Capítulo 8.

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Habían pasado ya unas cuantas semanas en las cuales la joven había comenzado a acostumbrarse a vivir en Corea con su madre. El verano estaba terminando y ella había estado tratando de mejorar en el idioma, para prepararse para la escuela. Poco a poco iba superando sus miedos e inseguridades. Sin embargo, notaba en su corazón, y en cada rincón, la ausencia de Suga.

Se había quedado completamente aturdida aquel día. Recuerda que desde que él desapareció tras aquel portal, ella no habló en toda la tarde. Su cabeza no dejaba de dar vueltas desde entonces.

Finalmente comenzó a aceptarlo: Estaba enamorada.

Le parecía estúpido, pues no lo conocía de nada. Solo era alguien que había visto dos veces y que le había dicho un par de cosas bonitas, como podía haber hecho cualquier otro chico. Y aún así se enamoró, o eso sentía ella, al ver que su habitación, al ser abierta, retrocedía en el tiempo a aquella escena, en la que ambos estaban tumbados, él encima de ella, rozando su cintura.

<<Eres sexy.>> Recordó mientras se sonrojaba y tumbaba en el suelo.

Quería revivir aquella escena, volver a sentirle tan cerca, para poder volver a verle.

Aunque la segunda opción estaba realmente más cerca de ocurrir que la primera. Hoy a la tarde era el fan-meeting. Eso la enervó. ¿Cómo debería comportarse? Él no volvió a aparecer desde aquella, y quizá haga como que no la conozca. Quizá solo trató de camelarla para que le devolviese la estúpida carta, con la cual se había quedado curiosa de saber que profundos sentimientos ocultaba.

Suga siempre parecía ser callado y a veces demasiado bocazas. De todos los programas que se vio en los que aparecía, él siempre se mostraba o lleno de energía (cosa extraña en aquel oso perezoso) o bastante serio y educado.

Aun así, él era muy bromista. Sus bromas a veces podían parecer pesadas. Y parecía ser de esos típicos chicos capaces de ligar con cualquier señorita que se les pasase por los ojos.

Quizá eso fue lo que sucedió. Que era su forma de ser. Un ligón.

O quizá escondía una parte tierna y entrañable, que muy poca gente podría llegar a conocer.

Exhaló ante aquel pensamiento. <<Una parte que solo pocos conocen.>> Como le gustaría formar parte de ese reducido número de personas.

Sus cavilaciones no detuvieron el tiempo. Cuando miró el reloj, quedaban apenas tres horas para la quedada. Así que se levantó enérgicamente de la cama, y abrió su pequeño armario.

Camisetas holgadas, vestidos sueltos, pantalones poco ajustados, negro, negro, negro....y más negro. El contenido de su armario era más que decadente. Muy tirando a lo sencillo. Y si algo sabía, era que no iba a presentarse con el chándal que compró en el mercado la semana pasada. No. Tenía que llevar algo más elegante. un vestido, o unos pantalones ajustados.

Entonces recordó: <<A él le gustó tu vestido, dijo que te sentaba bien.>>

Sin pensárselo más veces, lo buscó por todo el cuarto.

Nada. No había manera de encontrar algo que no estaba allí en un lugar tan minúsculo.

Pensó en preguntarle a su madre, pero sabría como esta se pondría:

-Mamá, ¿sabes dónde está aquel vestido que me dejaste?

-Sí, ¿por qué quieres saberlo?

-Quería ponérmelo para hoy

-Vaya, vaya. ¿ese vestido, en concreto?

-Sí.

-Ohhhhh querida, eres adorable. Intentas atraer a Suga y solo porque te he dicho que le gustó, ya tratas de atraerlo hacia ti.

Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora