Capítulo 12

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El sol se había escondido entre las nubes. La llegada del otoño parecía ser inminente a pesar de que todavía quedaban unos días para terminar el verano.

Hoy era su primer día de clase. Se había pasado todos los días de verano estudiando coreano. Ahora, ya no parecía tan torpe como antes, que apenas podía entendérsele.

Se subió la larga falda grisácea por debajo de las rodillas. Se abotonó la camisa y se ató una coleta para agarrar su largo cabello.

Se miró en el espejo. Siempre había visto en los doramas y animes lo bien que le sentaban los uniformes a las colegialas. No sabía que clase de magia hacía que cualquier chica, incluso ella, se viese tan linda de una manera tan elegante.

Bajó a la cocina y desayunó. Su madre la apremió, impaciente de que comenzase su nuevo año escolar.

Llegó en un negro coche a la institución. El edificio era enorme, y parecía una gran universidad, más que una escuela secundaria.

El patio era todavía más grande, y estaba a rebosar de alumnos. Por un momento se sintió nerviosa.

Había pasado las pruebas sin ningún tipo de problema. Y sin embargo, tenía miedo. Y al mismo tiempo, lo notaba todo demasiado rutinario.

Por un momento sintió nostalgia. No de su anterior vida, sino de la semana anterior.

Otra vez, volvió a respirar hondo. Tenía que quitarse a ese chico de la cabeza. Él nunca iría a buscarla. Solo había sido amable con ella. Tenía que olvidarle.

Su madre observó su cara, que había palidecido.

-¿Estás bien?-La miró preocupada.

-Si.-Respondió seca.

Ella solo la miró de nuevo, y le dio un beso en la frente.

-Todo irá bien. Aquí no será como en tu otro colegio. No te preocupes.

Cristal se despidió con la mano, una vez se subió al coche.

Su madre la había hecho sentir peor. Estaba tan absorta en la tristeza nostálgica, que se le había olvidado por completo que iba a llegar a un sitio nuevo, con gente nueva, y que quizá no la fuesen a tratar bien.

Se estremeció. No quería que fuese como en su anterior colegio. Quería empezar de cero una nueva vida. Suprimiendo aquellos tormentos. Así que tenía que oprimir su mente. <<No más recuerdos.>> Se lo pensó con fuerza, hasta que el color de su piel volvió a su estado natural.

Caminó hasta la entrada, buscó su clase. Pero se perdió. El sitio era tan grande que encontrar un aula parecía cosa de suerte.

Se acercó a un chico de cabellos anaranjados. Estaba tratando de abrir su taquilla, sin éxito.

Podía escucharle suspirar. Pensó que no era el mejor momento. Pero él se giró, la observó quieto por dos segundos, y la miró poniéndose de puntillas y bajando su cabeza.

-¿Eres extranjera?-Preguntó despreocupado. Como si el mal de la taquilla ya se le hubiese olvidado.

Ella se enmudeció. La belleza de aquel joven era abrumadora. Tenía una piel perfecta y pura, un poco morena, pero sin exagerar. Su rostro  poseía un toque de virilidad y atractivo. Sus ojos eran de un color negro, pero no muy oscuros. Era increíblemente alto. Llegaría al metro ochenta, sin ningún tipo de problema.

-¿Me estás entendiendo? Hola. Tierra llamando a chica extranjera.-Dijo mientras caminaba a su alrededor, pasándole las manos por la cara.

-Si. Perdón.-Respondió al fin, neutral.-¿Tu taquilla se atascó?-Preguntó curiosa.

Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora