Capítulo 13

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Su madre, Suga y Eunji se habían encontrado en el portal.

-¿Quién es ese chico?-Preguntó su madre, sorprendida y sin saludar.

Ella enmudeció de nuevo, sin dejar de observar a Suga.

-Soy un amigo suyo.-Respondió con naturalidad.-La he ayudado a venir, por si se perdía. Si se pierde en un instituto, no me quiero imaginar en la calle.-Vaciló.

Miró a Suga.

-Me suenas de algo, chico.-Le dijo despreocupado.-Tu....¿No eres un idol o algo así?

-Si.-Respondió él, sereno.

-Oh. Vaya. Encima te llevas con idols, eres una persona muy extraña y fascinante, ___-Coqueteó.

-Tampoco te pases.-Recobró por fin la voz.-Lo conocí por casualidad. Por una agradable casualidad.-Ella le sonrió. Pero Suga no parecía muy agradable en esos momentos.

Hubo una pausa de silencio, hasta que Cristal decidió romper el hielo.

-Eh, joven. ¿Cuál es tu nombre?

-Jung-Su Eunji. Encantado de conocerla, señora ___.-Hizo una reverencia.

-Bueno, parece un poco engreído, pero es muy educado. ¿Tienes hambre?-Preguntó.

Él se quedó callado y observó a su amiga. No parecía muy cómoda en aquella situación.

-No, no tengo hambre, pero muchas gracias.-Sonrió mientras se daba la vuelta.-Tengo que irme, un placer.

-Eunji. Espera. No voy a dejar que te vayas de aquí sin comer. Al fin y al cabo, la has acompañado a casa, como un buen hombre. Tengo que agradecértelo.

-Oh, no no no, de verdad, en serio-Se excusó.

-Solo calla y entra.-Dijo la joven, mirándole fijamente.

Jung-su rascó su cabeza, para después asentir con timidez.

-Muchas gracias.-Respondió.

-Oh nada. Por favor, pasa. Suga, quédate tu también. Al fin y al cabo habías venido a verla, ¿no?-Lo dijo muy entusiasmada y alegre.

-Em....Si, pero, ya se me hace tarde, Cristal, quizá ya otro día.-Habló al fin.

-¿Has venido a verme?.-Preguntó ilusionada.

Él se balanceó un poco, nervioso. Evitó contacto visual y miró al suelo.

-Si.-Bajo el tono de su voz, que sonaba cortado.

-Vino a verte a ti y sólo a ti. Tienes una suerte.-Su madre se burló. Y le sonrió, triunfante.

-Entonces quédate, por favor.-Ella sonrió, y Suga asintió para segundos después entrar de nuevo a la casa.


Los tres se sentaron en la gran mesa de madera junto a la ventana. La situación se había vuelto tensa. Eunji, no dejaba de mirar por la ventana, y Suga mordía sus uñas cada cierto tiempo, nervioso.

Su madre estaba unos metros más adelante, cocinando.

-¿Por qué tu...?-Ella le preguntó, en un tono muy bajo, y completamente sonrojada.

-Uaoooh, ___ tu casa es muy grande, tienes unas vistas preciosas del jardín.-Interrumpió inconscientemente, maravillado, Eunji.

-Em....-Tragó saliva.- Gracias.-Sonrió.

Aquel momento era muy tenso. No sabía como podía sentirse Yoon Gi, ¿le sucedía algo? ¿Por qué había venido a verla?

-Oye, chico. ¿En qué grupo estás?-Preguntó con naturalidad.

-Bangtan Boys. ¿Te suena?-Preguntó frívolo, sin ningún tipo de interés en la conversación.

-¡Uoooooh!-Exclamó.-Como para no conoceros. Mi hermana pequeña se pasa el día escuchándoos.-Alegó con una pequeña sonrisa.-Sois bastante conocidos ¿no?

-Sí.-Respondió serio.

-¿Y qué haces aquí, en una casa tan "normal"?-Preguntó desafiante.

-No es de tu incumbencia.-Dijo molesto.

Ambos se miraron, con una mirada que solo entendían ellos dos.

La muchacha, había permanecido callada desde que se sentó. Y cada vez se sentía más incómoda allí dentro. ¿Por qué parecían estar peleándose?. Era todo un poco molesto, y no solo por la situación.

-Aquí está la comida.-Dijo su alegre madre, dejando la comida recién cocinada en la mesa.

Todos agradecieron al mismo tiempo, y Cristal se sentó con ellos en la mesa.

-Suga, ¿has hablado ya con mi hija?-Preguntó sonriente.

-No. Es que, bueno, es igual. Solo quería saber qué tal le había ido en su presentación.-Trató de evadir cualquier otra respuesta.

-Le ha ido fatal, hasta que me encontró.-Bromeó Eunji, mientras la miraba simpático.

-¿Eh?-Su madre se quedó atónita ante aquel comportamiento.-¿Qué pasó, ___?

-Que me perdí.-Ella rió, y observó a Min YoonGi, quien estaba sonriendo por primera vez desde que lo había visto entrar.

-Despistada.-Le dijo dulcemente.

-Ya lo sé.-Reprochó con ternura.

Ambos sonrieron. Y su madre, comenzaba otra vez a alejarse del mundo real, podía notarse en sus ojos: estaba pensando ya en una boda y en nombres para sus nietos.

-Mamá.-Golpeó la mesa, para hacerla volver al mundo real.

-Así que te perdiste eh. Igual sería conveniente que alguien te llevase por las mañanas a la escuela....-Golpeó suavemente el codo de Suga, haciéndolo sentir incómodo.

-Yo...-Susurró.

-Le prometí que yo lo haría.-Eunji habló con presión, queriendo posicionarse por encima de aquel idol.

-Ah....-Su madre bajó la cabeza.-Está bien, muchas gracias joven, eres muy amable.-Le sonrió.

Suga bajó su cabeza al cuenco y continuó comiendo el arroz, incómodo. Ella le observó durante un buen rato.

Por un momento, él sintió como si alguien le estuviese espiando. Alzó la cabeza, y penetró en aquellos profundos ojos. Su mirada se veía confusa, pero tranquila. Serena y frívola, pero con cierto toque de sinceridad.

Era exactamente igual a su mirada. Ella y él, tendrían mucho de que hablar.

Se perdió en aquellos brillantes ojos, esta vez sin miedo a mirarla por más de tres segundos.

Su madre observó la escena, feliz. Después, giró su cabeza hacia Jung-Su, quien comía felizmente, ignorando por completo la escena.


¿Qué quería ese chico con su hija? Él era un poco descabellado. Parecía no importarle demasiado los sentimientos de los demás. No tocaría a su hija de ninguna forma que no fuese simple amistad. No. Definitivamente, tenía que conseguir que su preciosa hija terminase saliendo con Suga.

Su primera impresión de Eunji fue que era bastante descarado. El típico adolescente hormonado que solo busca una cosa. Su hija no iría por ese camino. Ella, se encargaría de guiarla por el camino que mejor le conviniese. Y en ese camino, estaba Min Yoon Gi, no Suga.

Min Yooon Gi, el chico duro pero amable, sereno, pero simpático, maduro y emocional.

Ella sabía como era él en realidad, un chico muy dulce, encerrado en una burbuja de frialdad, por su pequeña inseguridad. Cada vez que lo miraba, sabía que él era muy hablador, pero muy tímido al mismo tiempo. Él podía mostrarse como una persona adulta y sabia. Pero en el fondo, seguía siendo un jovenzuelo con miedos e inseguridades, muy parecidos a los de su hija.






Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora