a diferenciar. Seguramente el alma de Peeta era como el bosque que tanto amo y que tanto miedo me da.

-- Te importa si te llevo a mi casa. Solo es para ponerte un hielo para calmar la inflamación del tu pie.

-- Está bien- acepto- Pero en cuanto me sienta mejor regresare.

-- Entiendo.

Con cuidado me pone en el sillón que está en la sala, dirigiéndose a la cocina. Sé que no me lo rompí, pero sí, se está empezando a inflamar un poco, así que me quito los zapatos. Peeta llega con una bolsa de hielo, se inca en el sofá y con cuidado toca mi tobillo.

-- Seguramente solo se torció.

-- Sí- concuerdo.

Me gusta la manera en que sostiene mi pie, mientras deja la bolsa de hielo. Duramos así por un momento en silencio, ninguno de los dos nos decimos nada. Él no deja de mirar mi pie y con suavidad sus dedos acarician mi tobillo, provocando que deseara más caricias. Deseo tanto tocarlo que me doblo para tocar los rizos de su cabello. Él deja de mirar mi tobillo y me mira con esa intensidad que puedo jurar que es capaz de sacar mi alma, por eso tengo que cerrar la boca para impedirlo. Su mirada nuevamente se posa en mis pechos e inmediatamente la baja.

--Katniss, como esperas que no mire, cuando pones tus encantos frente a mí. ¿Cómo puedo controlarme? si tus piernas son hermosas, tu piel es tan suave que tengo ganas de pasarme toda la noche acariciándote. Contigo cerca la locura me invade.

No es el único que le pasa. A mi también me sucede, solo cuando estoy con él pierdo la razón y la locura me logra invadir. Lo miro, pasando mis dedos de los chinos de su frente, a los chinos de su nuca, haciéndolo levantar su cabeza y aunque por un instante vuelve a mirar mis pechos, sus ojos se centran en los míos y sus labios se colocan en mi boca.

Las manos de Peeta siguen en mi pie dando suaves caricias. El beso se tornó tan intenso que desesperada lo acerque más a mí. Seguramente también Peeta sentía lo mismo, por eso inmediatamente se lanzó sobre mí, me tomo de la cintura y me coloco sobre el sillón encima de mí.

Estar así no me incomodo, más bien me estremeció y no hice nada por moverme. Mi único movimiento fue llevar mis manos a su espalda y mover mis labios en los suyos. Me faltaba la respiración, mi corazón no dejaba de latir de manera frenética y me encontré deseando que sus manos que acariciaban mis brazos desnudos, me tocaran en otras partes, incluyendo la parte de mi cuerpo que él no podía dejar de ver.

-- Katniss-dice mi nombre dejando mis labios- Debemos parar.

-- Sí- acepto, porque no quiero que pase lo mismo que con Gale, pero una voz me dice que no es lo mismo.

Peeta se sienta en el sillón agachándose para tomar la bolsa de hielo que dejo en el piso y me toma el pie para volver a colocarlo. Siento que mi piel se pone de gallina, pero no creo que sea por el hielo, algo me dice que es sentir el tacto de sus manos y querer nuevamente que me toque sin detenerse.

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