Capítulo 15

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Cuando terminaron de cenar, era lo suficientemente tarde como para poder poner la excusa del sueño para irse cuanto antes cada uno por su lado.

Cristal no parecía muy entusiasmada con la idea de que Min Yoon Gi se quedase solo después de la cena, por lo que obligó a su hija a llevarle un café a la habitación.

"Si le lleva un café a la habitación se casarán". Eso era lo que debía pensar la mente enfermiza de su madre.

Subió las escaleras del segundo piso, con sigilo, sin querer ser escuchada.

Se acercó a la puerta de su habitación y trató de abrirla con cuidado.

-Chhhhh, oye tú.-Le gritó en voz baja su madre desde el piso de abajo.-El cuarto del invitado está en frente, ese es el tuyo.

Ella gimió, como si se hubiese dado un golpe en el meñique del pie. Se serenó y se acerco a la puerta de enfrente, llamando suavemente. Abrió la puerta y allí estaba él, tumbado en cama, con los cascos a todo volumen.

No se había enterado de su presencia. 

-Esto...-Se atrevió a pronunciar en un lenguaje casi mudo.

Seguía sin percatarse de su presencia.

Él, simplemente permanecía con los ojos cerrados, pareciendo estar entendiendo la música como la presencia de algo sobrenatural.

Se acercó a la cama y lo observó. 

Lo primero que pensó fue en lo lindo que estaba con los ojos cerrados, sintiendo el compás de los sonidos y simplemente permaneciendo inmóvil.

En ese momento él abrió los ojos y ella se sonrojó. Él simplemente la miró con naturalidad.

- ¿Necesitas algo?-Preguntó.

-Oh no... Es solo que....Bueno...mi madre....-sus palabras se cortaron.- Ya sabes como es.-Resopló mientras bajaba la cabeza y le ofrecía una taza blanca de café con sus dos manos, completamente temblorosas.

Él siguió mirándola, con ojos espectadores, recorriendo en un solo punto de vista todas las partes de su cuerpo, hasta que finalmente esbozó una sonrisa.

-Muchas gracias.

Cogió la taza con ambas manos, sujetando las de la joven, completamente frías y tambaleantes.

-¿Tienes frío?

Esa pregunta la incomodó. Estaba claro el por qué de estar así.

-Un poco.-Mintió.

-Pues la taza está ardiendo....-Río.

-Cállate.-Quitó sus manos de las suyas, a contracorriente de lo que sus emociones le decían.

-Muy bien, eres la mejor tratando a tus invitados. Cualquiera estaría encantado de tener una anfitriona como tú.-Fue frívolo. Tanto, que aquello parecía una indirecta, como si realmente estuviese molesto.

-Lo siento. Te dejaré descansar.-Fue cortante, neutral a su anterior provocación.

Ella se giró, para dar paso a sus pies, los cuales ya habían tomado la dirección de la puerta, cuando sintió la mano del joven agarrándole la muñeca.

-Todavía puedes ser una buena anfitriona si acompañas a tu invitado.-Continuó con su tono frívolo, que le producía temor alrededor de todos sus tejidos nerviosos.

Sin decir palabra, se sentó sobre la cama, y ambos quedaron pegados el uno muy cerca del otro, en el más completo silencio, a excepción de los cascos, los cuales seguían queriendo ser escuchados.

Dulce azucarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora