Capítulo 1

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El avión rumbo a Seúl sobrevolaba por los altos cielos de aquel maravilloso lugar. Dentro de él , una joven de apenas 18 años se ilusionaba en sus adentros.
"Por fin lejos de todo lo malo." Pensaba. "Ya es hora de comenzar una vida digna" continuó pensando.
Ante la excitación del viaje , se le olvidó por completo el sueño , y llevando más de doce horas sin dormir , bajó del avión con paso torpe, buscando sus maletas y tratando de visualizar el aeropuerto , el cual parecía moverse y dar muchas vueltas.
Tras mucho esfuerzo llegó a alcanzar en una cinta lo que creía ser su maleta. Sin embargo un hombre corpulento y de alta estatura, vestido con una camiseta negra apartó la mano de la joven , cuando esta iba a alcanzar el equipaje.
-Lo siento , esta no es tu maleta, pequeña.- Eso creyó haber entendido la muchacha , la cual se sorprendió de ver que sus años de coreano habían funcionado para algo.
-Lo siento.- Fue lo único capaz de decirle en un coreano torpe, a aquel hombre, que la intimidaba con solo mirarla a los ojos.
El señor descargó la maleta , mientras se giraba para marcharse hacia la entrada del aeropuerto. Mientras él se marchaba , la joven pudo observar unas letras en su camiseta que ponían "Staff."
No le dio demasiada importancia a aquello, pues en Corea había todo tipo de modas extrañas según le decía su padre y su abuelo , quienes habían vivido en Seul la mayor parte de su vida antes de mudarse a España tras el divorcio.
Aun mareada , prosiguió en la búsqueda de su maleta negra , hasta que por fin , encontró una que al menos se le parecía a su maleta, pero que con el sueño que llevaba encima, ni si quiera se sintió capaz de reconocerla del todo.
Mientras tanto , podía oirse gritar a una mujer desde lo lejos. A medida que los chillidos se fueron acercando , las palabras eran más claras:
-¡(__tu nombre __) estás ya aquí!

Su madre estaba armando un jolgorio en medio de un aeropuerto con mucho eco. La gente se paraba a observar a aquella mujer tan extraña, que a su edad adulta corría como una chiquilla para abrazar a su hija.

-Pensé que no llegarías o que pasaría algo , estaba muy preocupada , pero menos mal que estás a salvo.- Dijo mientras la abrazaba y le agarraba las mejillas. -No has ganado mucho peso , pero estás más alta. ¿Has estado comiendo bien? -le preguntó extasiada. -Aquí comeremos muy bien , ya verás , te va a encantar. Cuando eras más pequeña y vivías aquí , el kimchi te volvía loca. Espero que tus gustos no hayan cambiado , aunque después de tantos años... Es muy posible... -Empezaba a delirar.
-Tranquilizate mamá, estoy bien. Me sigue gustando el kimchi , no he crecido tanto y claro que he ganado peso , si hace tres años que no me v... - Se cortó sus propias palabras y se entristeció, pensando en lo mal que debió haberlo pasado su madre con el divorcio , al no poder conseguir la custodia y durante tanto tiempo sin ver a su única hija.
Sin pensarlo mucho se abalanzó sobre ella , y le dió un abrazo enorme mientras se echaba a llorar.
-Mamá te he echado de menos.- dijo entre sollozos.
-yo también a ti, hija.-sostuvo sus lágrimas.-venga , vamos a casa, quiero enseñaertela, seguramente ya no te acuerdes de ella , y tu abuelo quiere verte. Por cierto , ¿Cómo está tu otro abuelo , y tu padre.?
-Ellos están bien , les ha costado dejarme ir , pero me han hecho una fiesta de despedida y me han hecho un par de regalos. Mi hermanastro creo que se ha tomado demasiado bien mi despedida , porque no paraba de saltar de alegría , la verdad.
-Solo tiene seis años , debe pensar que vas a volver. ¿Les has dicho a todos que quizás te quedes?
-No , no se lo he dicho. Mamá , yo creo que esa decisión todavía la tengo que tomar cuando me adapte a estar aquí. Si me siento cómoda y demás...
-Está bien.-Sentenció.-Ahora no te preocupes y vámonos a casa, debes tener hambre.-Su voz sonó compasiva.
-Y sueño.- Alegó la joven mientras estiraba sus brazos hacia arriba.

El largo recorrido en coche le sirvió de ayuda a la joven para recordar aquellos momentos de la infancia que ya creía olvidados, pero que fueron apareciendo a medida que sus ojos se adaptaban a su futura nueva vida en Seul, donde nadie la conocía, y por tanto podría comenzar de cero , fuera de gente incapaz de tratarla más allá de un simple objeto de usar y tirar. Allí sentía un gran alivio en su corazón , y al mismo tiempo se sentía intrigada y asustada ante lo que podría suceder. No sería la vida demasiado agradable si esta volviese a tratarla mal.
Por fin llegaron a un portal enorme de metal gris, que se abría gracias a un mando a distancia. Cuando las puertas se abrieron, la muchacha recordó aquella casa enorme. Recordó el césped verde y fresco, lleno de manzanos , cerezos y miles de plantas y arbustos que rodeaban aquel chalet de estilo clásico. El tejado marrón que parecía madera de arce, el color aparentemente blanquecino, pero más bien beis del exterior, y la enorme piscina a la que se había caído en más de una ocasión corriendo por el campo como una liebre.
Al entrar en casa, fue recordando cada rincón, cada aroma especial que desprendía cada habitación, cada momento que había vivido allí.
La cena familiar fue exquisita. El abuelo le habló sobre demasiadas cosas durante ella. Parecía tan contento de ver a su nieta , que pareció no darse cuenta de que la joven , se había quedado dormida durante el postre sentada en la silla.
Su madre la despertó y le susurró al oído "tu habitación está al fondo del pasillo, te he dejado allí tu maleta, ve a dormir y descansa."
Se levantó, y como si fuera una orden, fue vagando por el pasillo como una zombi , y al llegar a la puerta, creyó haber agarrado el picaporte , mas al ver doble , lo único que agarró fue la ilusión del picaporte , y aun así trató de girarlo , creyendo que era real , cuandon en realidad , lo único que estaba haciendo era agarrar y girar el aire.
Tras varios minutos en aquella extraña escena logró por fin entrar en la habitación.
Estaba tan cansada que se tiró en cama bruscamente y abrió la maleta con una sola mano mientras se iba quedando dormida al tumbarse sobre aquel colchón tan mullido.
Pero se desveló y sorprendió cuando sacó de su maleta unos boxers rojos.
-¿¡Eh?!- Exclamó atónita. -¿ Y mi ropa ?
Se levantó de la cama y rebuscó en aquella maleta negra. Más y más boxers, camisas de cuadros, pantalones ajustados , alguna bermuda y una chaqueta de cuero que se paró a mirar muy detalladamente , pues le había llamado la atención el buen gusto de aquella persona a la que debía pertenecer la maleta. Buscó desesperadamente algún número de teléfono u algo para contactar con la persona con la que había intercambiado el equipaje.
Tontamente, tras un tiempo rebuscando en lo más hondo de la bolsa de viaje , se dio cuenta de que en la superficie había un número de teléfono. Se llevó las manos a la cabeza y resopló estresada.
Marcó el número y daba señal. Se preguntaba si era muy tarde para llamar a esas horas, si no era correcto, si era de mala educación.. pero la intriga por saber a quien pertenecía el equipaje y de saber donde estaban sus cosas le mantuvo despierta el tiempo suficiente como para hablar con la otra persona que se escondía tras aquel número.

Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora